Publicado: Jue Nov 06, 2008 2:02 am
por Domper
Hasta ahora hemos visto las diferentes clases de submarinos que construyó la US Navy. Pero falta lo principal, el criterio con el que se diseñaron los barcos. Que sería clave en su diseño y en su rendimiento durante la guerra.

La marina norteamericana tenía un problema muy diferente al de las marinas europeas, incluso al de la marina japonesa: Estados Unidos está aislado por miles de millas de mar abierto, y sus intereses están muy alejados de las bases, tanto en territorio continental o insular. Los barcos norteamericanos debían poder trasladarse sin escalas desde el territorio continental hasta las bases alejadas. Las distancias son enormes: desde San Diego hasta Pearl Harbor hay 3.700 Km, y desde Pearl Harbor hasta Manila 8.000 Km, los mismos que separan el Golfo de México de Francia.

Mientras, los probables escenarios en los que operarían las marinas europeas estaban muy cercanos de sus bases. El rincón más alejado del Mediterráneo está a 1.700 Km de Italia (y sólo unos cientos de Km de las bases del Dodecaneso). Partiendo desde Kiel, un submarino que rodee Gran Bretaña por el Norte llega a los accesos occidentales en un viaje de 2.000 Km. Es decir, el viaje de ida y vuelta sería de 4.000 Km, más el tiempo que permaneciese en patrulla, mientras que un submarino que desde Pearl Harbor pretendiese llegar a las costas japonesas tendría 12.500 Km entre ida y vuelta (7.000 Km sólo si se reposta en Midway, de ahí la importancia estratégica del atolón). Para poder desplazar barcos a esas distancias, se necesitaba que tuviesen gran autonomía, es decir, que fuesen grandes. Por lo general los destructores y cruceros norteamericanos o japoneses tenían un desplazamiento un tercio superior a la de buques similares de otras marinas. Los pequeños destructores que construyeron franceses, italianos o alemanes no tenían lugar en el Pacífico.

Por otra parte la política naval norteamericana no consideraba la guerra al tráfico como objetivo de los submarinos, al contrario, como buena potencia naval estaba en contra de esas "armas de pobre" que podían interferir con la "libertad de los mares" (libertad siempre que llevases barras y estrellas o la Union Jack, se entiende). Los submarinos actuarían como auxiliares de la flota, explorando por delante de ella y en sus flancos, y atacando a las unidades enemigas.

Para ello se necesitaba un barco que desarrollase una velocidad en superficie bastante elevada, del orden de los veinte nudos. Unido a eso la necesidad de gran autonomía el resultado era de barcos grandes.

Los primeros intentos, la clase V, fueron un fiasco, Se construyeron barcos grandes y con potente armamento artillero (los Nautilus y el Argonaut) pero resultaban tan poco maniobreros que eran blancos fáciles. Los barcos pequeños tenían una autonomía demasiado reducida.

La clase ‘P’ fue la primera que se acercaba a lo que se necesitaba, con una gran autonomía y velocidad comparable a la de la escuadra (para lo cual se necesitaban 1.400 Tn. Pero no eran todavía perfectos, su planta motriz era muy delicada y la velocidad teórica de 19 nudos no podía sostenerse. La clase ‘S’ mejoraba algo la anterior, pero seguía teniendo problemas mecánicos. Sólo la clase Tambor cumplió los requisitos, al poder combinar autonomía, velocidad y fiabilidad (y de paso un armamento potente). La ventaja de disponer de barcos tan grandes era que resultaban mucho más cómodos para sus tripulaciones que sus contrapartes alemanes o ingleses (los tipos pequeños).

La clase Gato cumplía los requerimientos, podía actuar como explorador por delante de la flota, y atacar a la flota enemiga. Pero ya no era preciso: pocas horas tras el ataque a Pearl Harbor los submarinos norteamericanos recibieron la orden de iniciar una guerra submarina sin restricciones contra la navegación japonesa.

Los primeros meses fueron frustrantes. Había pocos barcos modernos, sus tripulaciones (y sus mandos) no estaban entrenadas para la nueva misión, y los modernos torpedos Mk 14 dieron pésimo resultado, sin que los organismos correspondientes tomasen cartas en el asunto. Pero desde finales de 1942 el escenario cambio. Los oficiales más antiguos y menos capacitados fueron sustituidos por mandos jóvenes bien preparados, los torpedos empezaron a funcionar, y las tácticas cambiaron 1943 y sobre todo 1944 fueron annus horribilis para la marina mercante nipona, que fue casi aniquilada.

Pero la campaña submarina norteamericana tuvo ventajas de las que no dispusieron nunca los submarinistas alemanes:

- El enemigo estaba muy mal preparado. La marina japonesa nunca dio prioridad a la lucha antisubmarina. Los primeros maños los barcos navegaban independientemente o con escasa escolta, e incluso cuando se organizó el sistema de convoyes estos eran mucho más pequeños y peor organizados que los convoyes ingleses del Atlántico. Tampoco se construyeron escoltas en grandes cantidades, dedicándose a esta misión buques viejos o de capacidad limitada.

- Las bases norteamericanas nunca se vieron amenazadas, los submarinos pudieron operar libremente, y también pudieron entrenarse sin restricciones. Los astilleros no sufrieron ninguna interrupción, y no hubo restricciones ni en materias primas ni en mano de obra.

- Los norteamericanos tenían superioridad tecnológica sobre los japoneses. En radares, torpedos, etcétera.

- La marina norteamericana colaboraba con la campaña submarina.

- La ruptura de las claves japonesas permitió a los norteamericanos atacar a los blancos más valiosos.

Gracias a ello los submarinos norteamericanos pudieron seguir tácticas que hubiesen sido suicidas contra los ingleses: perseguir enemigos en superficie, acosarlos hasta hundirlos, operar en solitario. En Europa y sobre todo el Mediterráneo los submarinos de grandes dimensiones tuvieron grandes pérdidas, mientras que en el Pacífico campaban a sus anchas.

Saludos