Publicado: Jue Abr 17, 2008 3:57 am
por Roul Wallenberg
<center>El agente que vivió dos veces.</center>


"Sólo se Vive Dos Veces" es una famosa novela de Ian Fleming que fue llevada al cine en la serie acerca del aún más famoso agente James Bond. ¿Se puede vivir dos veces? - Parece que sí - y no en una novela, sino en la realidad, como en el relato que sigue a continuación:
El asesino de la Gestapo que vivió dos veces era un notorio criminal de guerra nazi, responsable de matanzas espantosas. Pero Horst Kopkow burló a la horca cuando el espionaje británico lo puso en su nómina.

Publicado en el Times de Londres a partir del Domingo 7 de Agosto de 2005.
Por Sarah Helm, autora de "Una Vida en Secretos: La Historia de Vera Atkins (*) y los Agentes Perdidos del SOE ".

Traducción y adaptación de R.W.
(*)Sobre Vera Atkins, ver apéndice al final el post





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El más exitoso de los cazadores de espías de Hitler, un nazi reaccionario que dirigió la captura de muchos agentes que se lanzaron en paracaídas o que se infiltraron en la Europa ocupada por Alemania, enfrentaba un juicio por crímenes de guerra cuando la inteligencia británica solicitó su envío a Londres para ser sometido a lo que la carta-solicitud llamaba "interrogatorio especial". Pero..... "cuando él llegó aquí" escribió el Tte. Cnel. Paterson, "fué sometido a un control de temperatura y después de dos días fué enviado al hospital, y luego dijimos que lamentábamos comunicar que había muerto de bronconeumonía antes de que pudiéramos obtener cualquier información de él. "

El oficial emitió un certificado de defunción y dijo a los investigadores de crímenes de guerra que Kopkow había sido enterrado "en el sector del cementerio militar local asignado a los prisioneros de guerra que han fallecido aquí ".

Kapkow casi seguramente había burlado la horca: un tribunal de crímenes de guerra habría oído pruebas de asesinatos tan brutales y atroces como ninguno en la segunda guerra mundial. Kopkow, un oficial de contrainteligencia brillante, era despiadado, cruel y de sangre fría. Sus víctimas rutinariamente eran torturadas, a veces atados y golpeadas hasta dejarlas como una pulpa, ejecutadas con un tiro de gracia en la nuca o por una inyección letal; y muchas fueron mujeres, como la heroína Violette Szabo, quien obtuvo en forma póstuma la Cruz de San Jorge y la Croix de Guerre, cuyo coraje y asesinato son el tema de la ahora famosa película "Tallan su nombre con el orgullo".

Kopkow fue responsable de la captura y el asesinato de al menos 100 agentes entrenados por el Directorio Ejecutivo de Operaciones Especiales (SOE) y a los que lanzó en paracaídas detrás de líneas enemigas. Casi siempre los investigadores descubrieron la responsabilidad de Kopkow de su espantoso final. En los tres años siguientes desde el término de la guerra, los que habían entrenado y enviado a los agentes a sus misiones habían investigado y establecido el destino de ellos y tomaron la determinación de hacer pagar a Kopkow por sus crímenes.

Ellos deben haberse sentido burlados por su muerte; pero lo que no sabían era que sus propios colegas británicos los habían engañado.

La memoria del Holocausto es el laberinto moral de Alemania, la que finalmente lo admite en su oscuro pasado. Así también el MI6 que protegió al nazi que mató a más de 100 agentes británicos. Por los días en que el Tte. Crnel Paterson informaba del entierro de Kopkow, el nazi comenzaba una nueva vida con una nueva identidad, como un servidor de la Corona. El MI6 había decidido que Kopkow era un activo que debía ser protegido y utilizado y por ello había falsificado su muerte y su internamiento. El agente se convirtió en "Peter Cordes", un gerente de fábrica y, por la época en que Isabel II fue entronizada, en un espía del Servicio Secreto de Su Majestad, libre para reunirse con su familia, libre para viajar dirigido por sus nuevos patrones, libre aún para galantear durante numerosas vacaciones en los Alpes o en el Mediterráneo con sus amantes, dejando a su esposa e hijos en casa.

En su sala de estar, en la ciudad nor-alemana de Gelsenkirchen, Gerda Kopkow mira detenidamente la carta oficial británica escrita hace 58 años. Gerda, de 92 años, nunca había visto la carta antes, pero ella sabe que ésta es una mentira oficial. "Ja, ja, das ist mein Mann " (sí, sí, él es mi marido) dice con impaciencia al comenzar a leerla, "Pero él murió aquí en Gelsenkirchen en 1996" declara Gerda con una semisonrisa.

Kopkow había convencido a los servicios secretos británicos que él tenía información valiosa sobre los soviéticos, y en la campaña de la posguerra para asegurar la inteligencia sobre los espías soviéticos, aquella información lo salvó de la soga del verdugo. Gerda lee la carta y sonríe otra vez.

"Los británicos me dijeron además que yo tendría que fingir que él estaba muerto, y así les dije a todos mis amigos: que él había muerto. Pero rechacé decírselo a los niños, les dije que ellos tendrían que fingir también."

La carta y el testimonio de la viuda de Kopkow proporcionan las primeras pruebas irrefutables que la inteligencia británica deliberadamente protegió a un criminal de guerra nazi, al que luego empleó para espiar para Gran Bretaña.

En los años 1980 el mundo se escandalizó por las revelaciones de que los EE.UU. habían protegido a nazis como Klaus Barbie, el "Carnicero de Lyon". La indignación pública en los EE.UU provocó el dictamen del Acta de Descubrimientos de Crímenes de Guerra Nazis de 1998. Ahora se sabe que la Agencia Central de Inteligencia (CIA) protegió y empleó a decenas de criminales de guerra nazis durante la guerra fría, empero los británicos siempre ocultaron cualquier duplicidad como ésa.

Horst Kopkow nació el 29 de noviembre de 1910, en Ortelsburg, que estaba entonces en la provincia alemana de Prusia Oriental, y ahora llamada Szcytno en Polonia. Hijo de un hotelero y comerciante, Horst era el menor de seis niños; perdió a sus dos hermanos mayores en campos de batalla franceses en la primera guerra mundial. Según Gerda, las muertes de sus hermanos y la derrota alemana provocaron un efecto permanente sobre el joven Horst .

Comenzó los estudios para convertirse en farmacéutico pero, como muchos otros jóvenes alemanes, en la adolescencia se convirtió al nacismo. A la edad de 21 años, Kopkow era ya un líder de la sección local del Partido Nacional Socialista y Gerda a su vez era una líder de un grupo nazi femenino. Gerda declaró: "Nosotros estábamos orgullosos de haber creído en todo aún antes que Hitler se hiciera popular. Nosotros éramos jóvenes, era apasionante para nosotros."

Hacia 1933, cuando Hitler subió al poder, Kopkow se había unido a las SS. "Las SS era los hombres de negro " recuerda Gerda, riendo. "Él estaba orgulloso de ser un hombre de negro y ellos estuvieron contentos de tenerlo. Él siempre quería ser el mejor y era más inteligente que aquellos que lo rodeaban."

En 1937, Kopkow fue promovido y trasladado con su esposa y dos niños a Berlín para hacer trabajo de inteligencia en el centro neurálgico de la policía de seguridad nazi - la Oficina central de Seguridad de Reich (RSHA). Primero dirigida por Reinhard Heidrich, el planificador principal de Hitler de la "Solución Final ", el RSHA era el departamento central SS desde donde se dirigía a todos los funcionarios de la policía secreta y de los órganos de seguridad del Tercer Reich.



<center>Ficha personal de Horst Kopkow en las SS

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Hacia 1939, Kopkow era un Kriminalkommissar en el departamento IV del RSHA, responsable de la Gestapo (Geheim Staatspolizei), encabezada por el Obergruppenführer Heinrich Mueller. Una subdivisión del departamento IV era la sección IV-2-A, donde Kopkow era el responsable de la captura de espías, enemigos y saboteadores.


<center>Heinrich Müller, jefe de la GESTAPO (1900-¿)

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Hitler mismo dispuso los objetivos de sus cazadores de espías en su "Orden de Comandos ", la que disponía que "todas los supuestos enviados en misiones de comandos, incluso si ellos sean soldados vestidos de uniforme, armados o desarmados, deben ser muertos hasta el último hombre".


Una vez interrogados, los agentes fueron eliminados bajo la indicación del decreto "Nacht und Nebel". Ellos debían literalmente "desaparecer" como en "la noche y la niebla ". Fueron enviados a campos de concentración para ser ahorcados, muertos de un tiro, gaseados o inyectado con una sustancia mortal, y sus cuerpos quemados en los hornos - en algunos casos aún vivos - sin que ningún rastro de ellos o del modo en que habían muerto pudiera ser encontrado.

Pero los rastros de los agentes británicos fueron encontrados en el primer campo de concentración liberado por los aliados en abril de 1945. Cuando tropas estadounidenses entraron en Buchenwald, los sobrevivientes revelaron que agentes británicos habían sido ahorcados lentamente por medio de cables conectados a ganchos de carnicería en el sótano de crematorio.

Los casos SOE se convirtieron en el foco de una investigación de crímenes de guerra conducida por Vera Atkins, una oficial jefe del SOE que había formado a agentes y que había sentido un compromiso personal para con muchos. Bajo el mandato del juez abogaron ante el departamento del general al mando de la Oficina de Guerra. Los cazadores de nazis especialistas le ayudaron, sobre todo los alemanes o exiliados austriacos judíos que eran miembros del "Pajar" (haystack), así llamado porque el encontrar criminales nazis de guerra en la devastación de Alemania de la posguerra se parecía a la búsqueda de una aguja en un pajar . En el rastreo de las zonas aliadas de ocupación en Alemania, a mediados de 1946, Atkins estableció que cuatro mujeres británicas - capturadas detrás de las líneas en Francia ocupada - estaban entre 90,000 asesinadas en el campo de concentración para mujeres de Ravensbruck.

Una de las mujeres SOE, Cicely Lefort, fue llevada al subcampo de exterminio de Ravensbrück y gaseada en una furgoneta. Sus agentes colaboradoras Violette Szabo, Lilian Rolfe y Denise Bloch fueron obligadas a trabajar hasta el agotamiento, encarcelados en un bloque de castigo y se les pegó un tiro en la nuca. Sus cuerpos fueron quemados inmediatamente.



<center>Ingreso al campo de concentración de Natzweiler - Struthof

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Entonces Atkins investigó las identidades de cuatro cadáveres de mujeres ennegrecidos que habían sido vistos en un horno por un fogonero del crematorio de un campo de concentración poco conocido llamado Natzweiler, en Alsacia. Las pruebas demostraron que aunque habían administrado a las mujeres inyecciones mortales, sus gemidos fueron oídos mientras las desnudaban y arrastraban hacia el horno. Una mujer se despertó cuando la empujaban hacia las llamas y rasguñó la cara de su verdugo. Tras un tiempo, Atkins estableció que las muertas eran Diana Rowden, Vera Leigh, Sonia Olschanesky y Andrée Borrel, todas agentes de la sección francesa del SOE.


<center>Andrée Borrel

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Diana Rowden

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Sonia Olchanezky

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Vera Leigh

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Yolande Beekman

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Natzweiler; sobre estas explanadas estaban los blocs de prisioneros, abajo, el crematorio

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Crematorio

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El único horno conque contaba el campo

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Otras pruebas demostraron entonces que en Dachau tres mujeres más del SOE fueron golpeadas y luego se les pegó un tiro. Una cuarta mujer, Noor Inayat Khan, también murió en Dachau. Después que se le pusieron grilletes con cadenas durante meses, fue golpeada "hasta que ella era una masa sangrienta" y se le disparó. Su última palabra fué "liberté".



<center>Noor Inayat Khan

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Al final de la guerra, ya se sabían entre los aliados los nombres de los mayores criminales de guerra y ellos fueron encausados en Nüremberg, donde la Gestapo fue declarado una organización criminal. Muchos del personal de los campos de concentración SS rápidamente fueron descubiertos y varios de los asesinos de los agentes fueron juzgados y ejecutados. La defensa montada por los abogados de los asesinos, de que éstos obedecían instrucciones sobre "la ejecución legal de espías", fue rechazada de primera mano.




<center>Dos de las agentes británicas asesinadas en Dachau:


Eliane Plewman

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Madeleine Damerment

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Lápida conmemorativa en el lugar de Dachau donde fueron ejecutados agentes británicos del SOE

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Esta arboleda ocultaba de la vista del resto de los prisioneros el lugar de ejecución

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Horno crematorio en Dachau, al lado, placa conmemorativa de las agentes del SOE que fueron muertas e incinerados allí

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Cuando Atkins comenzó su investigación, no tenía ninguna razón para saber de Horst Kopkow. Pero a medida que interrogaba más y más personal de la Gestapo empezó a oír también cada vez más el nombre de Kopkow. En una clasificación de agentes de la Gestapo, uno de ellos llamado Walter Herberg fue llamado a declarar e informó que los agentes infiltrados fueron llevados directamente a un hombre llamado Kopkow , en Berlín y luego "desaparecieron". Herberg mencionó a dos mujeres rusas que trabajaban para los británicos. "Esas dos fueron llevadas a la oficina de Kopkow y se le entregaron personalmente, nunca fueron vistas de nuevo." También mencionó a un holandés de apellido Van de Velde; Kopkow había ordenado una interrogación "áspera", que significaba "12 golpes con un látigo de cuero de buey".

Atkins fue informado por otros hombres de la Gestapo que Kopkow era quien había enviado el "Sonderbehandlung", o la "orden de tratamiento especial" para espías capturados. Kopkow procuró pasar desapercibido y su nombre raras veces aparecía en las órdenes de ejecución . Pero en el contacto cotidiano con Berlín mientras examinaba a Kopkow, Atkins descubrió que era él quien dirigió todo el trabajo administrativo; por ejemplo insistía en la confección de "ingresos" para los prisioneros.



<center>Placa que utilizaban los agentes de la Gestapo para identificarse como tales

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En el caso Natzweiler resultó que los oficiales locales de la Gestapo dos veces habían pedido instrucciones al departamento de Kopkow IV-2-A sobre dónde llevar a las mujeres prisioneras, y que fueron instruidos de llevarlas al campo de concentración. Un hombre de la Gestapo, Wassmer, al ser citado dijo que todas las instrucciones para el transporte de mujeres SOE a Dachau vinieron desde Berlín, y específicamente de Horts Kopkow del departamento IV-2-A. La Vollzugszettel ( nota de ejecución) también fue recibido desde Berlín, dijo Wassmer. Otto Preis, a quien Atkins identificó como de la sección de protección especial de la Karlsruhe-Gestapo, declaró acerca de órdenes de ejecución llegadas por carta urgente del RSHA en Berlín, refrendado por el jefe superior y el jefe del departamento (Kopkow) y luego pasadas a la oficina local que manejaba el caso. Incluso el Sturmbannführer Hans Kieffer, jefe de contrainteligencia en París, cuando fué capturado le dijo a Atkins que fue Kopkow quien aprobó cada decisión sobre el interrogatorio de los agentes y su encarcelamiento, incluyendo el mecanismo de distribución y el destino de los transportados a Alemania.

Hacia el final del verano 1946, Atkins no sólo deseaba procesar a Kopkow sino también asegurar la información vital proveniente de él. El destino de un número de agentes de desaparecidos era todavía desconocido. Pero, aunque oficiales de cada vez mayor graduación de las SS implicados en el caso estaban siendo investigados para obtener información, Atkins no podía encontrar ningún rastro de Kopkow.


(Continuará)



Salu-2