Publicado: Jue Sep 13, 2007 3:02 am
por ParadiseLost
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Todos los nombres de los niños empezaban por la letra "H", en honor a Adolf Hitler.
Su trágico final, estará siempre ligado a los momentos más terribles de la caída del nacionalsocialismo, en la que los más ciegos fanatismos afloraron en un intento de negar la realidad de un mundo cambiante, en el que ya no había lugar para el régimen nacionalsocialista.

Helga Susanne
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Helga nació el uno de septiembre de 1932. Era la hija mayor del matrimonio Goebbels y la preferida de Adolf Hitler. Paso las vacaciones de 1936 con su abuela en Peenemünde. En 1939 sufrió una operación quirúrgica en el cuello. Fue asesinada a los doce años.

Hildegard Traudel
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Hildegard nació el 13 de abril de 1934, y sus hermanos la llamaban "Hilde". En una de las páginas de su diario, Joseph Goebbels se refería a ella como "ratoncito". Fue asesinada a los once años.

Helmut Christian
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Nació el 2 de octubre de 1935. Era el único hijo varón del matrimonio. Su deseo era ser de mayor revisor del metro. Su padre se refería a él en una de las páginas de su diario como "clown". Fue asesinado a los nueve años.

Hedwig Johanna
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Hedwig nació el 19 de febrero de 1937. La llamaban "Hedda". En 1944 comentó que cuando fuera mayor, quería casarse con el SS Günther Schwägermann. Curiosamente Schwägermann fue el encargado de quemar los cadáveres de sus padres un año después. Fue asesinada a los ocho años.

Holdine Kathrin
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Holdine nació el 1 de mayo de 1938. Su padre anotó en su diario que su nacimiento fue muy complicado. Fue asesinada a los siete años.

Heidrun Elisabeth
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Heidrun nació el 20 de octubre de 1940. Era el hijo más joven de Joseph y Magda Goebbels. Fue asesinada cuando apenas tenía 4 años.


Magda Goebbels ya tenía un hijo de una relación anterior, Harald Quandt, que nació el uno de noviembre de 1921, fruto de su matrimonio con el millonario Günther Quandt. En verano de 1929, el matrimonió se separó, al enterarse Günther de que ella tenía una aventura con un estudiante. Tras presionarle con unas supuestas cartas escandalosas, Magda consiguió la no poca despreciable cifra de 50.000 RM por una casa y 4.000 RM mensuales, con los que se pudo permitir una niñera y una cocinera.
El 19 de diciembre de 1931, Magda se casó de nuevo, esta vez con Joseph Goebbels. Harald, que por aquel entonces tenía 10 años, quiso asistir a la boda con su uniforme de la Hitlerjugend. Goebbels, que era católico, fue excomulgado al casarse con una protestante separada.
Fruto de ese matrimonio, vinieron al mundo 6 ñiños: Helda, Hildegard, Helmut, Hedwig, Holdine y Heidrun.

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Goebbels con su hijastro Harald, en febrero del 33.

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Harald el día de la boda.

Pronto la familia se convirtió en la familia modelo nazi, aunque la realidad era otra. Käthe Hübner, la que fuera durante dos años niñera de los Goebbels, ha escrito un libro recientemente en Alemania, Los hijos del ministro del Reich, donde pueden leerse algunos pasajes tan interesantes como los siguientes:
[...] En el fondo, los padres jamás tuvieron tiempo para sus hijos. Joseph Goebbels permanecía la mayor parte del tiempo en Berlín, lejos de los niños, dedicando todo su tiempo a aceitar el engranaje de la propaganda nazi y Magda, cuando no estaba en Berlín junto a su esposo y a Hitler, dedicaba las mañanas y las tardes a celebrar reuniones de té con amigos y amigas para hablar del futuro del proyecto nazi. [...]
Así, Käthe Hübner se ocupó todo el tiempo de los niños que vivían aislados en una mansión en Wandlitz, en el estado de Brandenburgo cerca a la capital, donde recibían educación con profesores privados.
[...] Goebbels, a pesar de haber sido excomulgado por la Iglesia, hacía rezar a los niños antes de las comidas en las escasas ocasiones en que la familia se reunía completa en la mansión. En aquellas veladas, Goebbels manifestaba un aprecio especial por su único hijo varón, Helmut, a quien le gustaba perseguir juguetonamente bajo las mesas y las camas de los cuartos y a quien siempre quiso que fuese "orgulloso y luchador". Las otras cinco hijas no recibían tantas atenciones de parte del padre que, sin embargo, las trataba con cariño. [...]

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Magda Goebbels con los niños Hilde, Holde, Hedda, Helga y Helmut.
Joseph Goebbels escribió el 30 de octubre de 1940 en su diario:
"43 años. Una pequeña mirada atrás. Los niños se divierten.
Permanecen de pie, recitan sus poemas y entregan sus regalos y ramos de flores.
Qué dulce. Miramos juntos la película que Heinz Rühmann rodó con los niños, para reír y llorar. Tan bonito..."


Hecha una pequeña introducción sobre los niños y el matrimonio Goebbels, paso a centrarme a los últimos días que los niños pasaron en el búnker, reodeados del ambiente opresivo que lentamente fue asfixiándolos hasta que llegó el trágico final de todos conocido.
La narración de los últimos días en el búnker, se inicia con los relatos de primera mano de Traudl Junge (en el libro Hasta el último momento.), la que fuera por entonces una de las secretarias personales de Adolf Hitler.

22 de abril, por la tarde
"La puerta se abrió y Goebbels fue al teléfono. Cuando volvió, buscaba a alguien. No había nadie más que los ordenanzas y yo. El mimistro me dijo: "Dentro de un rato llegará mi esposa con nuestros hijos. Por deseo del Führer, se van a quedar en su bunker. Por favor, tenga la bondad de recibir a mi familia". Dios mío, pensé, ¿dónde vamos a alojar a toda esa gente? Seis niños pequeños en este caos. Subí a la parte superior del bunker y busqué a Günsche. Vació una de las habitaciones, que estaba llena de maletas, cajas, muebles y provisiones y puso unas camas. [...]

Joachim Fest, recoge este momento en su libro El hundimiento y añade lo siguiente:
"Más frío y desapasionado que en sus discursos de victoria, Goebbels indicó también que los niños sólo podrían traer un juguete cada uno y que deberían venir sin mucha ropa de dormir porque todo eso "ya no era necesario"."

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Algunas imágenes de la celebración del cumpleaños de Goebbels en 1942.

Seguimos con Traudl Junge:
"Los seis niños juegan felices y contentos en los corredores. Leen sus cuentos en la mesa redonda que se encuentra en un rellano de la parte más profunda del bunker. No oyen los impactos cada vez más fuertes, sino que se sientes seguros cerca de su "tío". Por la tarde toman chocolate con Hitler y le hablan del colegio. Helmut, el único varón, lee la redacción que ha escrito para el cumpleaños del Führer. "Eso lo has copiado de papa", dice su hermana Helga. Y los adultos ríen cuando el chico contesta: "O papá de mí". Su madre lleva en el bolso el veneno que acabará con la vida de los seis niños."

"Las mujeres pasamos casi todo el tiempo juntas. Eva Braun se suma a nosotras. Jugamos con los niños y los perros. Todas las habitaciones están abiertas para nosotras, ya no se trabaja oficialmente en ninguna."

26 de abril
"Fue Hanna Reitsch quien metió por la noche a los hijos de Goebbels en la cama. Eva Braun le ayudó. La señora Goebbels apenas tenía fuerzas para mantener la calma ante sus hijos. Estar con ellos le causaba tanto dolor que luego se echaba a llorar. Ella y su marido ya solo eran sombras y estaban entregados a la muerte."

"Al pasar por la puerta de la habitación de los niños, oí cantar a las seis claras vocecitas. Entré. Estaban sentadas en las literas y se tapaban los oídos para no estorbarse en el canto a cuatro voces. Hanna Reitsch cantaba con ellos y los dirigía. Luego se desearon alegremente "buenas noches" unos a otros y se quedaron dormidos. Solo la mayor, Helga, tenía a veces una expresión triste en sus grandes ojos marrones. Era la más silenciosa, y a veces pienso con horror que esta alma infantil se daba cuenta de que los mayores mentíamos."

"Salí de la habitación de los niños y me pregunté cómo un ser humano podía consentir que estas criaturas murieran por su culpa. La señora Goebbels habló conmigo sobre esto, pues ya no había diferencias de clases, el destino nos había unido. Esta mujer era quien más sufría de todos nosotros. Le esperaban seis muertes, mientras que los demás solo teníamos que enfrentarnos a una. "Es mejor que mis hijos mueran a que vivan en la vergüenza y el oprobio. Nuestros hijos no tienen sitio en una Alemania como la que habrá después de la guerra"."

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Más imágenes de propaganda: la familia modelo nacionalsocialista.


Hanna Reitsch, en su biografía, también cita a los hijos de los Goebbels:
"En los ratos en que no estaba ocupada en cuidar a von Greim, me dedicaba a los hijos de Goebbels. Poco después de haber saludado a Hitler, la Sra. Goebbels me acompaño a su habitación, una planta más arriba, donde pude asearme y quitarme de encima todo el polvo y suciedad del viaje. Cuando entré en esta habitación vi seis caritas de niños entre cuatro y doce años de edad, que me miraban con curiosidad. ¡Yo sabía volar! Aquello fue algo que abrió inmediatamente una puerta a la fantasía de los niños y mientras me aseaba, todavía conmocionada por lo vivido en las últimas horas, los niños no paraban de preguntarme y con ello me permitieron entrar en su colorido mundo de fantasía, alejándome un tanto de la cruda realidad que nos rodeaba. A partir de entonces tenia que acudir a su cuarto en cada comida para contarles historias de los países lejanos en que había estado y gentes que había conocido, contarles mis vuelos o cuentos que escuchaban con avidez. El amor de hermanos que reinaba entre los pequeños era conmovedor. Si uno de ellos estaba enfermo y por ello tenía que estar en la habitación contigua separado del resto, tenía que interrumpir de vez encunado mi narración, para que uno de ellos fuera corriendo a la otra habitación a contar a su hermanito lo que yo había relatado. Nos entreteníamos cantando a diferentes voces y les enseñé un auténtico "Tirloer Jodler" que aprendieron rápidamente.
El ruido de los bombardeos que venía del exterior no les preocupaba; porque pensaban, tal y como les había contado el "Tío Adolf" que con esto vencía al enemigo, y si en algún momento alguno de los más pequeños sentía miedo por el estrépito de las bombas rusas, los hermanos mayores le tranquilizaban y convencían con esta "versión".
A pesar de esta tranquila y pacífica imagen, la realidad no cambiaba, y la tensión crecía con cada hora, cada minuto, hasta llegar a ser insoportable. "Mañana si dios quiere, te despertarán otra vez" , cantaba a los niños por la noche antes de ir a dormir. ¿Alguien estaba seguro de que realmente fueran a despertar otra vez?."


Y la misma Hanna acaba con:
"Hitler estaba en la sala de mapas. Me despedí de él con un apretón de manos. No encontraba palabras, ¿qué podía decirle en tal situación?, le miraba mientras él con voz apagada, casi inaudible dijo: "que Dios le proteja". La Sra. Goebbels, a quien durante aquéllos días vi como un ejemplo de serenidad en medio de aquél caos, me dio una carta para su hijo (1), habido de su primer matrimonio. Los niños estaban ya durmiendo, y hubiera querido poder verlos una vez más."

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Rommel visita a los Goebbels y es recibido por los niños.


Traudl Jungue prosigue su relato:
"Eva Braun escribe cartas de despedida. Ha enviado a Munich todos sus trajes, las joyas y todo lo que tenía valor para ella."

"Juego con los hijos de Goebbels, les leo cuentos, juego a prendas con ellos e intento mantenerlos al margen de todo lo horrible. Su madre apenas tiene fuerzas para estar con ellos. Por la noche duermen tranquilos en sus seis camitas, mientras que en el búnker la espera prosigue y la catástrofe se va acercando."


Traudl Junge también se refiere a los seis niños en el documental La secretaria de Hitler: el ángulo muerto. Transcribo algunos fragmentos de la entrevista:
"Y en ese búnker también estaban los niños, y esa Sra. Goebbels moviéndose como un fantasma, con el veneno en el bolsillo. Ya no podía hablar con sus hijos. A los niños les explicaron: "Os tenemos que vacunar, estando aquí con el tío Hitler, dentro del búnker, porque hay mucha gente junta." Pero a menudo me daba la sensación de que Helga, la mayor, que ya tenía diez años, tenía una mirada muy triste. Estaba tan callada... Me parece que esa niña intuía algo. Fue terrible."

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Más imágenes aparecidas en los films de propaganda.


30 de abril
"De repente, siento la necesidad apremiante de marcharme lo más lejos posible. Casi huyo por la escalera que conduce a la parte superior del búnker. Pero a media altura veo abandonados a los hijos de Goebbels. En su dormitorio se sentían olvidados, nadie les ha dado de comer. Se han puesto a buscar a sus padres, a la tía Eva y al tío Hitler. Los llevo a la mesa redonda. "Niños, venid conmigo, yo os daré de comer. Los adultos tienen hoy tantas cosas que hacer que no les queda tiempo para vosotros", les digo con tanta serenidad como puedo. Les doy zumo, preparo rápidamente unos bocadillos y alimento a los niños, hablo con ellos y los distraigo. Hablan de la seguridad del búnker. Casi les divierte escuchar las explosiones, que saben que no les pueden hacer daño. De repente suena un disparo, tan fuerte, tan cerca, que todos enmudecemos. El ruido se extiende por todas las habitaciones. "Ha dado en el blanco", dice Helmut sin imaginarse cuánta razón tiene. El Führer ha muerto."

Traudl Junge sigue aportando más datos en el documental La secretaria de Hitler:
"También tengo que decir que la doncella de Eva Braun, Liesl, había insistido mil veces a la Sra. Goebbels: "Yo me llevo a sus niños, trataré de salvarlos." Y la Sra. Goebbels dijo: "No, eso es imposible. En un país, en una Alemania sin nacionalsocialismo, mis hijos no tienen ninguna posibilidad. No les expondré al escarnio y a la deshonra."


1 de mayo
Magda Goebbels se fue a sus apartamentos del antebúnker. Ya se había reunido varias veces con el médico de Hitler, el doctor Stumpfegger, y el ayudante de la administración de sanidad, doctor Kunz, para saber como se podía matar a los niños rápidamente y sin dolores. También había entregado a Hanna Reitsch una carta para su hijo del primer matrimonio, Harald Quandt, en la que trataba de explicar su determinación. Había decidido, escribía, dar a su vida nacionalsocialista "el único final decoroso posible". Luego continuaba:
"Has de saber que me he quedado con papá en contra de su voluntad, que todavía el domingo pasado el Führer quería ayudarme a salir de aquí. Para mí no había lugar a reflexiones. Nuestra maravillosa idea desaparece; con ella, todo lo hermoso, admirable, noble y bueno que he conocido en mi vida. El mundo que venga después del Führer y del nacionalsocialismo no merece que se viva en él, y por eso me he traído aquí a los niños. Son demasiado valiosos para la vida que vendrá después de nosotros, y un Dios misericordioso me comprenderá si los libero yo misma."

Esa noche, Magda Goebbels acostó a los niños con una bebida soporífera, seguramente ordenó ponerles también una inyección de morfina y a continuación, en presencia del doctor Stumpfegger, les abrió la boca y les echó unas gotas de ácido prúsico. Sólo parece que se defendió la hija mayor, Helga, que ya los días anteriores había preguntado con inquietud que iba a pasar con todos ellos (2); en cualquier caso, las contusiones que presentaba el cuerpo de aquella niña de doce años indicaba que le había suministrado el veneno haciendo uso de la fuerza. Con el rostro gris y diciendo "Está consumado" bajó Magda Goebbels al búnker profundo donde la esperaba su marido, se metió con él en su cuarto de estar y, llorando, empezó a hacer solitarios.

Pero hay más versiones sobre como Magda Goebbels acabó con la vida de sus hijos. Según Rochus Misch, telefonista y miembro de la Leibstandarte, Magda administró cacao a sus hijos, mezclado con un somnífero. Después los peinó y los vistió con los camisones blancos. Más tarde entró en la habitación el doctor Stumpfegger, y después de estar un par de horas llorando, Magda volvió a bajar y empezó a jugar a cartas. Otros informes sostienen que Magda no intervino para nada en el proceso y que lo dejó todo en manos de uno de los doctores. Otras fuentes afirman que no fue el doctor Stumpfegger, sino el doctor de las SS, Helmut Kunz, el que llevó a cabo el infanticidio.

Más tarde, el matrimonio Goebbels también puso fin a su vida. Cito textualmente del libro de Joachim Fest:
Hacia las ocho y media se levantó Goebbels sin previo aviso y se fue al guardarropa. Se puso la gorra y los guantes y se dirigió en silencio con su mujer a la puerta del búnker, pasando junto a varias personas que estaban por allí. Magda Goebbels se había puesto la Insignia de Oro de Hitler que éste le había entregado tres días antes. Sólo una vez, ya al pie de la escalera, dijo Goebbels unas palabras al telefonista Rochus Misch: que ya no lo necesitaba. Y al salir añadió: "Les jeux sont faits".
Arriba, ya en la puerta, la pareja se detuvo un brevísimo instante y salió después al exterior, a la luz de los incendios que rugían en torno a ellos. Cuando Schwägermann (3), desde la escalera, creyó haber oído un disparo, hizo una señal a los SS que estaban esperando y juntos subieron varios bidones de gasolina. Como Goebbels había pedido que antes de incinerarlos se cerciorasen de que él y su mujer estaban realmente muertos,, Schwägermann mandó acercarse aun soldado de guardia, y éste disparó uno o dos tiros contra los cadáveres, que yacían muy cerca de la salida del búnker. Luego llegaron algunos ordenanzas, rociaron de gasolina a los muertos y les prendieron fuego. Una rugiente nube de fuego envolvió enseguida los cuerpos; sin embargo, también esta vez se apagó a los pocos minutos. Pero entretanto todos estaban atareados con la propia huida, y nadie volvió a preocuparse de los restos semicarbonizados que yacían en el jardín de la cancillería.
Otras fuentes hablan de que se suicidaron al ingerir ácido cianhídrico o que ordenaron que se les disparase.
De cualquier modo, tanto el trágico final de los Goebbels, como el de sus hijos, está lejos de ser esclarecido en cuanto al "como".

¿Y que sucedió con los cuerpos de los niños y los Goebbels?
El dos de mayo, dos oficiales soviéticos, pertenecientes a las unidades del mariscal Koniev, llegaron al búnker y le preguntaron al técnico jefe del búnker, Johannes Hentschel, que donde estaba Hitler y escucharon con interés su relato sobre la boda del Führer, sobre el suicidio y la incineración de los cadáveres. A continuación pidieron ver las habitaciones de la familia Goebbels y, después de echar una breve mirada a los niños muertos, volvieron a cerrar la puerta horrorizados.
Los cadáveres de Los Goebbels y de los niños, que fueron sacados de sus camas, se colocaron en el jardín del búnker y fueron filmados y fotografiados para la propaganda soviética.

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Las imágenes del horror.

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Helmut y Magda.

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Hans Voss identificando los cuerpos.

Sus restos fueron enterrados en los jardines del cuartel general del KGB en Magdeburgo en 1946. Más tarde, Yuri Andropov, presidente del KGB, ordenó quemar por completo y destruir definitivamente los restos de los Goebbels, de sus hijos, de Hitler y de Eva Braun. Sus cenizas fueron arrojadas al río Elba.

En las fotografías de la época, los niños aparecían muy a menudo con sus vestidos blancos. Vestidos que recuerdan a los pijamas que lucían cuando sus cuerpos fríos fueron alineados en el suelo del jardín del búnker y las fotografías ya no despertaban en ellos ningún interés. Quizás en aquellas primeras fotos ya estaban vestidos con aquellos pijamas blancos. Quizás ya estaban esperando como fantasmas ingrávidos, que la historia tomase su ineludible curso.
http://video.google.com/videoplay?docid ... 6504385280

(1) La carta fue escrita por Magda Goebbels el 28 de abril.
(2) Dato que también confirma el testimonio de Traudl Junge en su libro Hasta el último momento.
(3) El Hauptsturmführer Günter Schwägermann había prometido a Goebbels que se encargaría él mismo de incinerar sus cadáveres.


Fuentes: http://www.forosegundaguerra.com/viewtopic.php?t=4599
http://www.radiolaprimerisima.com/articulos/451
http://www.radiojai.com.ar/OnLine/notiD ... icia=17539
http://de.wikipedia.org/wiki/Magda_Goebbels
http://en.wikipedia.org/wiki/Goebbels_children
El hundimiento, de Joachim Fest
Hasta el último momento, de Traudl Junge
La secretaria de Hitler: el ángulo muerto, de André heller y Othmar Schmiderer


Saludos