Publicado: Dom Abr 06, 2008 9:04 pm
por Capitan Miller
Hola a todos.

Creo que será interesante conocer un poco más sobre la conquista norteamericana de Peleliu, en el archipiélago de las Palau, durante los meses de Septiembre a Noviembre de 1944. Los combates en Peleliu quedaron un tanto oscurecidos por el regreso de MacArthur a Filipinas y los avances aliados en Europa, y sin embargo fue la batalla con un mayor número de bajas respecto del número de combatientes de todas las libradas en el frente del Pacífico.

La Situación Estratégica.

Para el mes de Agosto de 1944, ya estaba claro que para Japón iba a ser una tarea complicada, sino imposible, detener el avance norteamericano en el Pacífico. El almirante Chester W. Nimitz había puesto en marcha su plan de salto de isla en isla, y los resultados eran evidentes. Tarawa había sido tomada en Noviembre de 1943, Kwajalein y Eniwetok al principio de 1944, y Guam, Saipan y Tinian en Agosto del mismo año. Ahora era el momento de fijar la estrategia para el siguiente paso, con la vista puesta en Iwo Jima y Okinawa, que debería llevar a las fuerzas norteamericanas hasta Japón.

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Movimientos norteamericanos en el Pacífico durante 1944.

Más al sur, el general MacArthur se había abierto camino desde Agosto de 1942, empezando en Guadalcanal y continuando sobre las Islas Salomón hacia Nueva Georgia, Bouganville, Nueva Bretaña y Nueva Guinea. Para el general había llegado el momento de pensar seriamente en cumplir su promesa de regresar a las Filipinas, que había realizado al abandonar el archipiélago tras su caida en manos japonesas en Marzo de 1942.

Un mes antes, en Julio de 1944, los planes estratégicos norteamericanos habían sido definidos tras la reunión mantenida en Pearl Harbor por Roosevelt, Nimitz y MacArthur. La reconquista de las Filipinas no era, en absoluto, una cuestión prioritaria para el Estado Mayor norteamericano. Como Marshall había advertido a MacArthur en Junio del mismo año: "Debemos tener cuidado de no permitir que nuestros sentimientos personales y consideraciones políticas acerca de Filipinas nos hagan olvidarnos de nuestro gran objetivo, que no es otro que concluir pronto la guerra con Japón… rodear no es sinónimo de abandonar". Sin embargo, tras la reunión en Hawaii, el plan de MacArthur salió reforzado, quedando Nimitz relegado a un segundo pero importante plano, el de establecer cual y cómo sería el apoyo de la marina a la reconquista de Filipinas.

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MacArthur, Roosevelt y Nimitz durante su encuentro en Hawaii, Julio de 1944.

Teniendo en mente que el desembarco principal en el archipiélago se realizaría sobre Leite, se planeó una maniobra de apoyo, que incluía la conquista de Morotai, entre las Filipinas y Nueva Guinea, y las Palau, al este, previa al desembarco principal. De este modo, y una vez conseguidos ambos objetivos, se podría disponer de dos puntos de apoyo aéreo para la cabeza de playa de Leite que de otro modo podrían ser utilizados por la aviación japonesa y dificultar el desembarco, y al mismo tiempo evitar que las fuerzas japonesas en Peleliu, la posición más importante de las islas Palau, pudieran ser empleadas para reforzar las Filipinas.

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Mapa de la isla de Peleliu.

La fuerza aeronaval del almirante Halsey, había estado realizando ataques aéreos sobre blancos en Filipinas y las Palau como parte del plan de apoyo al ataque en Leite, y algo había resultado evidente tras dichos ataques: aunque se habían inflingido graves daños al enemigo la respuesta había sido mucho menor de la esperada. Ello llevo a Halsey a convencerse de que las defensas japonesas en Filipinas eran más débiles de lo que hasta entonces se había creido, y el 13 de Septiembre, sólo dos días antes de la fecha planeada para los asaltos a Morotai y Peleliu, envió un informe a Nimitz recomendando que:

1.- Se abandonaran los planes para la captura de Morotai y las Palau.
2.- Que las fuerzas reservadas para esos ataques fueran asignadas al contingente de MacArthur para su uso en las Filipinas.
3.- Que la invasión de Leite fuera efectuada cuanto antes.

Nimitz tomó en consideración las recomendaciones de Halsey y a su vez redactó un informe urgente que fue enviado a la Junta de Jefes de Estado Mayor, reunida en Quebec para la Conferencia Octagon entre Roosevelt y Churchill. El Estado Mayor lo discutió con MacArthur, y el 14 de Septiembre se decidió adelantar dos meses los planes del ataque en Leite, según recomendaba Halsey, pero la ofensiva sobre Morotai y las Palau siguió adelante según lo previsto. Según Nimitz, ya era demasiado tarde para detener las flotas en rumbo hacia sus objetivos, y las bases aéreas de las Palau eran una amenaza demasiado seria sobre Filipinas. Halsey insistió, remarcando que esas amenazas podían ser eliminadas mediante bombardeos navales y ataques aéreos, pero finalmente no fue escuchado.

Las Defensas Japonesas.

Por aquellas fechas, Septiembre de 1944, las islas Palau estaban ocupadas por, aproximádamente, 30.000 soldados japoneses, de los cuales 11.000 se encontraban en Peleliu, formando parte de la 14ª Div. de Infanteria y trabajadores coreanos y japoneses. El coronel Kunio Nakagawa, comadante del 2ú Rgto. de la división, se había encargado de preparar las defensas de la isla. Tras las terribles pérdidas sufridas por el ejército japonés en las Salomón, las Gilbert, las Marshall y las Marianas, se puso en marcha un plan con el fin de estudiar alternativas a las a todas luces inefectivas tácticas de defensa empleadas hasta entonces. Se decidió abandonar la estrategia basada en la defensa de las playas a favor de otra establecida sobre un contraataque menor de las zonas de desembarco y la creación de posiciones de defensa fortificadas en el interior para así retrasar en lo posible el avance enemigo y obligarle a un combate dilatado y con un coste elevado de bajas. Nakagawa asumió la nueva doctrina defensiva, concentrando sus defensas en el interior de la isla y construyendo un sistema de bunkers y posiciones subterráneas.

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Bunker japonés en las montañas de Peleliu.

La mayor parte de las defensas de Nakagawa se ubicaron en los alrededores del punto más elevado de la isla, la montaña de Umurbrogol. Situada en el centro de Peleliu, Umurgrobol dominaba una gran parte de la isla, incluyendo el importante aérodromo. Había en la montaña alrededor de 500 cuevas, algunas de ellas antiguas minas, conectadas por túneles, y todas fueron convertidas en posiciones defensivas a las que se añadieron paneles blindados en el exterior a través de los cuales pudieran dispararse ametralladoras y piezas de artillería. Las posiciones estaban defendidas por cañones de 81mm y morteros de 150mm, ametralladoras, posiciones antiaéreas y, en algunas casos, apoyadas por tanques ligeros. La comunicación entre todos estos puestos permitía a los defensores evacuarlos o reocuparlos según fuera necesario a lo largo de toda la zona central de la isla.

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El coronel Nakagawa, responsable de la defensa japonesa.

En las playas, los japoneses también utilizaron la ventaja del terreno. El extremo norte de las zonas de desembarco estaba dominado por el promontorio de un acantilado que se orientaba hacia las playas formando una pequeña península, un lugar más tarde conocido por los soldados norteamericanos como "El Punto". El lugar fue excavado para emplazar un cañón de 47mm y seis ametralladoras de 20mm, y posteriormente enterrado de nuevo dejando sólo unas pequeñas troneras desde las que disparar sobre la playa. Posiciones similares fueron construidas a lo largo de los tres kilómetros de las playas de desembarco, además de miles de obstáculos para las lanchas, principalmente minas y un gran número de proyectiles de artillería enterrados con las espoletas al descubierto. Se destacó un batallón a lo largo de la playa para su defensa, pero su única finalidad era retrasar el avance enemigo y atraerlo hacia el interior, donde podría ser diezmado desde las posiciones fortificadas.

El Plan de Ataque Norteamericano.

Al contrario que el ejército japonés, que había modificado drásticamente sus tácticas, el plan de invasión norteamericano no fue prácticamente alterado respecto de los anteriores utilizados en el Pacífico. La zona elegida para el desembarco fue la de las playas situadas al suroeste de la isla, dada su proximidad al campo de aviación. La fuerza principal del ataque sería la 1ª División de Marines, comandada por el general William H. Rupertus. El 1er. Regimiento de Marines, comandado por Chesty Puller, desembarcaría en el extremo norte de las playas; el 5ú Rgto. de Marines, dirigido por Harold "Bucky" Harris, lo haría en el centro; y el 7ú Rgto. de Marines, con Herman Hanneken al mando, atacaría el extremo sur. El plan era que los regimientos 1ú y 7ú avanzaran hacia el interior, manteniéndose en los flancos izquierdo y derecho del 5ú Rgto., que capturaría el aeródromo ubicado justo en el centro de las playas. Entonces el 5ú Rgto. avanzaría hacia el este, cortando la isla en dos. Una vez realizada la maniobra, el 1er. Rgto. atacaría hacia el norte, en dirección a Umurbrogol, mientras que el 7ú Rgto. se encargaría de asegurar el extremo sur de la isla. Sólo se mantuvo en reserva un batallón, junto con la 81ª Div. de Infantería, listos para apoyar el ataque desde Angaur, al sur de Peleliu.

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Mapa mostrando el asalto y avance norteamericano sobre Peleliu.

El 4 de Septiembre, los marines partieron de su base en Pavuvu, al norte de Guadalcanal, un viaje de más de 3.000 kilómetros por el Pacífico. Los equipos de demolición deberían limpiar las playas de obstáculos, mientras que la marina se encargaría de realizar el bombardeo previo al desembarco. La fuerza naval de apoyo estaba compuesta por los acorazados Pennsylvania, Maryland, Mississipi, Tennessee y Idaho; los cruceros pesados Columbus, Indianapolis, Louisville, Minneapolis y Portland; los cruceros ligeros Cleveland, Denver y Honolulu. El apoyo aeronaval estaba al cargo de tres portaaviones, cinco portaaviones ligeros y once portaaviones de escolta. Durante el bombardeo se dispararon 519 proyectiles de 16 pulgadas, 1.845 de 14, y 73.412 del calibre .50, todo ello sobre una isla de menos de 10 kilómetros cuadrados. Se pensaba que el bombardeo sería demoledor, tanto que el contralmirante Jesse Oldendorf, responsable de la flota de apoyo, llegó a afirmar que la marina se había quedado sin blancos. Pero la realidad era bien distinta. La mayoría de las posiciones japonesas no sufrieron daños de importancia; incluso el batallón que debía defender las playas salió casi indemne. Durante el asalto, los defensores de la isla mantuvieron una estricta disciplina de fuego, con el fin de no desvelar sus posiciones. El principal éxito del bombardeo fue la destrucción del aeródromo y sus instalaciones adyacentes, pero la fuerza principal japonesa se hallaba lista para repeler el ataque tan pronto como se iniciara el desembarco.

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El coronel "Bucky" Harris (centro), comandante del 5ú Rgto. de Marines

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El coronel "Chesty" Puller (izda.), comandante del 1er. Rgto. de Marines.

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El coronel Herman Hanneken, comandante del 7ú Rgto. de Marines.

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El general William H. Rupertus, comandante de la 1ª Div. de Marines.

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El general Paul J. Mueller, comandante de la 81ª Div. de Infantería.

La Batalla.

Los marines desembarcaron a las 08:32 del 15 de Septiembre, el 1er Rgto. al norte, en White Beach, y el 5ú y 7ú Rgtos. en el centro y sur, en Orange Beach. Tan pronto como las lanchas de desembarco se aproximaron a las playas, la artillería de las posiciones japonesas abrió fuego. Las baterías de 47mm apostadas en los promontorios que dominaban las playas comenzaron a disparar, apoyadas por el fuego de ametralladora de 20mm, y una hora más tarde habían sido puestas fuera de combate 60 LVT y DUKW.

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LVTs dirigiendose a las playas de Peleliu.

El 1ú de Marines vio obstaculizado su avance inmediatamente por el fuego procedente de la posición japonesa en El Punto, e incluso su comandante, Chesty Puller, estuvo a punto de ser alcanzado cuando un proyectil impacto directamente en su LVT. Muy probablemente, el coronel recordaría en ese momento la frase que había pronunciado ante sus hombres antes del desembarco: "No tomaréis ningún prisionero, mataréis a todos esos hijos de puta amarillos y punto". Fruto del fuego japonés aumentaban los problemas para el 1ú, cuando otro impacto de 47mm acabó con la sección de comunicaciones al completo. Al sur, el 7ú de Marines se encontraba con problemas similares, al sufrir el fuego de las baterías japonesas apostadas en su flanco, que batieron a muchas de las LVT, llegando los marines supervivientes a la playa agotados después de tener que nadar a través del arrecife. La mayor parte de los cuarteles generales del 1ú y el 5ú estaban dispersos y diezmados, y el bombardeo artillero japonés llegó a alcanzar tal intensidad que un oficial, nacido en Lousiana, presa de la conmoción comenzó a hablar en francés, su lengua natal.

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Marines desembarcados en Peleliu intentado encontrar una protección en la playa batida.

El 5ú de Marines fue la unidad que logró realizar el mayor avance en todo el Día D, debido a que las baterías enemigas situadas en sus flancos se hallaban a una distancia mayor que las que batían a sus camaradas del 7ú y 1er. Rgtos. Se abrieron paso hacia el campo de aviación, pero sólo para encontrarse con el primer contraataque de las tropas de Nakagawa. Su compañía de tanques ligeros avanzó sobre el aeródromo y obligo a los marines a retroceder, pero pronto cayó bajo el fuego de apoyo norteamericano procedente de tanques, artillería naval y aviación. Los pequeños tanques de Nakagawa se mostraron ineficaces, y pronto fueron eliminados junto con la infantería que los acompañaba. Era una escena que se iba a repetir hasta la saciedad en el Pacífico; mientras los japoneses permanecían atrincherados causaban infinidad de problemas, pero tan pronto como se movían eran exterminados.

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Restos del contraataque japonés contra el 5ú de Marines.

Al final del Día D, los norteamericanos lograban mantener las playas, pero muy poco más. Su mayor progreso, en el sur, se había abierto camino hacia el interior algo más de un kilómetro, pero el 1ú de Marines seguía anclado en la playa por el fuego procedente de El Punto. Las bajas del primer día para los marines eran de 1.100 hombres, 200 muertos y 900 heridos. El general Rupertus había creido que la resistencia japonesa se derrumbaría en cuanto su perímetro fuera traspasado, y que la isla sería conquistada en sólo cuatro días, pero todavía no sabía que el enemigo había cambiado de táctica.

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Dos marines en uno de los raros momentos de descanso en Peleliu.

El 16 de Septiembre, el 5ú de Marines avanzó de nuevo para capturar el campo de aviación y proseguir hacia la orilla oriental de la isla. Durante el avance, el 5ú sufrió un gran número de bajas al caer bajo el fuego de artillería enemigo. Después de hacerse con el aeródromo siguieron avanzando y alcanzaron las playas del extremo oriental, cortando las defensas japonesas en dos, y dejando la tarea de ocuparse del extremo sur a sus camaradas del 5ú. Las condiciones del combate eran terribles, con altas temperaturas y problemas en el suministro de agua, añadido a los defensores japoneses que seguían ocupando algunas de sus fortificaciones. Las bajas en ambos regimientos eran numerosas, pero finalmente las dos unidades lograron sus objetivos, y tanto el campo de aviación como el sur de la isla estaban asegurados en manos norteamericanas el 23 de Septiembre.

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"Peligro, muevete deprisa", el aviso no puede ser más claro.

Tan pronto como la pista del aeródromo estuvo en manos de los marines, el día 18, fue puesta en servicio. Los Grasshoppers del 1er Escuadrón de Observación (VMO-1) comenzaron a realizar misiones de reconocimiento para la artillería de los marines y el fuego naval. El 26 de Septiembre los Corsair del Escuadrón 114 aterrizaban en la pista y comenzaban sus misiones de ataque y apoyo a las tropas. Los Corsair se emplearon en misiones de bombardeo, y sobre todo utilizando dos armas que se mostrarían altamente efectivas. De una parte los cohetes, que abrían brechas en las fortificaciones japonesas y las volvían vulnerables a los ataques de la infantería, y de otra el napalm, usado por segunda vez en el Pacífico, que se convirtió en la mejor arma para terminar con las pequeñas posiciones excavadas y posiciones al descubierto.

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Un Corsair bombardea con napalm las posiciones japonesas en las montañas de Umurbrogol. Aunque poco visible, se puede apreciar que el avión no ha plegado el tren de aterrizaje. La distancia desde la pista al blanco era tan corta, que los pilotos mantenían el tren abajo durante los ataques.

Entre tanto, la posición japonesa en El Punto seguía causando una gran cantidad de bajas a lo largo de las playas. Puller ordenó al capitán George Hunt, comandante de la Compañía K del 3er. Batallón, capturar la posición. La aproximación a El Punto fue en extremo difícil, habiendo perdido la compañía durante su avance casi todas las ametralladoras, y siendo uno de los pelotones de Hunt prácticamente exterminado al caer bajo el fuego de dos posiciones enemigas. Cuando más complicada parecía la situación para la diezmada compañía, tras un contraataque japonés que abrió un hueco en su línea y dejó aislado al flanco derecho, un pelotón atacó a las posiciones de ametralladoras japonesas una tras otra. Cubriéndose con granadas de humo, y utilizando granadas de fusil, el pelotón acabó con las seis posiciones japonesas, y despejó el camino hacia la cueva en que se hallaba el cañón de 47mm. Usando la misma táctica, un teniente de la compañía cubrió el avance con una granada de humo, mientras un cabo lanzaba al interior de la posición una granada, que al estallar provocó la detonación de varios proyectiles de artillería. El fuego obligó a salir a los japoneses que la ocupaban, que inmediatamente fueron abatidos por los atacantes.

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Vista aérea de White Beach. En el extremo superior se puede ver la posición japonesa conocida como El Punto.

La Compañía K había tomado El Punto, pero Nakagawa no se rendía con facilidad, y envió un contraataque tras otro con el fin de recuperar la estratégica posición. Durante las siguientes treinta horas, hasta cuatro contraataques fueron lanzados contra la compañía, que para entonces ya estaba baja de munición y sin apenas agua. Después de varios combates cuerpo a cuerpo que lograron repeler a los atacantes, y tras la llegada de refuerzos, la Compañía K fue relevada. Para entonces había quedado reducida a 18 hombres; la conquista de El Punto le había costado a la compañía 157 bajas.

Después de haber asegurado el campo de aviación, se ordenó al 5ú de Marines la captura de la isla Ngesebus, al norte de Peleliu. Ngesebus estaba defendida por varias posiciones de artillería, y en ella se había empezado a construir una pequeña pista de aterrizaje. La pequeña isla estaba unida a Peleliu por un pequeño sendero elevado sobre el mar, pero el comandante del regimiento, Bucky Harris, prefirió realizar un ataque anfibio, pensando que el sendero estaría obviamente cubierto por la artillería de los defensores. Harris coordinó un bombardeo previo al desembarco para el 28 de Septiembre, en el que se emplearon tanto unidades navales como aéreas y terrestres. Al contrario de lo sucedido en el desembarco principal sobre Peleliu, el ataque del 5ú en Ngesebus fue un éxito, logrando neutralizar la mayor parte de las posiciones defensivas japonesas y haciéndose rápidamente con el control de la isla. Aún encontrándose cierta oposición del enemigo, las fuerzas de Harris sólo sufrieron 15 muertos y 33 heridos, por 470 bajas japonesas.

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Un marine atiende a un compañero herido. La falta de agua por problemas logísticos se convirtió en un serio problema en Peleliu.

Después de capturar El Punto, el 1ú de Marines avanzó en dirección norte, hacia la bolsa de Umurbrogol, llamada por los marines Bloody Nose Ridge. Puller lideró a sus hombres en numerosos asaltos, pero cada ataque era rápidamente neutralizado por los defensores japoneses. Los marines pronto se vieron atrapados en los estrechos senderos entre las colinas, defendidas por posiciones que realizaban un mortal fuego cruzado. Las bajas no dejaban de aumentar a un ritmo alarmantemente elevado mientras el 1ú avanzaba lentamente por las montañas. A ello contribuía, una vez más, la inusual disciplina de fuego de los japoneses, que sólo atacaban cuando había más probabilidad de causar bajas. Conforme el número de caidos aumentaba, los francotiradores japoneses centraban su atención en los camilleros, al percatarse de que cuando dos de ellos eran alcanzados, otros más aparecían para reemplazarles, resultando así más fácil acabar con más y más marines. Para empeorar aún más la situación, en lugar de las ya conocidas -cargas banzai- los japoneses preferían infiltrarse en las líneas norteamericanas al llegar la noche, atacando a los marines en sus pozos de tirador. Finalmente todos los pozos eran siempre ocupados por dos marines; mientras uno de ellos descansaba, el otro permanecía alerta ante el ataque de posibles japoneses infiltrados.

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Tropas norteamericanas avanzando entre las colinas de Umurbrogol.

Algunos de los combates más duros en Bloody Nose Ridge sucedieron cuando el 1er. Batallón del 1ú de Marines, bajo el mando del mayor Raymond Davis, atacó la Colina 100. Después de seis días de lucha, el batallón había sufrido un 71% de bajas, y el capitán Everett Pope, al mando de los 90 hombres que quedaban de su compañía, decidió avanzar sobre lo que pensaba que era la Colina 100. Tras un día entero de terribles combates, los marines alcanzaron la cresta, pero sólo para encontrarse en una elevación secundaria ocupada por más defensores japoneses. Atrapado en la posición, Pope organizó un perímetro defensivo, que fue atacado sin descanso por los japoneses durante la noche. Los hombres de Pope acabaron sin munición, defendiéndose con bayonetas, cuchillos y cualquier objeto a mano que pudieran encontrar, hasta cajas vacías de munición, pero finalmente lograron mantener la posición hasta el amanecer. Cuando la compañía fue evacuada sólo quedaban nueve supervivientes. Pope recibiría la Medalla de Honor del Congreso por la defensa de la posición.

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Marines en una lancha camino de Peleliu. El miedo no sabe de veteranía ni bisoñez.

Los japoneses, a esas alturas de los combates, habían inflingido al 1ú de Marines un 60% de bajas, habiendo perdido 1.749 hombres de los aproximádamente 3.000 que formaban el regimiento. Después de seis días de combates en las colinas de Umurbrogol, el general Roy Geiger, comandante del III Cuerpo Anfibio, envió unidades de la 81ª Div. de Infantería a Peleliu para relevar al regimiento. El 321ú Rgto. desembarcó en las playas occidentales de Peleliu, al norte de las colinas de Umurbrogol, el 23 de Septiembre, y con el apoyo de los regimientos 5ú y 7ú de Marines, continuó el ataque sobre las colinas, sufriendo a su vez un elevado número de bajas. Para mediados de Octubre, el 5ú y 7ú de Marines habían perdido a la mitad de sus hombres en los combates, y Geiger decidió evacuar a la 1ª División de Marines al completo, sustituyéndola por más tropas de la 81ª Div. de Infantería. El 323ú Rgto. desembarcó el 15 de Octubre, y una semana más tarde la mayor parte de los marines habían sido evacuados a Pavuvu. Los hombres de la 81ª Div. tuvieron que continuar los combates durante un mes más hasta tomar Umurbrogol y asegurar Peleliu. Al final, Nakagawa proclamó "nuestra espada está rota y no tenemos más lanzas", para después quemar la bandera de su regimiento y suicidarse. Nakagawa fue ascendido póstumamente a general por el valor mostrado en los combates en Peleliu. Las últimas fuerzas japonesas se rindieron oficialmente el 25 de Noviembre. La operación que no habría debido de llevar más de cuatro días, se había transformado en un infierno de más de dos meses de duración.

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Lápida en memoria de los japoneses muertos en defensa de Peleliu. "Que los turistas de todos los paises que visiten esta isla sepan cuan valientes y patriotas fueron los soldados japoneses que murieron defendiéndola. Chester W. Nimitz, Comandante en Jefe de la Flota del Pacífico."

La conquista de la bolsa japonesa en la montaña de Umurbrogol está considerada como el combate más difícil que el ejército norteamericano hubo de afrontar durante toda la SGM. La 1ª División de Marines fue gravemente diezmada en Peleliu, y no volvería a entrar en acción hasta la invasión de Okinawa, el 1 de Abril de 1945. En total, la división había sufrido 6.500 bajas durante el mes de combates en Peleliu, 1.252 muertos y 5.274 heridos, más de un tercio de su fuerza total. Por su parte, la 81ª División de Infantería tuvo 1.500 bajas hasta la conquista final de la isla, 208 muertos y 1.000 heridos. En el bando japonés el número de víctimas fue aún mayor. De los aproximádamente 11.000 hombres de la guarnición, 10.695 resultaron muertos y 202 fueron hechos prisioneros. Las cifras de bajas niponas mostraban a todas luces un hecho que posteriormente se seguiría repitiendo de manera terrible, la rendición no era una opción para el soldado japonés.

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Monumento a la 1ª Div. de Marines en Peleliu.

El valor estratégico que finalmente tuvo la conquista de Peleliu fue mucho menor del esperado, lo que la ha convertido en una de las batallas más controvertidas de toda la guerra. El campo de aviación capturado no fue prácticamente utilizado durante la invasión de las Filipinas, ni la isla en si fue convertida en un punto de apoyo para posteriores ataques; fue el atolón de Ulithi, en las Carolinas, al norte de las Palau, el lugar utilizado para apoyar el ataque sobre Okinawa. Se ha dicho que el único aspecto positivo de la operación fue la experiencia adquirida durante los combates, y el conocimiento de las nuevas tácticas japonesas, que aún habrían de causar un gran número de bajas entre las fuerzas norteamericanas en Iwo Jima y Okinawa. En honor a la verdad se debe reconocer que el sacrificio de los marines de la 1ª Div. y los soldados de la 81ª Div. no fue de ninguna utilidad, ni para la invasión de las Filipinas ni para las operaciones posteriores. De haberse seguido la recomendación de Halsey se habrían ahorrado muchas vidas, no sólo en Peleliu, sino también en el avance de MacArthur através de las Filipinas, ya que gran parte de las fuerzas utilizadas allí se habrían podido desplegar en el desembarco de Leite. Todo el mundo parece estar de acuerdo hoy, y así era también en el invierno de 1944, en que la decisión de Nimitz de tomar las Palau fue una de las más equivocadas que tomó el almirante en toda la guerra. Los japoneses no tenían medios para explotar el aeródromo, por lo que los hombres que defendían Peleliu no habrían podido interferir en Leite ni en ningún otro lugar. El fortín de Peleliu podía haber sido abandonado a su suerte, y los aviones estadounidenses utilizar las pistas de Morotai con la misma facilidad. Aunque los marines habían participado en combates terribles en el Pacífico, como en Tarawa y Saipán, habían atacado cuando las defensas japonesas no habían sido finalizadas. Ahora, sin embargo, a medida que el perímetro de Japón se estrechaba, el enemigo sabía donde esperar los ataques estadounidenses y tendría más tiempo para prepararse a recibirles.

Saludos.


Fuentes:
http://en.wikipedia.org/wiki/Battle_of_Peleliu
Peleliu, the forgotten corner of Hell. Jim Moran y Gordon L. Rottman. Osprey Publishing, 2002.
Némesis. Max Hastings. Ed. Crítica, 2008.