Publicado: Mar Nov 30, 2021 1:36 pm
por Kurt_Steiner
En 1933 Hitler firmó el Reichskonkordat (Reich Concordat), un tratado con el Vaticano que requería que el régimen respetara la independencia de las instituciones católicas y prohibía al clero participar en política. Sin embargo, el régimen continuó atacado a las iglesias cristianas para debilitar su influencia. A lo largo de 1935 y 1936, cientos de clérigos y monjas fueron arrestados, a menudo con cargos falsos de contrabando de divisas o delitos sexuales. Goebbels dio amplia publicidad a los juicios en sus campañas de propaganda, mostrando los casos de la peor manera posible. Se impusieron restricciones a las reuniones públicas y las publicaciones católicas se enfrentaron a la censura. Las escuelas católicas debían reducir la instrucción religiosa y los crucifijos fueron retirados de los edificios estatales. Hitler a menudo dudaba sobre si la Kirchenkampf (lucha de la iglesia) debería ser una prioridad, pero sus frecuentes comentarios incendiarios sobre el tema eran suficientes para convencer a Goebbels de que intensificara su activiad al repecto y, en febrero de 1937, declaró que quería eliminar la iglesia protestante.

En respuesta a la persecución, el Papa Pío XI hizo que la encíclica "Mit brennender Sorge" ("Con preocupación ardiente") se introdujera de contrabando en Alemania para el Domingo de la Pasión de 1937 y se leyera desde todos los púlpitos. Denunció la hostilidad sistemática del régimen hacia la Iglesia. En respuesta, Goebbels renovó la represión y la propaganda del régimen contra los católicos. Su discurso del 28 de mayo en Berlín frente a 20.000 miembros del partido, que también fue transmitido por radio, atacó a la Iglesia católica por ser moralmente corrupta. Como resultado de la campaña de propaganda, la inscripción en las escuelas confesionales se redujo drásticamente, y en 1939 todas esas escuelas se disolvieron o se convirtieron en instalaciones públicas. El hostigamiento y las amenazas de encarcelamiento llevaron al clero a ser mucho más cauteloso en sus críticas al régimen. En parte por preocupaciones de política exterior, Hitler ordenó una reducción de la lucha contra la iglesia para fines de julio de 1937.

Imagen
La Sinagoga vieja Ohel Jakob, Munich, después de la Kristallnacht.
https://en.wikipedia.org/wiki/Joseph_Goebbels

Goebbels era antisemita desde joven. Después de unirse al Partido Nazi y conocer a Hitler, su antisemitismo creció y se volvió más radical. Comenzó a ver a los judíos como una fuerza destructiva con un impacto negativo en la sociedad alemana. Después de que los nazis tomaron el control, instó repetidamente a Hitler a tomar medidas contra los judíos. A pesar de su antisemitismo extremo, Goebbels habló de la "basura del materialismo racial" y de la innecesario racismo biológico. También describió la ideología de Himmler como "en muchos aspectos, loca" y pensó que las teorías de Alfred Rosenberg eran ridículas.

El objetivo del Partido Nazi era sacar a los judíos de la vida cultural y económica alemana y, finalmente, sacarlos del país por completo. Además de sus esfuerzos de propaganda, Goebbels promovió activamente la persecución de los judíos a través de pogromos, legislación y otras acciones. Las medidas discriminatorias que instituyó en Berlín en los primeros años del régimen incluyeron prohibiciones contra el uso del transporte público y exigir que las tiendas judías estuvieran marcadas como tales.

En noviembre de 1938, el diplomático alemán Ernst vom Rath fue asesinado en París por el joven judío Herschel Grynszpan. En respuesta, Goebbels dispuso que la prensa publicara material antisemita inflamatorio y el resultado fue el inicio de un pogromo. Los judíos fueron atacados y las sinagogas destruidas en toda Alemania. La situación se vio agravada aún más por un discurso que Goebbels pronunció en una reunión del partido la noche del 8 de noviembre, en el que pidió indirectamente a los miembros del partido que incitaran más violencia contra los judíos mientras aparentaban ser una reacción espontánea del pueblo alemán. Al menos un centenar de judíos fueron asesinados, varios cientos de sinagogas fueron dañadas o destruidas, y miles de tiendas judías fueron vandalizadas en un evento llamado Kristallnacht (Noche de los cristales rotos). Alrededor de 30.000 hombres judíos fueron enviados a campos de concentración. La destrucción se detuvo después de una conferencia celebrada el 12 de noviembre, en la que Göring señaló que la destrucción de la propiedad judía era, en efecto, la destrucción de la propiedad alemana, ya que todas las posesione de los judíos iban a ser confiscadas.