Publicado: Lun Dic 25, 2006 1:20 pm
por Domper
Bueno, creo que se han colado algunos errores.

El primero, sobre el papel del muelle. El PIAT no es un mortero de resorte. No es que no se puedan construir, pero un muelle capaz de lanzar una bomba a 300 m de distancia es grande, engorroso, y no se podría cargar a mano. Aparte del retroceso que tendría, y de lo peligroso que sería su manejo.

El PIAT era un mortero de espiga. Al pensar en morteros, todos pensamos en el típico (tipo el mortero Brandt de 81 mm): un tubo hueco, bastante resistente, unido a una placa que se apoya en el suelo, y en el que se introducen bombas que incorporan en su cola la carga de proyección. Un percutor en la base del tubo (que puede ser fijo) activa la carga de proyección y dispara la bomba.

El mortero de espiga invierte el concepto. Se trata de una barra de metal (la espiga), del espesor justo para resistir el disparo. La barra está unida a la base. La bomba incorpora en su cola un tubo, con una carga de proyección en el fondo. Se introduce la espiga en el tubo, y se dispara la carga. Este arma es el colmo de la simplicidad: como digo, el lanzador es poco más que una base, un sistema de puntería (basta con inclinar la barra más o menos) y la espiga de acero. La bomba es algo más compleja que las bombas de mortero normales, pues precisa incorporar un tubo que debe ser el que contenga lso gases de la carga de proyección. Pero este tubo, que sólo se va a usar una vez, puede ser construido con materiales menos resistentes (y más baratos) que un tubo de mortero normal. El sistema es muy ligero, un mortero de espiga pesa la mitad o menos que un mortero de tubo. Estos morteros suelen ser, además, muy silenciosos. Una ventaja extra es que siempre que la bomba esté equilibrada y sea más o menos del peso calculado, importa poco la forma o tamaño de esta.

Pero ahí se acaban las ventajas. La bomba es más compleja que una normal, y el peso del tubo significa poder llevar menos explosivo. Suelen tener un alcance limitado, y muchas veces la precisión es escasa. Las menores aceleraciones de la bomba hacen difícil diseñar una espoleta que se active con el disparo. Y hay un problema concreto que incrementa la complejidad: el sistema de carga de la bomba, que luego citaré.

Los inconvenientes del sistema han hecho que los morteros de espiga nunca hayan tenido mucha difusión, salvo para aplicaciones muy concretas: como los lanzaminas de trinchera, como el "Leichte Ladungswerfer" (lanzacargas ligero) alemán usado (no muy ampliamente) en la SGM. Los Churchill AVRE montaban el mortero "Petard", que era un mortero de espiga de grueso calibre, usado contra fortificaciones. El mortero de espiga de mayor éxito fue el mortero múltiple antisubmarino "Hegdedog" (erizo) que lanzaba un racimo de cargas por la proa del barco

Pero como he dicho, está el problema de la carga de la bomba. No vale el dejar caer la bomba por el tubo: es más fácil que se atore, y en todo caso, por el corto recorrido, peligran las manos del cargador. Luego no vale lo del percutor fijo (característica habitual de los morteros de infantería). Es preciso o cargar la bomba y luego dispararla con algún sistema (una mecha, o eléctrico), lo que no es demasiado inconveniente en un barco, pero para la infantería resulta menos adecuado. Es preciso algún sistema que una carga y disparo.

En los años treinta Blacker propuso una solución: su mortero tenía un potente muelle. Este se montaba y, al dispararse, metía la espiga en el tubo de la bomba. La espiga llevaba un percutor fijo que activaba la carga. Y tras el disparo, el retroceso armaba el muelle, que quedaba cargado para el siguiente uso. El muelle además absorbía el retroceso. Podía usar bombas de alto explosivo o contracarro, pero estas eran complejas, y el sistema fue desechado, aunque algunas unidades acabaron en manos de la Home Guard. El único problema era que el muelle tenía que soportar el retorceso del disparo, por lo que tenía que er bastante resistente (es decir, grande y pesado).

Pero el arma volvió a dar juego cuando se buscó un arma contracarro. El proyector Blacker era ligero y silencioso, por lo que se desarrolló una versión reducida, el PIAT. Este seguía incorporando el muelle de marras, que era en teoría lo mejor del equipo, pero es lo que daba más problemas: hacía el arma muy pesada (15 Kg), era difícil de cargar antes del primer disparo, producía muchos fallos (si la bomba no quedaba perfectamente alineada la espiga no se introducía bien y fallaba), y además carecía de una espoleta de seguridad: las bombas se lanzaban con la espoleta activada. Esta era además muy sensible, característica de todas las cargas huecas. Por eso si la bomba tocaba cristales o ramas estallaría, a cualquier distancia del lanzador. Un detalle muy apreciado pro los tiradores era que si la bomba se caía (por ejemplo al apuntar hacia abajo) podía estallar. Las bombas, además, que eran tan quisquillosas con sus usuarios, muchas veces no estallaban al chocar con su blanco, salvo que lo hiciesen en el ángulo adecuado.

La potencia del arma era limitada. La potencia de las cargas huecas depende de su diseño (que no era bueno) y de su diámetro, limitado por el tubo exterior (que el primitivo mortero Blacker no tenía). Era eficaz contra los Pz-III y Pz-IV, pero sólo marginalmente contra los Tiger, e ineficaz (salvo por los costados) contra el Panther, el Tiger II o contra la mayoría de los autopropulsados. Al ser una carga hueca, la efectividad no dependía de la distancia, aunque dada la baja velocidad de la bomba y su poca precisión lo ideal era disparar a distancias muy cortas.

Con tiempo, se podría haber mejorado el arma. Por ejemplo, rescindiendo del potente muelle, pero almohadillando la culata, y dotando al arma de un sistema de disparo eléctrico como el del Bazooka. Pero era una vía sin salida frente a los mucho más prometedores lanzacohetes (como el Bazooka) o cañones sin retroceso (el Panzerfaust).

En la posguerra fue reemplazado primero por el "super bazooka" y luego por el cañón sin retroceso Carl Gustav, que con la misma potencia que el Piat podía usar también varios tipos de munición, pero tenía mucho mejor alcance y precisión.

Con todo, un PIAT hizo uno de los pocos disparos decisivos de la guerra, cuando el sargento Thornton destruyó con un PIAT y dos bombas un blindado alemán que atacaba el puente Pegaso, bloqueando a los demás blindados, e impidiendo un contraataque que hubiese podido cercar a las fuerzas aerotransportadas inglesas.

Saludos