Publicado: Sab Sep 12, 2020 12:04 pm
por Kurt_Steiner
Francisco Boix nació en Barcelona en 1920, en un familia catalanista e izquierdista. Tenía una sastrería Boix y, encima del local, la vivienda familiar. En la sastrería reunía el padre a un círculo social y político. Compartía Francisco con su padre el gusto por la fotografía y se dedicó a estudiarla en la casa fotografía industrial Romagosa. A los 16 años milita en las juventudes socialistas, ejerciendo labores de periodista, utilizando una cámara Leica.

Ante la derrota republicana en 1939, Francisco se exilia. Estuvo en el campo de Septfonds (Francia) y de hay partió al norte con otros republicanos, encuadrados en la 28a Compañía de Trabajadores Extranjeros. Operaron en los Vosgos, zona de vital importancia estratégica. Cuando en mayo de 1940 las líneas francesas se desmoronan y la wehrmacht penetra en el territorio francés, muchos republicanos españoles caen presos de los alemanes, entre ellos Boix, que paso por varios centros de prisioneros: en el Frontstalag 140 (Belfort) y luego al de Besaçon, donde termina su periplo francés.

De ahí pasa, en 1941, al Stalag XI-B (Fallingbostel), en la baja Sajonia. Tan solo 15 días después es conducido a Mauthausen con 1.506 republicanos españoles, llegando allí el 27 de enero de 1941. En este campo ingresan, entre agosto de 1940 y el verano de 1941, un total de 7000 presos con el triangulo azul (pertenecientes este color a los apartidas, aunque paradójicamente en el interior de triangulo llevan la letra “S” correspondiente a su condición de españoles).

Los españoles son testigos del destino de los en Mauthausen. Un escrito del anarquista catalán Lope Massaguer comenta: "Llegó a la cantera un Kommando de 1000 hombres entre los que se encontraban 300 judíos, la mayoría con zapatos de suela de madera. Los SS colocaron a los judíos al final de la formación, cerrándola los SS acompañados por perros policía. Cuando el primer centenar de judíos llegaba a la mitad de las escaleras, se les ordenó que se detenerse. Los perros fueron liberados y azuzados contra los ellos, que comenzaron a bajar despavoridos entre las risas de los nazis. Presos del pánico, los mas fuerte atropellaron a los débiles por su afán de alcanzar los primeros lugares. El calzado de madera les hacia resbalar escaleras abajo mientras los perros desgarraban su carne ensangrentada. [...] Cuando todo había terminado, los escalones estaban cubiertos de cadáveres, heridos agonizantes y trozos de miembros arrancados.”

En 1941 entró otro grupo nacional más, prisioneros soviéticos, pero pocos sobrevivieron en esta estancia.