Publicado: Vie Mar 11, 2011 1:25 am
por barcelona blom
En la provincia Argentina de entre Ríos, hay varias colonias de "alemanes del Volga", muchas de las cuales cuentan entre sus habitantes con descendientes de la persecución stalinista durante la SGM. No recuerdo en que página había leído unas anecdotas justamente de un sobreviviente, cuando la encuentre la voy acolocar.
Por ahora dejo un par de textos que espero enriquezcan el post:

En la primavera de 1871 el gobierno ruso le informó a los aldeanos que todos sus privilegios habían sido revocados exeptuando la libertad religiosa.

Dmitri Miliutin fue un general y político ruso, nombrado ministro de Guerra (1861-1881), impulsó una profunda reforma del ejército ruso y estableció el servicio militar obligatorio.

En 1874, una nueva ley militar decretó que todos los varones de Rusia, cuando llegaron a la edad de 20 años, tenían derecho a servir en el ejército durante 6 años. Los hombres alemanes del Volga también tuvieron que unirse al ejército y lucharon en la guerra ruso-turca de 1877-1878. Muchos de estos hombres murieron en la guerra lo que comenzó a generar el descontento entre ellos.

En la década de 1880, varias escuelas y organizaciones alemanas comenzaron a padecer agresiones.

En 1918, los "Municipios Autónomos de los Trabajadores Alemanes del Volga" fue establecido, y en1924 se convirtió en la primera región autónoma étnica de la Unión Soviética, la "República Autónoma Socialista Soviética de los alemanes del Volga". Debido a la invasión alemana-nazi en la Unión Soviética, Stalin decretó formalmente su abolición el 28 de agosto de 1941

Todos los alemanes del Volga fueron desterrados sin excepción, sus tierras fueron confiscadas y las viviendas fueron ocupadas por comunistas rusos, incluyendo a los habitante de la URSS que fuese de ascendencia alemana, como los alemanes del Cáucaso, los del Mar Negro, los de Volhynia, incluso los soldados del ejército soviético, y se deportaron hacia los campos de concentración en vagones para ganado, o caminando.

Los pocos sobrevivientes debieron emigrar como desposeídos, fueron deportados a Asia Central, Siberia y el Cáucaso Norte. Ya había más de 100.000 alemanes, en el suroeste de Siberia y Kazajstán, como resultado de la migración durante el período zarista.

Después de la Segunda Guerra Mundial, el gobierno soviético inició un programa de desnacionalización, por el que los alemanes se les negó la oportunidad de mantener su lengua y su cultura.

Fuente: https://wiki.familysearch.org/es/Alemanes_del_Volga

El Holocausto de los Alemanes del Volga

Como respuesta al ataque sufrido por los soldados alemanes, el dictador soviético José Stalin había dispuesto el 28 de agosto de 1941 la deportación de los así llamados alemanes del Volga a Siberia y a Kasajstán. No eran los únicos. Las deportaciones de distintos grupos de personas eran una costumbre soviética. Comenzaron en 1919. Pero arreciaron con los alemanes del Volga. Junto con ellos, disuelven a tres repúblicas autónomas, separan a familias y a etnias, y los distribuyen en Asia. Destruyen así 180 años de constructiva labor de colonos alemanes en el bajo Volga. En el siglo XVIII numerosos alemanes habían sido traídos por la zarina Catarina II a Rusia para poblar la región del bajo Volga, región poblada escasamente por tribus nómades, e incorporada al imperio ruso hacía relativamente poco tiempo.

Stalin borra de un simple plumazo la existencia de una República Soviética con más de un millón de habitantes, según el censo de 1929. Era el grupo más numeroso de una nación condenada al ostracismo. El dictador había tomado estas medidas injustificadas porque creía que estos alemanes étnicos habrían colaborado con la Wehrmacht hitlerista o podrían colaborar con ella. (Cabe consignar que entre la República de los Alemanes del Volga y el frente de guerra al comienzo del conflicto había cerca de 3.000 km de distancia y que la policía secreta del estado era muy eficiente en descubrir conjuras aun donde no las había.)

Durante 17 años los alemanes étnicos habían sido escamoteados: nadie habló de su existencia, nadie sabía nada de ellos. Ellos estaban en sus campamentos de trabajo o vagaban solos por las heladas estepas del Asia central. Fue el canciller alemán, Konrad Adenauer, quien durante su visita a Moscú en 1955 recordó al premier soviético Nikita Khrushchev de la existencia de millones de prisioneros de guerra alemanes y del problema de los alemanes étnicos. .

En su acusador discurso de 1956, el premier Khrushchev nombra a los calmucos, los chechenos-ingushes, los balkares, los kabardinianos y los karajai. Todos fueron rehabilitados y sus territorios reconstituidos por un decreto especial en 1957.

Inexplicablemente Khrushchev omitió denunciar a los alemanes del Volga, a los tártaros de Crimea y a otros como víctimas de las medidas de deportación. Las repúblicas de los Alemanes del Volga y de los Tártaros de Crimea permanecen abolidas, tan abolidas como si nunca hubiesen existido. Se cambiaron los nombres de las aldeas y se cambió su población. Solo unos pocos alemanes étnicos viven hoy en día allí donde hasta el 1941 bullía la vida alemana. Los primitivos habitantes han sido reemplazados por miembros de las 52 nacionalidades que hoy viven en Rusia. Las casas y las iglesias descuidadas o destruidas dan cuenta del cataclismo social resultante de la Gran Guerra.

Khrushchev expresó su indignación por la expulsión de sus hogares de los grupos nacionales enumerados diciendo "ningún hombre con sentido común puede comprender como es posible hacer responsable a toda una nación por actos inamistosos, incluyendo a niños, mujeres, ancianos, usar represión masiva contra ellos y exponerlos a la miseria y al sufrimiento por los actos hostiles de personas individuales o de grupos de personas".


En lo que respecta a los alemanes del Volga la expresión acerca de "actos hostiles de personas individuales o de grupos de personas", contiene un elemento difamatorio. Si en realidad algún "grupo" o "individuo" hubiere cometido en tiempos de guerra algún crimen contra el estado, justificando el terrible decreto de deportación, habría recibido una publicidad considerable en la prensa soviética. Sin embargo no existe ningún documento que se refiera a un acto de traición o de sabotaje que haya tenido lugar.

Los deportados fueron transportados lentamente en vagones para el ganado hacia Siberia, Asia Central y el alto Norte, pasando el Círculo Polar Ártico. Lo alimentación era escasa, ya que debían alimentarse de lo que habían recogido en sus granjas. Los que morían se enterraban a la vera de las vías del tren, cuando el tren se paraba, o eran arrojados fuera de los vagones cuando el tren seguía su marcha por días sin detenerse.

El fin del viaje era un descampado nevado. Allí los desplazados debieron construir sus chozas con los materiales que se encontraban en el lugar y ponerse a trabajar. Bajo vigilancia militar, como asesinos, con alimentación escasa, debían trabajar desde antes del amanecer hasta después de ponerse el sol. Habían sido desplazados de sus hogares y debían trabajar como esclavos hasta morir, sin derecho a réplica ni a queja.

Varios centenares de miles de víctimas inocentes, que no sabían de culpas contra el estado soviético, murieron de una muerte indigna. Las odiadas banderas svásticas hitleristas, encontradas en sus hogares abandonados, no sirven como prueba de un sentimiento de nazismo: esas banderas habían sido repartidas por funcionarios rusos cuando preparaban la visita del tirano nazi al tirano comunista, visita de dos genocidas que no se realizó. En su mayoría los desplazados eran niños, mujeres y ancianos. Los hombres entre los 16 y 40 años estaban en el ejército de trabajo, el ejército Trud, separados de sus familias por centenas o miles de kilómetros y sometidos a trabajos igualmente forzados. Los guardias soviéticos no se hacían problemas por la gran mortandad entre los trabajadores esclavos: los reemplazaban simplemente por otros nuevos. En un genocidio lo que importa es terminar lo antes posible con la vida de las víctimas. Muchas ciudades construidas en esa época se levantaron sobre los despojos de los alemanes étnicos.

Ahora, a 67 años de aquellas medidas injustificadas, los alemanes étnicos en la Federación Rusa solicitan mayor autonomía cultural, el derecho a escuelas con idioma alemán y su reconocimiento como minoría étnica. "Muchos creen que en Rusia existe una ley que rehabilita a los alemanes, pero esto no es así", dice Vladimir Bauer. Después del colapso de la Unión Soviética, cerca de dos millones de alemanes étnicos han emigrado a Alemania y más de un millón reside aún en la Federación Rusa. A 67 años del comienzo del genocidio organizado por Stalin los descendientes de aquellos alemanes étnicos en la ex Unión Soviética sufren las consecuencias.

Cifras: Debido al hermetismo soviético no hay muchas pero se calcula que fueros deportados entre 500.000 y 700.000 alemanes del Volga, además de los alemanes del Volga fueron deportados otros alemanes que no pertenecían a la república pero sí a otras regiones de la URSS, como los alemanes del Vístula, del mar Negro, de Crimea y del Cáucaso.

Algunos relatos de la deportación

La aldea de Husaren

El último de los establecimientos de Alemanes del Volga y la época en gran medida más pesada para todos los ciudadanos rusos descendientes de alemanes siguieron el ataque de la Alemania nazi de Hitler contra la Unión Soviética el 22 de junio de 1941. Todos los alemanes fueron marcados como traidores y espías por el decreto infame dictado por el gobierno Ruso Soviético del 28 de agosto de 1941. Después de decreto los centenares de millares de alemanes rusos fueron forzados salir de su hogar siendo deportados a los extensos territorios en Rusia nororiental (región de Ural, Siberia) y a las repúblicas soviéticas en Asia central (principalmente, a Kazajstán).

El 12 de septiembre la evacuación de Husaren comenzó cuando los soldados y alguna milicia local, aproximadamente un militar por cada 10 aldeanos desarmados, incluyendo niños, mujeres y gente mayor, rodearon la aldea. Después de esto, a nadie se le permitidó salir o entrar en la aldea voluntariamente. Una de las familias de la aldea tenía sus niños lejos visitando algunos parientes en alguna parte. A esos chicos no se les permitió encontrase con sus padres en Husaren para la evacuación y fueron deportados a estos niños con sus parientes. Recién 7 años después del fin de la Segunda Guerra Mundial les permitieron reunirse nuevamente

En el proceso de evacuación, apenas 3 días fueron dados a los residentes para prepararse para la salida. Se permitió a la gente tomar solo lo que fuera capaz de llevarse. El 15 de septiembre la mayor parte de los aldeanos dejaron Husaren a caballo y carros tirados por bueyes, escoltados por los militares, para la ciudad de Zolotoye en los bancos del río de Volga. Algunas personas recuerdan que a una mujer, de nombre Weinhard, se le permitió permanecer detrás porque su marido era un ruso. De Zolotoye llevaron en barco a los aldeanos a la ciudad de Engels, en donde los pusieron en un tren, el 845 con destino a Kazajstán. Los coches del tren eransimples.

Eran los utilizados generalmente para el transporte de ganado. Después de arribar a Kazajstán luego de un largo viaje y cansados del tren, las familias eran ubicadas en aldeas -entre las aldeas estaban Oksanovka y Zhuravlevka- a través de la región que rodeaba la ciudad de Zelinograd (ahora Astana, la nueva capital de Kazajstán).

Apenas comenzó el Año Nuevo de 1942 , un nuevo problema golpeó a los alemanes étnicos de Rusia. Tomaron todos los hombres entre 16 a 50 años y las mujeres entre 17 a 45 años para el ejército de trabajo, el Trudarmee. La única excepción fue hecha para lisiados, los ancianos o las mujeres, que tuvieran niños menores de 3 años. Uno sólo puede imaginar lo desgarrador que fue para que las madres dejen sus a sus hijos de 4, 5, 6 o 7 años de edad. Nadie sabía lo que traería el futuro y para cuánto tiempo se irían. Los campos de trabajo del ejército no fueron muy diferentes de los campos de concentración y de las prisiones - con la cerca de alambre y los guardias. El trabajo pesado en condiciones climáticas extremas y la desnutrición severa tomaron millares de víctimas cuyos números exactos no se han estimado hasta ahora.

Aunque el ejército de trabajo fue abolido pocos años después de que la guerra hubiera terminado, la situación difícil de la vida para los alemanes étnicos en Rusia continuaba durante la época del llamado Komendatur: No se les permitió moverse o viajar fuera de su domicilio actual sin un permiso firmado por un funcionario y debían reportarse a la policía militar cada mes, en algunos casos cada semana. Esta política de humillación y racismo continuó hasta 1956, tres años después de la muerte de dictador José Stalin y seis meses después que los prisioneros de guerra alemanes nazis dejaron la Unión Soviética.

Y no fue hasta 1962, que los alemanes étnicos despejaron las acusaciones indicadas en el decreto especial publicado el 28 de agosto de 1941. Sin embargo, la discriminación contra los alemanes étnicos todavía prevaleció luego: la mejor educación, los trabajos bien pagados y las posiciones de alto perfil en el empleo estaban casi fuera de alcance hasta el derrumbamiento de la Unión Soviética en 1991. El vivir en ciertas áreas y los viajes al exterior para los alemanes étnicos eran más difíciles de arreglar que para cualquier otra nación anterior de la Unión Soviética.

Algunos de los más valientes intentaron volver alas tierras de sus ancestros en la región de Volga justo después del final del WWII, a pesar de las restricciones. Fueron castigados y traídos posteriormente nuevamente a Kazajstán y a Siberia. Primero en 1962 los alemanes étnicos llegan a ser legalmente libres de elegir su domicilio, algunos funcionarios, sin embargo, hicieron su mejor intento para evitar que los alemanes vuelvan a sus aldeas en el Volga. Las negociaciones del restablecimiento de la república de los alemanes de Volga no condujeron a nada, entre las propuestas medio cocinadas del gobierno ruso una fue hecha por el presidente Boris Jeltzin en 1992 - para establecer un número de nuevos establecimientos alemanes en el área de una tierra que el ejercito utilizara anteriormente para hacer pruebas. Muchos descendientes de los aldeanos de Husaren que ahora viven en los Estados Unidos, el Canadá, la Argentina y el Brasil


Testimonio de Juana Reinhold

En la década del veinte, vi como morían familias enteras. No se veían ni perros ni gatos, todos los animales agonizaban y morían de hambre. Hasta los pájaros escaseaban. Todo era triste y lúgubre”, rememora con dolor.

“Cuando la situación comenzaba a mejorar se declaró la Segunda Guerra Mundial y con ella empeoró nuestro calvario. Nos desterraron a la fría Siberia. De la noche a la mañana nos enviaron a campos de trabajos forzados, que eran verdaderos campos de extermino, pues muy pocos lograron sobrevivir”, revela con la angustia dibujada en el rostro.

“Allí tuvimos que empezar de nuevo. Era desesperante. Nos trataban inhumanamente. Nos hacían trabajar hasta desfallecer. Muchas personas, familias enteras, no soportaron semejante ultraje y murieron: sus cuerpos descansan en el olvido en algún ignoto lugar de la desolada estepa siberiana”, afirma en un murmullo que se ahoga en el llanto.

Fuente: http://www.mundohistoria.org/blog/artic ... -del-volga