Publicado: Mar Feb 24, 2009 11:52 pm
por Bitxo
Pues sí, Simon: reglas para sabernos matar. Dicho de otra manera, el matiz quizás te resulte más provechoso: reglas para matarnos en su justa medida. O para no matarnos demasiado.

La guerra es inevitable. Esta es la primera regla, la demostrada durante milenios de civilización humana. Teóricamente, la única manera que no hayan guerras es que se imponga una única nación. Pero hasta ello resulta utópico, pues en esta nación global habrán revoluciones o nacionalismos disidentes.

Fuller cita un diálogo de La República, de Platón, donde el filósofo conversa con Glaucón, su hermano:

Sócrates: Entonces, ampliaremos nuestras fronteras; porque el Estado original ya no es suficiente... y proliferarán animales de muchas otras especies, si la gente accede a comerlos.
Glaucón: Desde luego.
Sócrates: El país que bastaba para sustentar a los habitantes primitivos será ahora demasiado pequeño e insuficiente.
Glaucón: Es cierto.
Sócrates: Anhelaremos, pues, un pedazo del territorio vecino para dedicarlo al pastoreo y a la labranza, y ellos querrán un pedazo del nuestro, si, al igual que nosotros, sobrepasan el límite de su necesidad y ceden al deseo de acumular riquezas sin límite. ¿No es cierto?
Glaucón: Eso será inevitable, Sócrates.
Sócrates: Iremos a la guerra, Glaucón, ¿no te parece?
Glaucón: Desde luego.
Sócrates: Entonces, sin determinar aún si la guerra ocasiona beneficios o daños, podemos afirmar que deriva de las mismas causas que las de casi todos los males de los Estados, tanto particulares como públicos.
Glaucón: Indudablemente.


(Batallas decisivas del mundo occidental, J. F. C. Fuller)

Así que si la guerra es algo propio de nuestra civilización, y por tanto inevitable al menos hasta cierto punto, lo menos que podemos hacer es imponerle reglas. Y estas pueden resultar hipócritas... hasta que eres un civil indefenso bajo una lluvia de bombas, o estás en la cola de una supuesta ducha desinfectante. Puede que el fin sea inevitable, pero siempre podemos elegir los medios. En todo crímen hay grado.