Publicado: Dom Oct 11, 2009 4:34 am
por Franz Berg
Tercera parte: El escándalo judicial
Después de que Kunz hubiera pasado 10 años bajo cautiverio ruso, el Kremlin finalmente decidió ponerlo en libertas el 4 de octubre de 1955. Poco después, la muerte de los niños de los Goebbels se convirtió en un caso para la acusación pública ya que el juzgado de la ciudad bávara de Berchtesgaden llevaba a cabo un procedimiento de carácter obligatorio para verificar la muerte de Hitler. Uno de los muchos testigos era Harri Mengershausen, un subinspector y oficial de la SS, que también había sido prisionero de guerra.
Mengershausen dio testimonio sobre el fallecimiento de Hitler, y luego el juez, Heinrich Stephanus, inició una investigación sobre el caso de Goebbels: “La muerte de los niños es todavía un completo misterio. No sabemos quien lo hizo ni cómo se hizo…al Dr. Kunze se le mencionó en alguna ocasión en este contexto.” Ni siquiera el juez o los testigos conocían la ortografía correcta del apellido de Kunz.

−El Dr. Kunze negó tres veces haber envenenado a los niños, (afirmó Mengershausen), y es entonces cuando Joseph Goebbels le subrayó que todavía tenía poder para dar ordenes y que él como miembro de las SS podía ser castigado por desobedecer una orden. Después de esto el doctor administró las inyecciones.
− ¿Pero esto lo sabe usted sólo de oídas? − Preguntó Stephanus.
−Lo sé porque me lo dijo él mismo. − Contestó Mengershausen.
Seis acusaciones de asesinato.
Por aquel entonces, Kunz se había establecido en Münster donde trabajaba como “voluntario” en la clínica dental del hospital universitario y como personal contratado, medico en este caso, por las nuevas fuerzas armadas alemanas, la Bundeswehr. El fiscal jefe Theodor Middeldorf inició una investigación preliminar contra Kunz por seis casos de asesinato con número de diligencias 6 Js 1041/56.
Durante los siguientes meses, Middeldorf interrogó a muchos testigos que habían sobrevivido y permanecido hasta el final en el bunker, como a la secretaria Traudl Junge, el ayudante Heinz Linge, el chofer Erich Kempka y su piloto Hans Baur.
Algunos ni siquiera habían oído hablar de Kunz, otros sí que conocían su historia y al mismo Kunz, pero Middeldorf no tenía la necesidad de testigos favorables a la acusación. Durante la primera vista, el dentista había confesado que había administrado morfina a los niños, declarando también que su colega médico Stumpfegger y Magda Goebbels se habían quedado a solas en la habitación. Cuando la mujer salió de la habitación, Kunz testificó que estaba llorando y que dijo que “todo había acabado.”
En enero de 1959 la fiscalía acusó formalmente a Kunz, pero no de asesinato, sino de colaboración necesaria en un homicidio en seis casos distintos. Desde el principio, la acusación pública descartó la posibilidad de que la amnistía de 1954 se aplicara en el caso de Kunz.
Al principio, se argumentó que la petición de participar en el asesinato de los niños no era una orden insalvable para Kunz, incluso si Magda Goebbels había afirmado que la orden provenía de su marido o de Hitler. El fiscal también argumentó que incluso si Kunz hubiera creído a Magda Goebbels debería haberse negado ya que el asesinato de los niños no era otra cosa que un crimen.
Miembros del Partido Nazi
Después de examinar diversos documentos durante tres semanas, el Juzgado Numero Uno del Tribunal Estatal de Münster dio por cerrado el procedimiento a instancia del gobierno bajo la premisa de que “cualquier persona considerado culpable en una situación que no estaba bajo su control debía como regla general recibir inmunidad.”
¿Debía esto ser de aplicación a un médico que se sentía amenazado por la esposa de un ministro? La ley de inmunidad no había sido promulgada para un caso como el de Kunz, al margen de cualquier interpretación. Quizás por ello los jueces escribieron que su decisión también se basaba en las “confusas circunstancias.”
Tres meses después, el Tribunal Regional de Apelación en Hamm confirmó la decisión del primer tribunal subrayando el peligro que había corrido el propio Kunz. Magda Goebbels, según este tribunal, “había dejado claro que Kunz moriría si no llevaba a cabo la tarea que se le había encomendado.”
Describir el hecho de ser cómplice en el asesinato de seis niños como “la tarea encomendada” es una manera bastante amarga de describir tal hecho. Estas fueron las palabras de los abogados, aunque no es sorprendente saber que el presidente del tribunal, el juez Gerhard Rose, nacido en 1903, y el presidente del Tribunal Regional de Apelación, Gerhard Ahlich, nacido en 1905, habían sido miembros del Partido Nazi, con números de afiliados 4 413 181 y 4 079 094 respectivamente. Ambos se habían afiliado al partido el 1 de mayo de 1937.
Ese mismo día, Kunz también se había afiliado al Partido Nazi.
Cenizas esparcidas en el Elbe
El dentista murió en Freudenstadt en 1976. Muy bien considerado en su comunidad, trabajó hasta su fallecimiento. Fue enterrado en el cementerio municipal en la sección R, sepulcro doble 10/11.
Según los archivos rusos, tras las autopsias de los cuerpos de los niños, así como de los cuerpos sus padres y de Hitler y Eva Braun, los cuerpos de los niños fueron enterrados a toda prisa cerca de Buch al noreste de Berlín. Fueron trasladados en dos ocasiones hasta que el politburó en Moscu ordenó la destrucción final de los restos bajo estrictas órdenes secretas ya que los rusos querían evitar ser el foco de atención pública por ello. La KGB recibió órdenes de llevar a cabo una operación clandestina bajo el nombre en clave de “Operación Archivo”
De acuerdo con un documento secreto, en la noche del 4 al 5 de abril de 1970, una unidad de la KGB desenterró “cráneos, huesos, costillas, vértebras y otros restos” que quemaron en una hoguera en su totalidad, para luego pulverizar dichos restos y arrojarlos al río Elbe.
Traducido del alemán al inglés por Christopher Sultan