Publicado: Vie Abr 10, 2009 11:33 am
por Domper
Muy interesante lo dicho, pero creo conveniente añadir algunos detalles.

El diseño de los acorazados de la clase King George V se inició en 1928: el tratado de limitaciones navales de Washington de 1922 imponía unas “vacaciones navales” que impedían que se iniciase la construcción de nuevos acorazados hasta 1931 (con excepciones, los Nelson ingleses y los Strasbourg franceses). Pero el tratado se renegoció en Londres, en plena depresión, y se alargó el “periodo de carencia” hasta 1937. Por ello no se reiniciaron los estudios hasta 1935.

Los nuevos buques deberían cumplir ciertas limitaciones:

- La prioritaria: deberían estar dentro de los límites establecidos por el Tratado de Londres: 35.000 Tn de desplazamiento estándar, y artillería con un calibre máximo de 16 pulgadas (406 mm).

- Deberían superar las limitaciones de los acorazados anteriores, los dos Nelson. Estos buques se habían mostrado bastante limitados, a pesar de lo radical de su diseño:

a. La coraza interna oblicua se había revelado difícil de mantener y reparar. Peor aún, en determinados casos proyectiles con gran ángulo de incidencia podían atravesar la amura, pasar por debajo de la coraza oblicua, y ser desviados por el débil mamparo antitorpedos hacia las zonas vitales del buque (maquinaria y pañoles). Es porque cuando un proyectil de trayectoria oblicua atraviesa una coraza se desvía, disminuyendo su ángulo de incidencia (parecido a la luz cuando entra en el agua). La solución es prolongar la coraza oblicua hacia abajo, hasta la coraza antitorpedos, pero esta solución es pesada (y el buque debía estar dentro de las 35.000 Tn) y disminuye la reserva de flotabilidad protegida.

b. La velocidad de los Nelson resultaba demasiado escasa contra los nuevos buques: los acorazados japoneses de la clase Nagato, los franceses Strasbourg, y los previsibles desarrollos de otras potencias.

c. El arco de fuego de la torre ‘C’ en los Nelson resultó muy limitado debido a los daños que causaba el potentísimo rebufo de los cañones. Por ello se volvería a la disposición tradicional, aunque resultase más pesada.

d. Los cañones de 16 pulgadas eran deficientes. En teoría, se trataba de un cañón muy moderno, ligero para su calibre, construido exclusivamente de piezas de acero de alta calidad (no incluía el alambre pretensado de anteriores diseños) y que disparaba proyectiles de alta velocidad. Pero no resultó así: los proyectiles de alta velocidad de 406 mm, en pruebas reales, resultaron un 25% menos efectivos que los de 381 mm de las clases precedentes. La cadencia de tiro resultó mucho más baja de los esperado, y eran propensos a las interrupciones. En pruebas realizadas años después, los cañones de 406 mm de los Nelson sólo eran un 27% más efectivos que los de 356 mm de otros tipos (los norteamericanos montados en los monitores clase Abercrombie, o los de nuevo diseño de los King George V).

e. El armamento antiaéreo de los Nelson era demasiado débil para los nuevos requerimientos.

Dos decisiones cruciales serían la protección que debían llevar, y el armamento principal.

La protección se decidió que fuese según el sistema “todo o nada”, mejorando el de los Nelson, con una coraza algo menos gruesa (374 mm frente a 356 mm oblicua de la precedente) pero más extensa, exterior y vertical. En el área de los pañoles la coraza llegaba a 381 mm, y en la zona sumergida sería de entre 115 y 136 mm. Tenían un mamparo blindado anterior y posterior de 381 mm (algunos diseños, como el Richelieu, prescindían de esa coraza, pero eso implicaba limitaciones tácticas, un proyectil disparado desde el extremo podría llegar a un pañol, como le pasó al Jean Bart en Casablanca). El escudo de las torres era de 410 mm, y la cubierta blindada de 136 mm. Se usaron diferentes tipos de acero (endurecidos y no endurecidos). En resumen, los KGV resultaron los acorazados mejor protegidos, exceptuando los Yamato.

Una decisión curiosa fue prescindir del puente acorazado. En Jutlandia se había apreciado lo difícil que resultaba el control desde el puente blindado (que apenas tenía unas estrechas mirillas), y Beatty dirigió sus unidades desde el puente superior, no blindado. Se consideró, además, que el puente blindado necesitaba estar muy protegido para resistir proyectiles pesados, y representaría un peso alto. Si se blindaba menos, sería peor: un proyectil pesado no tendría dificultades en perforar una coraza “media”, pero su espoleta se activaría, y detonaría en el puente. Dadas las limitaciones de desplazamiento, lo mejor era prescindir del puente blindado, y duplicar los sistemas de control.

Esto se experimentó en el Prince of Wales. Un proyectil del Bismarck lo atravesó, pero no detonó. Las esquirlas lanzadas mataron o hirieron a los presentes (menos al Capitán de Navío Leach) pero el buque siguió siendo gobernado. De haber sido un puente blindado, se piensa que el proyectil hubiese estallado en su interior, matando a todos, o en su exterior, deformando el puente y dejándolo fuera de combate.

Una sorpresa se produjo tras el combate con el Bismarck: al reparar al PoW en el dique seco se descubrieron tres proyectiles sin estallar. Uno puso los pelos de punta a los ingenieros: de 203 mm, estaba junto a la cámara de maniobra de una torre de 133 mm. Parece que el proyectil cayó en el agua, era defectuoso (y no estalló) y siguió una trayectoria submarina, como un torpedo, pasando bajo la coraza. Otro de 381 mm del Bismarck también estaba alojado junto a la maquinaria auxiliar: parece que cayó corto, falló, siguió una trayectoria submarina similar, y fue detenido por el mamparo antitorpedos.

Otra decisión clave resultó la de la artillería pesada. Tras el relativo fracaso de las torres triples de los Nelson, Inglaterra intentó que los nuevos buques estuviesen limitados a cañones de 356 mm. Estados Unidos estaba de acuerdo, y diseñó los North Carolina para llevar ese calibre (y lo peor, los protegió sólo contra 356 mm). Pero no consiguieron convencer a los japoneses. Estados Unidos modificó el diseño de los NC para llevar sus excelentes cañones de 406 mm, pero Inglaterra tendría o que diseñar un nuevo cañón (se pensó en una versión modificada de los de 15 pulgadas) con los consiguientes retrasos, o montar los defectuosos de los Nelson. Finalmente se decidió usar los cañones de 356 mm.

Estos eran un diseño completamente nuevo, derivado de los cañones de 305/50 Mk XIV (un cañón experimental de los años veinte), y bastante mejor que los de los Nelson. Eran relativamente ligeros, muy efectivos y muy precisos. Desafortunadamente, los montajes no resultaron tan buenos y eran propensos a averías. Tanto el King George V como el Prince of Wales tuvieron muchas durante sus combates con el Bismarck. En 1943, cuando el PoW ya estaba en el fondo, esos problemas se habían corregido, y el Duke of York durante el último encuentro con el Scharnhorst pudo disparar 21 andanadas completas de 25 (una buena marca).

Con todo, aún hubo más problemas: el planeado armamento era de 12 cañones en tres torres cuádruples, pero el rechazo japonés obligó a blindar más los buques (contra proyectiles de 406 mm) y para limitar el desplazamiento se sustituyó la torre cuádruple B por una doble, lo que llevó a retrasos mayores.

Para el armamento secundario se eligió el nuevo cañón bivalente de 133/50, que también montaron los cruceros clase Dido. De nuevo, resultaron mediocres. El cañón era preciso y potente, pero los montajes eran muy pequeños, lo que limitaba la cadencia de tiro, y su velocidad de giro y elevación era pequeña, limitando su eficacia contra aviones modernos. Un detalle que no llamó la atención era que la energía para mover la artillería dependía de dos generadores situados en salas cercanas: el primer torpedo que alcanzó al PoW inundó las dos salas, y dejó al buque sin potencia para el armamento pesado, y en lo sucesivo sólo pudo defenderse con armas antiaéreas ligeras movidas a mano, una causa fundamental de las escasas pérdidas sufridas por los japoneses.

Incluso antes de iniciarse las obras se consideró el anularlas, destinando los fondos a construir portaaviones. Pero la respuesta del Almirantazgo a los defensores de los portaaviones fue clásica: “si construimos esos acorazados, y nos equivocamos, perderemos dinero; si no los construimos, y nos equivocamos, perderemos la guerra”. Visto el pobre rendimiento de los portaaviones ingleses, no fue mala decisión.

Las posprimeras unidades (KGV y PoW) salieron tal cual al mar, resultando bastante problemáticas. La tercera unidad, el Duke of York, era “de transición” y solucionaba bastantes defectos, especialmente del control de daños. Las dos últimas, Anson y Howe, eran casi un nuevo tipo, pero llegaron demasiado tarde. Destinadas al Pacífico, apenas entraron en combate, el Anson no llegó a disparar nunca contar el enemigo.

Las fuentes (muchas) son, entre otras, Wikipedia, NavWeaps, y las obras de Luis de la Sierra.

Saludos