Publicado: Mié Mar 10, 2021 11:36 am
por Kurt_Steiner
Que Hitler y cía usaran el término "socialista" y dejaran caer ideas socialistas en sus escritos y discursos iniciales no les convierte en socialistas. La evidencia histórica prueba lo contrario. Por un tiempo usaron un disfraz socialista para conseguir el poder total.

"Pese a haber declarado, en varias ocasiones, "soy socialista", "somos socialistas" y otras cosas similares, a nivel personal, Hitler no aplicó los principios del socialismo. Al respecto, es interesante ver lo que opina Hitler del socialismo, tal y como menciona Henry A. Turner, autor de German Big Business and the Rise of Hitler, publicado en 1985:

"¡Socialismo! ¿Qué significa realmente el socialismo? Si tenemos algo para comer y para nuestros placeres, entonces eso es socialismo".

En su biografía de Hitler de 2010, el historiador británico Ian Kershaw comenta que Hitler "era totalmente ignorante de cualquier conocimiento formal de los principios de la economía. Como le dijo a los industriales, la economía era algo secundario, y estaba totalmente subordinada a la política. Su crudo social-darwinismo dictaba su manera de ver la economía, como determinó su visión del mundo. [...] Esto significa que las ideas lierales de la competición económica debía ser reemplazados por el control de la economía por los intereses nacionales. De manera similar, cualquier idea "socialista" del programa nazi tenía que seguir los mismos dictador. Hitler nunca fue un socialista. Pero aunque mantuvo la propiedad privada, la iniciativa individual, la competición económica y rechazó los sindicatos, era el estado y n oel mercado el que determinaba el desarrollo económico. El sistema capitalista, por tanto, permanecía intacto, aunque en la práctica quedaba subordinado al estado".

De hecho, los miembros del partido nazi que defendieron el socialismo teminaron mal. Del líder nazi y "hereje" Otto Strasser (cuyo hermano, Gregor, de ideas similares, fue asesinado por los nazis) William Shirer dice:

"Desafortunadamente para él, se tomó en serio no sólo la palabra "socialista" sino también el termino "trabajadores" del Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán. Apoyó determinadas huelgas de los sindicatos socialistas y pidió que se nacionalizara la industria. Esto, obviamente, era una herejía para Hitler, que acusó a Otto Strasser de haver cometido los pecados capitales de la "democracia y el liberalismo". En mayo de 1930, Hitler metió en cintura a los "rebeldes" del partido. Otto, que no quiso ceder, fue expulsado del partido".

Richard J. Evans explica en su The Coming of the Third Reich lo que Hitler buscaba al cambiar el nombre del partido.

"En la contrarevolucionaria Alemania de posguerra, la del mito de "la puñalada en la espalda" y la obsesión por los especuladores y mercaderes de la rápidamente creciente hiperinflacción, Hitler concentró sus ataques en los comerciantes "judíos" que estaban, supuestamente, haciendo subir los precios: todos debían de ser colgados, dijo para deleite de su audiencia. Quizás para enfatizar sus ideas anticapitalistas y alinearse con partidos similares en Austria y Checoslovaquia, el partido se cambió el nombre en febrero de 1920 por el de Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán. Pese a este cambio, es equivocado considerar al nazismo como un brote del socialismo. Cierto, como se ha observado, su retórica era frecuentemente igualitaria y enfatizaba la la importancia de poner el bien común por encima de las necesidades individuales, y también se mostró opuesto a los grandes negocios y las finanzas internacionales. [...] Pero desde el principio, Hitler se declaró implacablemente opuesto a la socialdemocracia y, en menor medida, al comunismo. Después de todo, los "traidores de noviembre" que habían firmado el Armisticio y luego el Tratado de Versalles, no eran comunistas, sino socialdemócratas.”

Los nacionalsocialistas completamente ignoraron el principal objetivo del socialismo (reemplazar la sociedad basada en clases por una igualitaria donde los trabajadores poseyeran los medios de producción) y reemplazó la lucha de clases por la de razas, y la dictadura del proletariado por la del líder. En ese sentido, el nazismo era lo opuesto al socialismo, tomando parte de su retórica en el proceso. El historiador alemán y experto en el nacionalismo Joachim Fest define esta apropiación de la retórica socialista como un acto de "prestidigitación”:

"Esta ideología tomó un aspecto izquierdista por motivos tácticos. Exigía, dentro del partido y del estado, un poderoso sistema de dominio que controlaría una gran masa anónima". Hacia 1930, independientemente de sus comienzos, el partido de Hitler era "socialista" sólo en el suso ventajista de la palabra y "un partido de obreros" sólo en la medida necesaria de atraer a la fuerza social más potente. Sobre las afirmaciones de creencias socialistas realizadas por Hitler, eran poco más que un camuflaje destinado a engañar a su enemigo".


Prueba de ello que, poco después de llegar al poder, los nazis prohibieron el partido socialdemócrata y enviaron a sus líderes, junto a otros izquierdistas, a los campos de concentración.

Pese a continuar con el programa social de bienestar de la república de Weimar, los nazis lo restringieron a sólo los que fueran "racialmente aceptables", es decir, no judíos. Se prohibieron las huelgas; se reemplazaron los sindicatos por uno controlado por el estado, cuyo principal objetivo no era proteger a los trabajadores, sino aumentar la producción. En lugar de un estado igualitario, los nacionasocialistas crearon un estado policial antidemocrático, altamente jerarquizado y militarista. La distribución de la riqueza basada en el principio socialista "a cada uno según su habilidad, a cada uno según su necesidad" por el credo de "quitar todo lo que pertenece a los no arios y entregárselo a los arios".

El uso del termino "socialista" no fue más que otra de las medidas cínicas que Hitler utilizó para llegar al poder. La historia desmiente sus mentiras.