Publicado: Mié Nov 25, 2009 3:04 pm
por Domper
Se habla de los “términos inaceptables” de la nota de Hull. Pero Hull no planteó esas exigencias ni a China (que también estaba en guerra), ni a Argentina (que tenía un régimen hostil), ni a España (aún más hostil), ni a… Sólo a Japón ¿por qué? Tal vez por haberse saltado a la torera un tratado tras otro, por haber invadido a un vecino tras otro, etcétera.

No está de más ver cuales eran las propuestas japonesas, ya citadas en este hilo. Una, la paralización de las operaciones y una retirada parcial de tropas (que no de territorios) de China. Recordemos que hasta la fecha Japón había violado un tratado tras otro. La otra propuesta, paralización de las operaciones militares en China, a cambio de la entrega de cantidades importantes de gasolina de aviación. Esta segunda propuesta fue presentada el 20 de Noviembre, cuando los portaaviones de Nagumo estaban en las Kuriles. Cuando Estados Unidos preparaba su contrapropuesta Roosevelt fue informado que Japón estaba preparando operaciones anfibias en Indochina, es decir, estaba acumulando buques y embarcando tropas. Quedaba claro que la propuesta japonesa era un engaño para ganar tiempo. Roosevelt decidió que los japoneses estaban tratando de estafarle y dio órdenes a Hull de presentar exigencias estrictas: la nota del 26 de Noviembre exigía la retirada japonesa de Indochina y China (pero no de Manchuria, Taiwan, Corea o de los enclaves en la costa china). Esa nota fue entregada cuando la fuerza de Nagumo ya había salido hacia Pearl Harbor, y fue considerada por los japoneses un ultimátum.

Pero recordemos cuales eran los términos que Japón pretendía negociar. El “bloqueo” norteamericano era realmente un boicot: Estados Unidos no vendería a Japón materiales estratégicos (petróleo, acero). A ese boicot se unieron Inglaterra y Holanda (esta, tras las amenazas a las Indias Orientales). Pero Japón era libre para adquirir recursos en otros lugares. Podía adquirir en Venezuela (por ejemplo) todo el petróleo que pudiese pagar, en Chile el cobre que quisiese… El problema era otro: ni Venezuela ni Chile se fiaban de las intenciones japonesas, ni Japón tenía dinero para pagarlo: lo más divertido de todo el asunto es que Japón estaba tan endeudado por la guerra con China que para adquirir cualquier cosa tenía que hacerlo a crédito y sin garantía. Esos créditos tenían que concederlos los bancos norteamericanos. Ya puestos, como Japón tampoco tenía suficientes barcos, tenían que ser los norteamericanos los que los transportasen.

Vamos, que según Japón los bancos norteamericanos tenían que conceder créditos a fondo perdido a Japón (porque no iba a pagarlos: no tenía con qué, y la tradición era ignorar lo firmado). Con ese dinero se adquirirían medios para seguir operaciones militares contra un país aliado de Estados Unidos, y con lo que se obtuviese del saqueo y el genocidio tal vez se pagase algo. Si algo se había aprendido de Munich era que ceder ante un país fascista era permitirle fortalecerse.

Por otra parte, Japón tenía una larga tradición de violar tratados. Un ejemplo que afectaba directamente a Estados Unidos era el Tratado de Limitación de Armamentos Navales (los de Washington de 1923 y de Londres de 1930). Japón se saltó a la torera las limitaciones: tenía que desmilitarizar el acorazado Hiei pero lo que hizo fue modernizarlo. Construyó portaaviones por encima de los límites (el Ryujo), cruceros un 20% mayores a lo permitido, y finalmente emprendió la construcción de los Yamato, que duplicaban los límites. Aunque Japón no renovó el tratado en 1935, estaba obligado a respetar las limitaciones durante un plazo prolongado (lo que no hizo).

El problema es que los norteamericanos no eran tontos. Ellos tenían que hacer filigranas para diseñar cruceros pesados de 10.000 toneladas, y veían que los japoneses construían los Takao, con cinco torres dobles de 203 mm, cuatro dobles de 127 mm, tubos lanzatorpedos, coraza oblicua de gran espesor… Todo eso estaba a la vista, y cualquier ingeniero con una regla de cálculo sabía que era imposible diseñar barcos así que desplazasen menos de 13.000 Tn. Lo mismo con “modernizaciones” como la de los cruceros “ligeros” de la clase Mogami a los que se les sustituyeron las torres para que fuesen cruceros pesados (prohibidas por el tratado). Etcétera.

Además ¿qué términos serían aceptables por Japón? Recordemos que el Ejército y la Marina no dependían del gobierno (nombraban sus propios ministros y manejaban sus propios presupuestos) y, cuando les apetecía, organizaban guerras por su cuenta (como la invasión de Manchuria o el ataque a la URSS). Hasta los tratados favorables para Japón como el de Londres de 1930 eran vistos como traiciones (y los negociadores tuvieron que ser enviados a embajadas distantes para salvar sus vidas: el caso de Yamamoto). Los ministros que no eran suficientemente belicistas, eran asesinados. Y lo dicho, si se firmaba un tratado, no pasaba nada, cuando se necesitase se violaba y en paz, eso sí, respetando la etiqueta.

En esas condiciones cualquier cesión japonesa era inaceptable para los militares. Pero cualquier cosa que no fuese una cesión clara japonesa era inaceptable para Estados Unidos: si Japón paralizaba las operaciones en China y recibía petróleo ¿qué le impedía reiniciarlas cuando recibiese el petróleo? Las noticias que recibió Roosevelt eran que Japón no pensaba ni simular que los cumplía. Sólo aceptaba las cesiones norteamericanas a cambio de nada. En resumen: una traducción de la postura japonesa a términos coloquiales:

“Mira, sabemos que no os fiais, pero nosotros damos mucha importancia a las formas: firmaremos lo que sea. Luego nunca lo cumplimos, pero esta vez confiad en nuestras promesas. Resulta que estamos invadiendo, saqueando y asesinando chinos, pero el bocado es un poco grande, y se nos están acabando el petróleo y las armas. Necesitamos que nos vendáis petróleo y acero, pero como no tenemos dinero, tendrá que ser a crédito y ya veremos si pagaremos. Eso sí, nos comprometemos a decir que no atacamos a China, pero no vigiléis muy de cerca, porque no lo vamos a cumplir. Eso, o la guerra, pero será culpa vuestra por ser maleducados.”

Lo dicho, los términos de Roosevelt eran inaceptables hasta para Luxemburgo.

Saludos