Publicado: Mar May 20, 2008 1:02 pm
por Domper
Ya que han salido a la luz en el Quiz los CDL (Channel Defence Lights, realmente proyectores para el combate nocturno) no estará de más señalar los defectos del "invento".

La teoría es clara: el reflector es tan potente que ciega e ilumina a todos los que están por delante. Las tropas propias pueden avanzar a la luz del reflector, podrán ver al enemigo y este no podrá dispararles ¿no?

Pues no. Cualquiera que haya jugado al escondite con linternas sabe que eso no funciona. Pero me detendré en explicarlo.

Una fuente de luz dirigida (salvo las láser) tiene tres "zonas":

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La zona A es la iluminada por el foco. Los blancos situados en esa zona son iluminados y, generalmente, deslumbrados, quedan "encandilados", es decir, pierden la visión nocturna y no pueden ver casi nada.

La zona B es de penumbra. En esa zona los presentes tienen sensación de ser iluminados, y que pueden ser vistos. Pero hay que recordar que el que maneja la luz también queda "encandilado", su visión nocturna se pierde, y apenas puede ver nada salvo lo situado en la zona A.

En la zona C la iluminación recibida es mínima, los situados en esa zona no quedan iluminados, no son vistos, pero conservan su visión nocturna y además pueden ver a la fuente de luz. Las zonas B y C es de proporcionalmente mucho mayores a lo indicado en el esquema.

Obviamente, la transición entre zonas no es rígida, y el que un objeto iluminado sea visible o no depende de muchos factores, como su color y su forma, si se mueve… Hay que recordar que de noche se pierde casi por completo la visión del color (salvo en la zona A y sólo en parte) lo que dificulta el detectar objetos que de día serían muy visibles. El ejemplo típico es el de un coche de color rojo, muy visible de día, poco visible de noche. También hay que recordar el efecto del polvo y del humo bloqueando la luz (y la visión).

No olvidemos que los que usan la fuente de luz también se deslumbran, como antes he adelantado. Ven sólo lo que hay en la zona A, y además los fuentes contrastes entre zonas muy iluminadas y zonas de sombra modifican el aspecto de los objetos, que pueden ser muy difíciles de reconocer si no se mueven. No verán casi nada en zonas que queden a la sombra: en una trinchera, detrás de un edificio… Además, si la luz se apaga (se agota o es destruida) queda ciego. El efecto es parecido al uso de proyectiles iluminantes o bengalas, sólo que en estos casos dependerá de cómo se usen: lo ideal es dispararlos un poco por detrás del enemigo, para que este quede en la zona de máxima iluminación y además sus siluetas queden resaltadas en la noche.

Si el enemigo conoce la táctica y está bien entrenado, sabrá como responder a ella. Las instrucciones tácticas del ejército español (que siempre va a remolque de los demás) son taxativas en esto: cuando el enemigo nos ilumina, casi con seguridad estaremos en la zona B, raramente en la A. Incluso estando en la A será difícil que nos vea si no cometemos errores como movernos o disparar alocadamente. Lo que hay que hacer es quedarse quieto (aunque estemos en pie), como una estatua, y esperar la ocasión para disparar.

Supongamos lo que podría ocurrir. Ataca una unidad apoyada por CDL (o similar). Un enemigo puede estar en las posiciones c, d ó e.

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El cañón "c" está en la zona más iluminada, ha quedado deslumbrado por la luz, y probablemente ha sido detectado. Puede disparar, pero sólo contra la fuente de luz. No olvidemos que los reflectores son muy vulnerables a todo tipo de armas, incluyendo las ligeras de infantería.

El cañón "d" está en la zona de penumbra. Puede ver perfectamente a la fuente de luz y al atacante, y además es invisible al enemigo, salvo error de bulto.

El cañón "e" está fuera de la zona iluminada, pero puede ver a la fuente de iluminación y, dependiendo de la distancia, a los atacantes. Dependiendo de la intensidad del foco y del tipo de arma, puede ocurrir que esté demasiado lejos como para participar en el combate. Eso sí, está oculto y puede intervenir cuando quiera.

Durante el ataque, el enemigo directamente situado enfrente tiene problemas para identificar al enemigo, ha sido sorprendido, y generalmente está bajo fuego de artillería. Responde como puede contra los atacantes (contra la fuente de luz sobre todo) pero poco eficazmente.

El situado en los flancos o en segunda línea (en zona de penumbra) resulta especialmente peligroso porque puede escoger sus blancos a voluntad y resulta difícil de identificar. Probablemente dispare contra los objetivos más valiosos, especialmente las fuentes de luz.

Los situados en la zona no iluminada tal vez no puedan participar ene l combate, pero las armas de mayor alcance (tanques, cañones de campaña, antitanques pesados) sí pueden hacerlo, si no contra blancos individuales sí contra la zona de operaciones, que queda delatada. Los observadores situados en esa zona dirigen el fuego artillero contra la zona iluminada o contra las fuentes de luz.

El resultado fue que los sistemas de iluminación activa fueron abandonados. Primero los reflectores con luz visible, luego los proyectores infrarrojos (en la guerra del Yom Kippur los tanques israelíes no disponían de sistemas de visión nocturna, pero disparaban contra los reflectores IR de los tanques sirios con efectos devastadores). Sólo tienen utilidad los sistemas de iluminación activa para evitar sorpresas y, sobre todo, si hay gran asimetría: si yo tengo armas automáticas y artillería, y el enemigo sólo dispone de fusiles y poco más, lo que me interesa evitar son las sorpresas, y usaré toda la iluminación posible (eso ocurría en Ivo Jima u Okinawa, o más adelante en Vietnam). Pero si hay paridad, encender algo es pedir una andanada.

Eso sí, siempre está el efecto de la sorpresa: es de esperar que la primera vez que se usen se consigan buenos resultados. Luego…

Lo mismo ocurrió en los combates navales: los reflectores y los proyectiles iluminantes habían sido usados en Jutlandia con bastante fortuna. Durante los primeros combates navales en la SGM, lo mismo: los reflectores ingleses delataron a los cruceros de Campioni en Matapán, y los japoneses a los cruceros aliados en el combate de Savo.

Pero no hay mejor maestra que la experiencia. Once meses después del combate de Savo se produjo el combate naval de Kolombongara. Por entonces los japoneses aún dominaban el combate nocturno, y aunque no tenían radares superaron a los aliados, consiguiendo torpedear tres cruceros. Entonces el crucero ligero japonés Jintsu decidió "rematar" la faena y encendió su reflector para iluminar a los barcos aliados alcanzados. Inmediatamente toda la flota aliada disparó contra el barco japonés, que recibió por lo menos diez proyectiles pesados y un torpedo, se partió en dos y se hundió con casi toda la tripulación.

En lo sucesivo ambos bandos mantenían apagados sus reflectores y sólo usaban iluminantes, y con precauciones.

Saludos