Publicado: Lun Mar 26, 2007 4:02 am
por Capitan Miller
Montecassino. La Segunda Batalla.

Con el VI Cuerpo de Ejército USA en una posición difícil en Anzio, Freyberg estaba obligado a lanzar un ataque en Cassino que aliviara la presión. Una vez más la batalla comenzó sin que las fuerzas atacantes hubieran tenido tiempo suficiente para prepararse adecuadamente. Tampoco el Cuartel General apreció la dificultad de desplazar a la 4ª División India a través de las montañas y valles al norte de Cassino, ni los inconvenientes de entregar los necesarios suministros por la misma vía. La ruta eran más de 10 kilómetros de camino de cabras en el que el único medio de transporte era a lomos de mulas, y totalmente expuesto a fuego de artillería y mortero. Su apodo entre los combatientes decía todo del lugar, El Valle de la Muerte. En los documentos escritos tras la guerra por el general Howard Kippenberger, comandante de la 2ª Div. Neozelandesa, figura la anotación: "El pobre Dimoline (el brigadier Dimoline, comandante de la 4ª Div. India) pasó por una situación terrible para llevar a su división a las posiciones asignadas. Nunca me di cuenta de las dificultades hasta que visité el terreno después de la guerra."

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Bernard Freyberg, comandante del Cuerpo Neozelandés.

El plan de Freyberg era una continuación de la Primera Batalla; un ataque desde el norte a través de los pasos de montaña y un ataque desde el sureste a lo largo de la vía de ferrocarril para capturar la estación cruzando el Rápido, menos de una milla al sur de la ciudad de Cassino. Si el plan funcionaba se podría aislar Cassino y rodearla por el valle del Liri, pero Freyberg informó a sus superiores que en su opinión, dadas las circunstancias, no había más de un 50% de probabilidades de que la ofensiva tuviera éxito.

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Mapa de la Segunda Batalla de Montecassino.

La Destrucción de la Abadía.
La obsesión de ciertos oficiales aliados con la Abadía de Montecassino iba en aumento ya que, según creían, era la abadía, y su uso como puesto de observación de artillería por los alemanes, lo que impedía la ruptura de la Línea Gustav, y no la desafortunada sucesión de ataques frontales contra unos defensores perfectamente preparados para repelerlos.

Tanto la prensa británica como la norteamericana publicaban informaciones sobre el uso de la abadía por parte alemana, lo que incrementaba aún más la presión sobre los mandos. Según la historia oficial de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos, el teniente general Ira C. Eaker y el teniente general Jacob Devers pudieron comprobar en un vuelo de observación realizado en una avioneta Piper a no más de 50 metros de altura la existencia de antenas de radio y uniformes alemanes en el interior del monasterio, y soldados alemanes en posiciones no más alejadas de 15 metros de los muros exteriores del monasterio.

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El general Ira C. Eaker, comandante de las Fuerzas Aéreas Aliadas en el Mediterráneo.

Según las memorias del general neozelandés Kippenberger, el monasterio era probablemente usado por los alemanes como puesto de observación artillera, ya que su privilegiada posición lo convertía en un lugar perfecto para tal uso que ningún ejército sería capaz de rechazar. Aunque no hay evidencia clara al respecto, Kippenberger apunta que desde el punto de vista militar dicha evidencia era insustancial ya que "si no estaba ocupada hoy lo estaría mañana, y no parecía difícil para el enemigo establecer reservas en él durante un ataque, o ser utilizado como refugio si los soldados eran desalojados de sus posiciones. Era imposible pedir a nuestros soldados que asaltaran la posición de una colina en cuya cima se encontraba, intacto, un edificio como aquel, capaz de proteger a varios cientos de soldados del fuego de artillería, y ser usado después como una posición desde la que lanzar un contraataque… Intacto era un refugio perfecto, pero sus ventanas estrechas y elevados muros lo hacían una posición de fuego no tan útil. Una vez destruido, y convertido en un montón de cascotes, estaría abierto al fuego efectivo de la artillería y los ataques a tierra de los cazabombarderos, y sería una trampa mortal si era bombardeado por segunda vez. Visto en su conjunto resultaba más útil a los alemanes si no era bombardeado."

El general Francis Tuker, cuya 4ª División India tendría la misión de atacar la colina del monasterio, tenía su propia idea al respecto. En ausencia de informes fiables del Cuartel General, había encontrado un libro fechado en 1879 en Nápoles que daba información detallada sobre la construcción de la abadía. En su informe al general Freyberg concluía que aunque el monasterio no estuviera guarnecido por fuerzas alemanas debía ser demolido para evitar su ocupación efectiva. También apuntaba que la magnitud de la edificación, con muros de 30 metros de altura y 40 cms de grosor, hacia imposible el empleo de una fuerza ingenieros, recomendando el uso de bombas revientamanzanas en lugar de las típicas de 500kgs, que sería "poco menos que inútiles".

El 11 de Febrero de 1944, el general W. Dimoline, comandante de la 4ª División India, solicitó el bombardeo de la abadía de Montecassino. El general Tuker, retirado en un hospital de campaña en Caserta a causa de un ataque de fiebres tropicales, reiteró su opinión a favor del bombardeo. El general Freyberg transmitió su solicitud el 12 de Febrero de 1944, pero tanto el general Clark como su Jefe de Estado Mayor, el general Alfred Gruenther, no estaban convencidos de la "necesidad militar" del bombardeo. El general Butler, trasladado del 2ú C.E USA al Cuerpo Neozelandés y comandante interino de la 34ª Div. de Infantería USA, dijo al ser preguntado por su opinión que "No lo sé, pero no creo que el enemigo esté en el convento. Todo el fuego enemigo viene de las faldas de la colina, más abajo de las murallas del monasterio". Clark dejó la decisión en manos del comandante de las fuerzas aliadas, el general Harold Alexander, diciendo:
"Me ha dado una orden directa y así lo haremos."
El destino de la antigua abadía había sido sellado.

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Un B17 sobrevolando el monasterio de Montecassino durante el bombardeo.

El bombardeo de la mañana del 15 de Febrero de 1944 fue efectuado por 142 B17, 47 B25 y 40 B26, que arrojaron 493 toneladas de bombas durante cuatro horas. Muchos soldados y oficiales aliados observaron el bombardeo entre aclamaciones. Se oyó decir al general Juin, "… no, nunca iran a ninguna parte con cosas así." Los generales Clark y Gruenther no presenciaron el bombardeo y permanecieron en sus cuarteles generales. Esa misma tarde, y al día siguiente, la destrucción continuó con un sistemático fuego de artillería sobre las ruinas y ataques por parte de cazabombarderos.

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Ruinas de la abadía tras los bombardeos.

Sin embargo no había existido coordinación entre el bombardeo y las fuerzas de tierra. Tuvo lugar dos días antes de que las fuerzas neozelandesas estuvieran listas para lanzar su asalto. Visto desde el contexto del ataque planeado sobre Cassino el bombardeo no consiguió nada ni sirvió de ayuda a las fuerzas que deberían combatir en los días siguientes.

El Papa Pio XII guardo silencio sobre el bombardeo, pero su Secretario de Estado, el cardenal Maglione, protestó al representante diplomático norteamericano ante el Vaticano, Harold Tittmann, alegando que el bombardeo había sido "un colosal error… una muestra de gran estupidez".

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Civiles italianos entre las ruinas de Cassino.

Lo que sí quedó claro en todas las investigaciones que siguieron a los hechos fue que las únicas personas que murieron víctimas del bombardeo fueron civiles italianos que buscaban refugio en la abadía. Nunca hubo evidencia, ni entonces ni ahora, de que las bombas arrojadas sobre la abadía de Montecassino mataran a un solo soldado alemán. Dada la imprecisión del bombardeo (se estimaba que sólo un 10% de las bombas arrojadas desde bombarderos de gran altitud alcanzaban su blanco) tanto fueron alcanzadas unidades alemanes como aliadas que se encontraban en los alrededores de la colina.

La postura oficial del gobierno americano sobre los hechos ha ido variando en el último cuarto de siglo, desde las evasivas y las evidencias irrefutables del uso por parte de las tropas alemanas del edificio hasta el último comunicado de 1969 en el que se establecia que "la abadía no estaba ocupada realmente por las tropas alemanas".

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Paracaidistas alemanes en Cassino.

Al amanecer del día siguiente de finalizar los bombardeos la mayoría de los civiles que todavía se mantenían con vida huyeron de las ruinas. Sólo quedaban 40 personas: seis monjes; su abad, el anciano Gregorio Diamare; tres familias de campesinos; unos pocos huérfanos y varios heridos y agonizantes. Después de los ataques de la artillería, bombardeos y los asaltos de la 4ª División India, los monjes decidieron abandonar las ruinas, y salieron de entre los escombros a las 7:30 del 17 de Febrero de 1944. El viejo abad lideraba la marcha del grupo que bajaba hacia el valle del Liri rezando el Rosario. Llegaron a un puesto de primeros auxilios alemán y desde allí los heridos fueron evacuados en ambulancia. Tras encontrarse con oficiales alemanes, entre ellos el general Von Senger, los monjes fueron trasladados al monasterio de San Anselmo. Sólo un monje, Carlomanno Pellagalli, volvió a la abadía en ruinas, donde siguió hasta el 3 de Abril de 1944, fecha en que desapareció. Su presencia, rondando entre los escombros como una sombra, provocaba el miedo entre los defensores alemanes, que a veces lo confundían con un fantasma.

Los paracaidistas alemanes de la 1ª División Fallschimjager ocuparon las ruinas del monasterio, y lo convirtieron en una fortaleza que aguantó todos los ataques que los aliados lanzaron sobre ella durante los siguientes tres meses.

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Defensores alemanes de Cassino.

La Operación Avenger (la Segunda Batalla).
Como ya se ha dicho, la falta de coordinación entre los bombarderos y las tropas de tierra implicó que el ataque no pudiera llevarse a cabo inmediatamente después del bombardeo. El ataque sobre las montañas debería llevarse a cabo en la oscuridad de la noche para paliar el que la ruta no tuviera zonas capaces de servir de cobertura a las tropas que avanzaban. En la noche que siguió al bombardeo, una compañía del 1er. Batallón del Rgto. Royal Susssex, perteneciente a la 4ª Div. India, atacó la cota 593 desde su posición situada a 70 metros del monte conocido como Cabeza de Serpiente. El asalto fracasó y la compañía perdió el 50% de sus efectivos.

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Soldados indios transportando un herido.

La noche siguiente el Rgto. Sussex recibió la orden de atacar con un batallón. El inicio fue calamitoso. Ya que la artillería no podía apoyar el avance y bombardear la cota 593 por encontrarse demasiado próxima al batallón del Sussex, se optó por hacerlo sobre la cota 575, que apoyaba a los defensores de la 593. Pero debido a la orografía del terreno los proyectiles dirigidos a la cota 575 debían pasar muy cerca de la Cabeza de Serpiente y algunos de ellos cayeron en las compañías de asalto del Sussex que se encontraban agrupadas para el ataque. Después de reorganizarse comenzaron el asalto a la medianoche. La lucha fue brutal y en su mayor parte al cuerpo a cuerpo, pero el esfuerzo del Royal Sussex no sirvió de nada, y el batallón hubo de retirarse tras perder a la mitad de sus hombres, muertos, heridos, prisioneros o desaparecidos. Después de dos noches de combates el Royal Sussex había perdido a 12 de sus 15 oficiales y a 162 de los 313 soldados que habían tomado parte en los ataques.

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Soldados neozelandeses combatiendo en Cassino.

La noche del 17 de Febrero se efectuó el ataque principal. Los batallones 4ú y 5ú del Regimiento Rajputana Rifles asaltaría la cota 593, con lo que quedaba del Rgto. Sussex en reserva para avanzar sobre la cota 444 una vez que la 593 hubiera caido. Mientras tanto los batallones nú1 de los Rgtos. 2ú y 9ú de los Gurkha Rifles avanzarían sobre las faldas de los montes para asaltar directamente el monasterio. El terreno era terriblemente abrupto, pero se confiaba en que los gurkha, expertos en combatir en esos escenarios, tendrían éxito. Pero era una falsa esperanza. Una vez más los combates fueron terribles, pero no se consiguió progresar y las bajas fueron elevadas. Los Rajputana Rifles perdieron 196 soldados y oficiales, el 9ú de Gurkhas tuvo 149 bajas, y el 2ú de Gurkhas 96. Ante la evidencia del fracaso de los ataques, el 18 de Febrero Dimoline y Freyberg cancelaron los ataques a la colina del monasterio.

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Portada de La Domenica del Corriere sobre la defensa alemana de Cassino.

En la parte sur del asalto las dos compañías del 28ú Batallón Maorí de la Div. Neozelandesa lograron forzar un cruce del río Rápido e intentaron llegar hasta la estación de tren en las afueras de Cassino. Lo lograron, pero no fueron capaces de atravesar un puente que se encontraba en el tramo final de la via del tren antes del amanecer, y no disponían de apoyo acorazado. La protección de constantes pantallas de humo proporcionadas por la artillería aliada les protegió la mayor parte del día de los observadores alemanes, pero aislados como estaban no podrían aguantar mucho más. La tarde del día 18 de Febrero se produjo un contraataque alemán apoyado por blindados, y la posición se convirtió en desesperada. Recibieron la orden de retirarse en cuanto fue evidente para el Alto Mando que ambos ataques no habían podido lograr los objetivos previstos. Pero habían estado muy cerca. Una comunicación por radio interceptada entre Kesserling y Von Vietinghoff evidenciaba que el avance neozelandés había puesto en serios aprietos a los defensores, y el contraataque alemán fue puesto en marcha sin muchas esperanzas.

Continuará...

Fuente: www.wikipedia.org