Publicado: Mar Abr 17, 2007 2:01 pm
por Domper
En la entrega anterior habíamos visto como se consiguió convertir la Penicilina de una curiosidad científica en un arma terapéutica. Lo que no sé es si se ha apreciado la magnitud del esfuerzo industrial que supuso.

Hoy día, desde que una nueva molécula inicia sus pruebas, hasta que esta comienza su uso clínico (no experimental) pueden pasar entre cinco y diez años. Buena parte de ellos debido al retardo que suponen los ensayos clínicos, que con la Penicilina pudieron ser mucho más breves, dada la increíble eficacia del producto. Y gracias también a la fortuna: el primer antibiótico descubierto ha resultado también el menos tóxico. De la Penicilina G, en particular, los libros de farmacología la describen como "atóxica" incluso en dosis cien veces superiores a las recomendadas. Probablemente sea el único medicamento que puede administrarse en concentraciones tan enormes que llegue a ser irritante (que no es lo mismo que tóxico). El único problema lo suponen las alergias, relativamente frecuentes.

Pero en 1943 la seguridad del medicamento no era un factor tan importante como se considera hoy. Lo que realmente fue un problema fue la producción, pues fue el primer medicamento extraído de microorganismos fabricado en gran cantidad. Eso quiere decir que hubo que desarrollar sobre la marcha técnicas antes inexistentes. Y se consiguió hacerlo en dos años. El precio de una dosis pasó de 20$ en Julio de 1943 (unos 240€ actuales) a 0,55$ en 1946 (unos 6€ actuales).

Como comparación, un avance igualmente radical ha sido la producción de anticuerpos monoclonales (es largo de explicar lo que son). Pues bien, desde que se iniciaron los experimentos con cultivos de células tumorales (es un tipo muy especial el que las produce) hasta que llegó al mercado el primer medicamento de este tipo, han pasado más de veinte años. Y respecto al precio… no se trata tanto del valor monetario (que depende de muchos factores, entre ellos la codicia del fabricante y los precios impuestos por los ministerios del ramo) sino de disponibilidad: en 1945 había suficiente Penicilina como para aplicarla a cualquier paciente que pudiera necesitarla. Cosa que no puede decirse de muchos medicamentos modernos como los anticuerpos monoclonales antes citados (que salen de las fábricas con cuentagotas).

Es decir, que la Penicilina requirió un esfuerzo industrial masivo. Su producción fue controlada por el War Production Board (WPT, se traduce por departamento de producción de guerra) que controló tanto la producciójn como la distribución de todo el medicamento fabricado. Tras investigar a 175 compañías seleccionó a 21 de ellas, algunas hoy muy conocidas: Lederle, Merck, Pfizer, Squibb, Abbott… El programa de la Penicilina recibió prioridad máxima (similar a la prioridad del proyecto Manhattan) para obtener cualquier material que se pudiese requerir. Los trabajadores de las fábricas fueron incentivados para aumentar la producción. Por ejemplo, Alber Elder escribió en 1943 a los fabricantes:

"Ustedes deben hacer saber a cada trabajador de su planta que la Penicilina que produzcan hoy salvará la vida de alguien dentro de unos días, o curará la enfermedad de un enfermo ahora incapacitado ¡Pongan carteles en las fábricas! ¡Incluyan avisos en los sobres de la paga! Deben crear un ambiente de entusiasmo que se extienda hasta el último trabajador de su fábrica."

Las noticias de la disponibilidad de una nueva droga milagrosa llegaron al público, que empezó a exigir Penicilina. Incluso los periódicos publicaron cartas en las que se exigía la distribución de la nueva droga. El doctor Chester Keefer, presidente del National Research Council's Committee on Chemotherapy (comité nacional de investigación en quimioterapia) tuvo una misión muy difícil: racionar la poca Penicilina disponible (especialmente para el mercado civil) y decidir cuando podría usarse, al mismo tiempo que se aprendía sobre la utilidad y las limitaciones del nuevo medicamento. El criterio inicial fue usar sólo la Penicilina cuando fracasasen otros tratamientos. Un aluvión de peticiones inundó al pobre Keefer, que trataba de tomar decisiones con criterios científicos y no emocionales.

http://www.bu.edu/today/news/photos/58_657_53.jpg
Dr. Chester Keefer (no he encontrado imágenes libres)

Afortunadamente el desarrollo de nuevas técnicas de producción (por compañías que competían entre sí por abaratar costes y aumentar la producción) hizo que la cantidad de medicamento disponible se multiplicase. El 15 de Marzo de 1945 el gobierno norteamericano anuló todas las restricciones existentes, y la Penicilina pudo adquirirse en las farmacias como cualquier otro medicamento. No sólo eso, pequeñas cantidades del medicamento llegaron a otros países, en parte por buena voluntad, en parte como arma diplomática. En España, el 10 de Marzo de 1944 fueron tratados los dos primeros enfermos: un ingeniero coruñés (que consiguió el medicamento vía Gibraltar) y una niña madrileña de nueve años (Amparo Peinado, a la que se le envió por avión el antibiótico desde Río de Janeiro). Lamentablemente, ninguno de los dos enfermos sobrevivió. El primer paciente salvado fue el Dr. Carlos Jiménez Díaz, en Agosto de 1944, tras enfermar de neumonía. La Fundación Jiménez Díaz honra su memoria.

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Dr. D. Carlos Jiménez Díaz

Seguirá