Publicado: Vie Nov 22, 2013 1:46 am
por Capitan Miller
Pregunta 2260

-Buenas noches. ¿Hay tiempo para tomar la última?
-Por supuesto. Pase, pase.
-Pues saque esa botella de vodka que guarda desde que Zukov era cabo furriel y deme una alegría.
-Marchando. Por cierto, llegó un comunicado de Herr Grognard confirmando la identidad del personaje misterioso.
-Estupendo, entonces me tomaré otra a mi salud, que me la he ganado. Y de paso, invite de mi parte al caballero del extremo de la barra.
-¿Le conoce?
-Por supuesto, un soldado como es debido y de los que por desgracia no hubo muchos cuando le tocó participar del baile. Fíjese que ya antes de que la orquesta empezara a tocar el tipo veía venir la fiesta y decidió, por cuenta propia, no hacer mucho caso de las órdenes recibidas por si el pálpito que venía teniendo era acertado.
-¿Y acertó?
-Ya le digo si acertó, de pleno. Sin embargo, como suele suceder tantas veces en esto de la milicia, unos crían la fama y otros cardan la lana, y a uno de esos criadores de lana, superior en el mando de aquí el amigo, le faltó tiempo para darle un tirón de orejas por no cumplir las órdenes. Eso sí, luego, cuando tocó reaccionar, le encomendaron un contraataque que parecía fruto de un empacho de orujo. Tan difícil se veía aquello que otro muy famoso colega de nuestro amigo dijo que ni loco, que bajo su responsabilidad personal se negaba a participar en aquello.
-¿Y que pasó?
-Lo que tenía que pasar, que los integrantes del contraataque se llevaron sartenazos hasta en la cartilla militar. Una paliza de las de enmarcar y enseñar a los amigos. La consecuencia inmediata fue que el protagonista de la historia fue puesto bajo el mando de un superior que, cosas de la vida, tuvo el tiempo justo para demostrar que era un tuercebotas de la peor especie que había llegado a donde había llegado gracias a sus amistades.
-Desde luego, pobre hombre.
-Y que lo diga. Y todo para acabar cayendo en combate pocos días después en una batalla desesperada cuando ya el frente se estaba deshaciendo como un azucarillo. Eso sí, con su vitola de héroe, condecoraciones y una excelente fama hasta nuestros días. Por desgracia, puede usted hartarse de preguntar por generales famosos de su ejército y muy pocos le dirán su nombre, al menos fuera de su país.
-Creo que tiene más que merecida la invitación.
-Claro que sí. Y prepare más de una botella, que la ocasión lo justifica. Y de paso, deje otra de mi parte para el parroquiano que identifique a nuestro amigo.
-Oido barra.

Buena caza. 8)