Publicado: Vie Sep 21, 2007 3:48 am
por Capitan Miller
Como apuntar el cañón de un Tigre y no morir en el intento (nunca mejor dicho).

Todos estamos acostumbrados a ver en infinidad de películas como un tanque apunta a un blanco y lo pone fuera de combate como quien se come un bocadillo. También algunos hemos jugado a simuladores en los que sencillamente se pone al futuro montón de chatarra en el centro de la mira, se dispara, y a otra cosa; y tambien habremos visto a los modernos Abrahams, Leopard, Challenger y otras maravillas del blindaje sobre ruedas apuntar a sus blancos y mantenerlos enfilados mientras se mueven a toda pastilla y disparan sin parar.

Pues bien, nada, pero nada de todo ello tiene que ver con el laborioso procedimiento de apuntar y disparar el cañón de un tanque de la SGM. Sin ir más lejos uno de los casi míticos, un Tigre I.

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Arriba se puede ver una reticula Zeiss. Se trata de una de las primeras versiones, pero las posteriores no se diferenciaban mucho y su funcionalidad era la misma.

Primera lección básica de balística que muchos ya conocéis. Hay que tener en cuenta que un proyectil, disparado por un cañón o arma corta o larga (los morteros son otra cosa), se mueve describiendo un arco. La curva del arco depende de la velocidad de salida del proyectil y de la elevación del cañón. Si el cañón se eleva, el proyectil describe una trayectoria mayor, y si se inclina se reduce el alcance. Así que el artillero tiene que confiar en el mecanismo de su mira para calcular la distancia al blanco y, en función de ella, bajar o subir el cañón. Hasta aquí suena fácil, ¿verdad? Pues no, no es nada fácil. Veamos…

¿Cómo apuntar a un T34 usando la mira Zeiss? En primer lugar echemos un vistazo al triángulo grande situado en el centro. El triángulo está calibrado en 4 "strich" (palabro alemán desconocido) de ancho, o 4 milésimas, y los pequeños situados a derecha e izquierda del grande a 2. A una distancia de 1.000 metros, una milésima representa 1 metro si el cañón ha sido bien calibrado. Digamos que se trata de un blanco de 4 metros de ancho; si se alinéa el triángulo central con el blanco y éste es mayor o menor que la base del triángulo, la distancia también aumentará o disminuirá en proporción a la diferencia. Si el blanco ocupa exactamente el ancho del triángulo está a 1.000 metros; si el blanco es la mitad de grande que el triángulo la distancia será el doble, osea 2.000 metros; si cubre el triángulo grande y uno de los pequeños está a 750 metros; si cubre el triángulo grande y dos de los pequeños está a 500 metros; y así sucesivamente.

Y entonces ¿Cuál es ahora el inconveniente? Pues sencillamente que se deben conocer las medidas del blanco, porque si no es así estamos apañados. Las tripulaciones conocían el tamaño de los diferentes blancos en base a cartas de reconocimiento y, de forma instintiva y con la práctica, calculaban las distancias. Por ejemplo, algo muy útil en ciertas circunstancias es el dedo pulgar, sí, sí, uno de esos dos que tenemos, uno en cada mano (los de los pies no cuentan a no ser que se vaya descalzo y se sea contorsionista) ¿Por qué? Bien, un pulgar de tamaño típico, con el brazo extendido, viene a ser lo mismo que 40 milésimas a 1.000 metros. Es decir, un blanco que llene nuestro pulgar y tenga cuatro metros de ancho deberá estar a 100 metros. ¿A qué distancia está ese T34 si llena la cuarta parte de mi dedo? Exacto, 400 metros. Y así sucesivamente se podían calcular distancias sin tener que mover la torreta de nuestro Tigre convenientemente emboscado y delatar la posición. A todo esto, sí, el ancho de un T34 no son 4 metros, pero mejor usar números redondos para no volvernos demasiado locos. También hay que olvidarse del asunto si tenemos unos pulgares como Pau Gassol o los brazos de un orangután de Borneo. Pulgares de tamaño típico en brazos de tamaño típico, de otra manera el truqui no funcionará.

Y cuando ya somos unos fieras calculando distancias con la mira, con el pulgar o en base a largos de campos de futbol nos encontramos con otro ligero inconveniente: la distancia exacta no es a la distancia a la que hay que apuntar. No, no me peguéis todavía, dejad que me explique. Si apuntamos y disparamos a la distancia exacta que hemos calculado, el proyectil impactará en el suelo justo delante del blanco. Y se trata de alcanzar al blanco, no a un bancal de coles. Para lograr un blanco, el artillero deberá primero seleccionar la rueda de distancias (la más externa en la figura y calibrada de 0 a 4.000 metros) de acuerdo al tipo de proyectil que va a disparar, ya que cada tipo de proyectil tiene una trayectoria distinta según su velocidad de salida y su propia tabla, y entonces situar la distancia calculada en la parte superior, lo cual inclinará o elevará el cañón. Eso si el modelo de mira Zeiss era reciente, ya que los primeros modelos no disponían de distintas escalas para cada proyectil, y el artillero debía añadir o restar a capón para ajustar el tiro al proyectil cargado. El caso es dar trabajo.

Y ahora sí, ahora se presiona el disparador y se manda al T34 de vuelta a su fábrica en los Urales. Pues va a ser que no. Bueno, que no en parte, porque si el T34 está más quieto que un gato de escayola entonces el asunto está resuelto. Pero es que los blancos móviles tienen la mala costumbre de hacer honor a su hombre y moverse, los condenados. ¿Entonces que toca ahora? Pues toca tener en cuenta el movimiento del blanco y con una rápida práctica de trigonometría apuntar un poco delante o un poco detrás del punto seleccionado como blanco, para de este modo, y teniendo en cuenta el tiempo que el proyectil tarda en llegar a su destino, lograr que el pepino caiga donde debe. Por poner un ejemplo rápido, si un proyectil sale a 750m/segundo y el blanco está a 1.000m, tardará 1,3seg en impactar, y un blanco que que avanza a 25km/h habrá recorrido un poco más de 7m en 1 segundo. Si llegados a este punto no habéis decidido rendiros y apuntaros voluntarios a Intendencia, podéis pasar al párrafo siguiente.

Luego hay otros detallitos que también cuentan, como que con tiempo soleado los objetos parecen estar más cerca, y si está nublado justo lo contrario; que el artillero tiene su mira a unos 70cms a la izquierda del cañón y eso también influye en las distancias en que nos movemos; que gracias al estriado del cañón el proyectil gira sobre su eje para estabilizar la trayectoría y eso hace que se desvíe muy ligeramente hacia la derecha o izquierda (según la dirección del giro) y abajo respecto de la puntería ideal; etc, etc y algunos etcéteras más.

Todo este mecanismo tan complejo acababa automatizándose a base de entrenamiento, a base de disparar y disparar contra blancos en maniobras, a base de acabar calibrando el cañón hasta teniendo en cuenta los propios defectos de cálculo, y aún así y todo necesitando en muchas ocasiones más de un disparo para lograr poner fuera de combate al tanque enemigo.

Así se puede entender como las diferencias de impactos en prácticas y en combate eran tan notables conforme aumentaba la distancia. Intentad imaginaros a un Tigre en mitad de un combate, moviéndose constantemente para intentar no ser un blanco fácil para el enemigo, localizando un blanco y en medio de semejante caos y con la adrenalina saliendo por las orejas, logrando poner fuera de combate a un tanque enemigo a 1.000 metros de distancia con un solo disparo. Yo haría tiempo que me habría vuelto a la plácida vida de las trincheras y sus armas de uso rápido.

Creía que no acabaría nunca, ufff, ... Eso es todo amigos.

Saludos.

Fuente (más o menos): www.fprado.com/armorsite