Publicado: Mié Jul 14, 2010 2:45 am
por RMM
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Cuando la "folgore" fue enviada a combatir en el desierto africano tras el aplazamiento de la invasión de Malta, los paracaidistas se encontraron con frecuencia en la tesitura de tener que hacer frente a los blindados enemigos sin disponer de piezas anticarros adecuadas. Los cañones de 47mm nada podían contra los pesados blindajes de los carros americanos y británicos, y los soldados de la "Folgore" se vieron forzados a organizar compañías de "cazadores de carros" que, para destruirlos , recurrían a los mas inverosímiles artilugios.

Existían, a partir de 1942, dos tipos de granadas de mano anticarro de cierta eficacia, que se distribuian entre los soldados especializados en este arriesgado tipo de "caza". Se trataba de la Breda 42 y de la Otto 42.


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Breda 42

La primera tenia un efecto rompedor; se trataba de una breda normal a la que se le había añadido un mango de madera para poderla lanzar con mayor facilidad y, en la parte delantera, una esfera de acero llena de explosivo. La bomba, lanzada desde una distancia máxima de 15m (los cazadores la lanzaban con frecuencia desde una distancia de menos de 10m para asegurar el blanco), tenia que golpear el vehículo con su parte esférica. Odia hundir planchas de acero de 20mm o causar desperfectos en planchas de mayor espesor, provocando, desde el interior, el desprendimiento de grandes y peligrosos cascotes, que resultaban proyectiles mortíferos para los tripulantes de los carros. Este artilugio podía bloquear o romper equipos de transmisión.

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Granada OTO

La oto 42 esta formada por una granada de mano OTO unida a un recipiente de cristal en forma de botella, que contenía aproximadamente 600 centímetros cúbicos de liquido incendiario mezclado con una pasta inflamable adhesiva. La bomba podía golpear el vehículo en cualquier angulo y su explosión lo rociaba de un liquido viscoso en llamas, que ardía también paredes verticales. Tras un breve periodo de tiempo, durante el cual se consumía la parte mas volátil de la mezcla, empezaba a arder la pasta adhesiva , que deprendía un humo cegador y sofocante, con repentinas salpicaduras de material incandescente. Los tripulantes del carro alcanzado, al desconocer la gravedad de los desperfectos, se veían forzados a salir, exponiéndose a tiro, o se quedaban momentáneamente inmovilizados, dejando el blindado a merced de sucesivos ataques.

Un asalto combinado con granadas de los dos tipos, aun siendo muy arriesgado, podía dar cuenta de cualquier carro. Pero muchas veces los paracaidistas se metían en pequeños hoyos para no ser detectados por los pilotos de los carros. Cuando pasaban a su lado, salían del hoyo y trepaban por los mismos para colocar cargas explosivas en las torretas y, accionando el detonador a tiempo, provocar la explosión.

Aveces corrían al lado, permaneciendo en ángulos muertos, y se echaban después debajo, en medio de las cadenas, para atacarlo en cuanto les sobrepasaba. En situaciones desesperadas se utilizaron los mas inverosímiles artilugios: lanzallamas, cargas de demolición, bombas de mano, botellas "molotov", utilizados siempre con una enorme dosis de
valor y desprecio del peligro que fue reconocida y admirada por su aliados y por los mismos enemigos.

Saludos