Publicado: Vie Nov 20, 2020 8:38 pm
por Kurt_Steiner
"Un samurai es intensamente leal a aquellos bajo su cuidado. Para aquellos de los que es responsable, permanece fieramente fiel"

Bushido

Tras las operaciones de reconquista norteamericanas en el Pacífico, varias decenas de soldados japoneses decidieron ocultarse en las junglas de diferentes islas -Guam, Filipinas, Mindoro, Nueva Guinea, etc- antes de sufrir el deshonor de la rendición. Ignorando de que la guerra había terminado en 1945, algunos "san-ryu-scha" (nombre con el que se conoce a estos rezagados en Japón) llegaron, como en el caso del teniente del Ejército Imperial Hiroo Omoda, a permanecer más de treinta años escondidos en las junglas del Pacífico.

No se trata de un misterio de guerra, pues ya durante el mismo conflicto bélico el alto mando estadounidense era consciente de la presencia de guarniciones japonesas en muchas pequeñas islas; de hecho, fueron los propios norteamericanos los encargados de localizarlas inicialmente, haciéndose cargo de la tarea el gobierno japonés a partir de 1959, para lo que se creó un departamento dentro del Ministerio de Sanidad y Salud Pública. Una técnica empleada fue soltar panfletos informando del fin del conflicto, pero los soldados que los encontraban no los creían y pensaban que eran propaganda enemiga.

A lo largo de los años fueron apareciendo soldados, bien aislados, bien en pequeños grupos, que habían continuado la guerra por su cuenta. El teniente Shigeichi Yamamoto y tres soldados fueron encontrados en la isla de Mindoro en 1960 por un experto en prospecciones petrolíferas norteamericano; Yamamoto vivía en una primitiva cabaña de madera con numerosos dormitorios, un cuarto de baño con bañera de piedra, un sistema de agua corriente canalizada por cañas de banbú y una destilería de licor de plátanos. Al ser "rescatados", Yamamoto y sus cinco hombres ofrecieron a sus "salvadores" una fiesta que duró tres días, entre cerdos asados y aguardiente de plátano que habían aprendido a destilar. En otros casos el final fue mucho menos festivo: el cabo Shōichi Shimada murió en 1954 durante un enfrentamiento con fuerzas filipinas, tal como le ocurrió a Kinshichi Kozuka en 1972.

El soldado Shoichi Yokoi fue otro de estos naúfragos de la selva. El soldado fue encontrado el 24 de enero de 1972 en la isla de Guam, después de 28 años y desconocía que la guerra había terminado. De sastre de profesión fue llamado a filas siendo destinado a China en un primer momento. Ya en 1944 fue enviado junto a su unidad a la isla de Guam en el Pacífico Sur para participar en su defensa. Cuando los Marine desembarcaron en la isla sus 19.000 defensores japoneses presentaron una dura resistencia y la gran mayoría de ellos murieron en los combates. Unos 2.000 soldados huyeron a la selva entregándose cuando Japón se rindió en 1945.

Sin embargo un pequeño grupo de soldados permaneció escondido en la selva ya que no sabían que la guerra había terminado ya. Uno de estos hombres era el sargento Shoichi Yokoi junto con otros 8 soldados más. Las enfermedades y otras causas fueron acabando con ellos hasta que Yokoi fue el último superviviente del grupo. Durante 28 años vivió en un sitio inhóspito alimentándose de cangrejos, ratas, caracoles, anguilas y frutas. El uniforme terminó por desaparecer en jirones de ropa y se elaboró unos ropajes utilizando corteza de árbol.

Llegó a escuchar alguna noticia sobre el fin de la guerra pero pensó que se trataba de propaganda americana para hacer salir a los últimos resistentes. Cumpliendo con su promesa de no entregarse al enemigo, permaneció oculto en la selva.

Fue descubierto por dos cazadores mientras pescaba pero cuando estos trataron de comunicarse con él corrió a refugiarse en su cueva. Finalmente fue rescatado y regresó al Japón, donde se le recibió como un héroe y allí declaró que sentía vergüenza por no haber cumplido su misión. A pesar de los cambios tecnológicos, se adaptó muy rápido a su nueva vida, escribió dos libros y trabajó en televisión en un programa de tácticas de supervivencia. Murió en 1997 después de haber manifestado su desencanto por el Japón moderno.