Publicado: Lun Ago 09, 2010 6:28 pm
por grognard
Volviendo al tema de la Panzerkontroverse, me da la impresión que se está simplificando un poco la “opción Rommel”, como si la cuestión fuera únicamente que las divisiones blindadas estuvieran “ a pie de costa” o en el interior, como proponía Rundstedt.

Acudiendo a las “Memorias” del Mariscal, y conforme a lo que cuenta el general Bayerlein en el capítulo que escribe en las mismas, creo que es necesario tener en cuenta alguno detalles más que la simple ubicación de los blindados.

En un informe presentado a Hitler el 31 de diciembre de 1943, a raíz de una visita de inspección a la costa atlántica. Rommel exponía los aspectos siguientes:

El desembarco principal tendrá lugar probablemente en el sector del 15º Ejército (el Paso de Calais), por ser desde allí desde donde podríamos lanzar un ataque en gran escala y desde larga distancia contra Inglaterra y, sobre todo, su capital. Si el mar esta agitado, el propósito principal del enemigo consistirá en apoderarse rápidamente de un puerto o puertos que le aseguren el atraque de grandes buques. Es más: tratará también de conquistar la zona desde la que se lanzaría nuestro ataque contra la Isla.
“...Es fácil que realice su esfuerzo principal contra el sector situado entre Boulogne y el estuario del Somme, y a cada lado de Calais, donde disfrutaría de gran apoyo de su artillería de largo alcance, siendo a la vez la ruta más corta para el asalto, para el envío de aprovisionamiento y para el empleo del arma aérea. En cuanto a las tropas aéreotransportadas, debemos esperar que el grueso de las mismas se utilice para abrir brecha en nuestro frente costero desde retaguardia, y tomar posesión del área desde donde se disparen nuestros proyectiles cohetes de largo alcance.
“...El momento del ataque resulta incierto, pero el adversario hará lo posible para emprenderlo antes de que empiece nuestro ataque desde larga distancia contra Inglaterra. Si, debido al mal tiempo o a borrasca en el mar, fracasara en su propósito, el ataque tendrá lugar a principios, o poco después, de iniciada nuestra campaña contra la isla, ya que cuanto mayor sea la duración de esta última, más se harán sentir sus efectos sobre la moral de las tropas angloamericanas. Si lanzamos nuestro ataque durante un período de mal tiempo, desfavorable al desembarco, dispondremos de la posibilidad de crear condiciones particularmente adversas para la acción enemiga.


Partiendo de un error de base en cuanto al lugar probable del desembarco, el resto de las apreciaciones parecen bastante coherentes con lo que sería una estrategia a seguir en ese supuesto, y también en cuanto al uso de las tropas aerotransportadas

Resulta interesante también comprobar cómo Rommel tenía cierta certeza (por otro lado lógica, dadas las circunstancias y después de haber sufrido a Montgomery en el norte de Africa) acerca de las tácticas a seguir por los aliados en el ataque a la costa (los subrayados son míos):

“...Probablemente precederán al desembarco ataques fortísimos desde el aire, y la operación en si tendrá lugar bajo cubierta de pantallas de humo y protección de numerosos buques de guerra. Además del desembarco propiamente dicho, se arrojarán tropas tras de las líneas costeras de los sectores principales, con el fin de quebrantar las defensas desde retaguardia y crear una cabeza de puente en el mínimo posible de tiempo.
“La línea de defensa sufrirá severos daños, debido a su debilidad, y resulta dudoso que siga en condiciones de rechazar al enemigo, cuyas fuerzas se aproximarán en amplio frente, mediante centenares de botes de asalto blindados, y bajo cubierto de niebla artificial. Si el asalto no es rechazado, nuestro endeble frente quedará roto bien pronto, y el enemigo establecerá contacto con las fuerzas aéreotransportadas que ataquen desde retaguardia.


Parece que Rommel pensaba más en la integridad de los soldados aliados que sus propios mandos, puesto que pensaba que el asalto se llevaría cabo con protección de niebla artificial y mediante transportes blindados, cuando no se utilizó la primera y una gran parte de los lanchones de asalto eran de madera

“Apenas cabe esperar un contraataque fructífero con las escasas reservas de que disponemos por el momento, tras de la costa, desprovistas de cañones a propulsión mecánica y de antitanques en cantidad adecuada. Sabemos por experiencia que el soldado inglés logra consolidar el terreno ganado y sostenerse tenazmente en él, gracias al apoyo de sus formaciones aéreas y de los cañones de sus barcos, cuyo fuego dirigen observadores desde la primera línea.
“Con las escasas defensas de que disponemos ahora, el enemigo logrará establecer cabezas de puente en varios puntos, consiguiendo penetrar a fondo en algunos Sectores. Una vez haya ocurrido así, sólo la rápida intervención de nuestras reservas operativas podrá arrojarlo otra vez al mar. Para ello dichas fuerzas habrán de ser mantenidas muy cerca de los lugares afectados.
Si las reservas han de ser trasladadas desde el interior, la maniobra requerirá no sólo mucho tiempo -que el enemigo utilizará para reforzar su penetración, organizándose para la defensa o la prosecución del ataque-, sino que permanecerá continuamente bajo la amenaza de los ataques aéreos. Teniendo en cuenta la superioridad material y numérica del enemigo, su gran adiestramiento y su tremendo potencial aéreo, me parece muy dudosa una victoria de nuestras armas en el Continente. Ingleses y americanos se han mostrado tan superiores en el aire, que todo movimiento en gran escala es ya imposible, tanto en el frente como en retaguardia, de día o de noche. Nuestros aparatos sólo han podido operar en contadas ocasiones.


Como todos sabemos, Rommel era conocedor de primera mano del magnífico uso de la aviación que llevaban a cabo los aliados, y era consciente también de la debilidad de la Lufwaffe en el Oeste, lo cual había de influir notablemente en la capacidad de movimiento de las tropas alemanas. Su análisis, desde mi punto de vista, es bastante objetivo y sumamente realista teniendo en cuenta los parámetros en los que se movía.

Partiendo de las anteriores premisas, Rommel plantea su propuesta para rechazar la invasión de Europa

“Considero que debe realizarse una tentativa para rechazar al adversario en las playas, y en todo caso, librar la batalla en la más o menos preparada faja costera. Ello requerirá la construcción de una zona fortificada y minada que se extienda desde la costa hasta 8 ó 10 Km. hasta el interior y pueda ser defendida en ambos sentidos. Los campos de minas actuales, cruzados por alambradas, representan un obstáculo escaso o nulo, ya que en poco tiempo se abrirían pasillos que los atravesaran. La zona minada que propongo consistiría en numerosos campos, cada uno de varios kilómetros de longitud y anchura, trazados según un plan bien meditado, entre la costa y una línea situada 10 Km. al interior. Comprendo que se necesitará un número extraordinario de minas. Por el momento, bastaría, sin embargo, que se colocaran en los frentes costero e interior, simulando el resto.
“Ciertos sectores de esta zona, en especial los paralelos a la costa y los que siguen las carreteras, deberían mantenerse abiertos para nuestro contraataque. En los combates con los ingleses hemos aprendido que extensos campos de minas, con núcleos de resistencia desparramados por su interior, se hacen muy difíciles de conquistar. Además, las zonas minadas de este tipo pueden ser guarnecidas por tropas auxiliares o formaciones de reserva.
Las divisiones empleadas en la costa tendrán ante sí dos tareas: defenderla contra un desembarco enemigo y resistir, 8 ó 10 Km. tierra adentro, los ataques de las fuerzas aéreotransportadas. Si éstas descendieran sobre la zona minada, no sería difícil destruirlas allí mismo.
“Algo sumamente necesario, siquiera para reducir los efectos del bombardeo naval y aéreo, es el aumento en profundidad de la franja costera. El jefe de toda división situada en la costa emplazará su puesto de mando en mitad de la zona minada ya que en cierto sentido habrá de actuar como comandante de una fortaleza.
“Caso de que alguna zona escape al ataque, la división que la guarnece podrá retirarse y será reemplazada si las circunstancias lo permiten, por tropas auxiliares o refuerzos. Aun cuando los efectivos sean escasos, estas zonas minadas poseerán una gran eficacia defensiva.
“...El número de antitanques y ametralladoras de tiro rápido situados a vanguardia de la zona costera resulta insuficiente por ahora. Teniendo en cuenta que debemos procurar la destrucción de las unidades de desembarco mientras siguen en el agua, o cuando menos en el momento de ganar la playa, los efectivos de las tropas defensoras de este sector avanzado habrán de sufrir un considerable aumento. La defensa sería relativamente fácil mientras las embarcaciones adversarias se encuentran todavía navegando. Una vez desembarcados tropas y material, el poder combativo de dichos elementos se multiplicaría de manera asombrosa.
“En consecuencia, será necesario que en los sectores más comprometidos se acumulen antitanques pesados, cañones de propulsión autónoma y antiaéreos, todo ello situado en una zona avanzada, desde donde sea posible trasladarlo con toda rapidez a la costa, para entablar combate mientras el enemigo desembarca.
“...Considero de la máxima urgencia mantener dos divisiones de reserva a corta distancia, hacia el este de las defensas costeras, y a lo largo de los Sectores más amenazados, es decir, los que se encuentran entre Boulogne y la desembocadura del Somme. Dichas divisiones podrían intervenir, una vez identificado el punto crucial del ataque enemigo, impidiendo la creación de una cabeza de puente. Más que una acción en gran escala, se procurará la destrucción gradual de las tropas de desembarco, por medio de pequeños grupos de combate. La batalla de la costa habrá terminado probablemente en unas horas, y si la experiencia no nos engaña, la afluencia de elementos desde retaguardia resultará decisiva. Una de las condiciones básicas para el triunfo de este contraataque de las reservas consiste en el manejo de fuerzas aéreas que apoyen la acción, y sobre todo alejen a los bombarderos enemigos.”


Así pues, no se trata únicamente de ubicar las divisiones blindadas cercanas a las playas, sino que además se realiza toda una serie de planteamientos tácticos dirigidos a vencer a los invasores prácticamente en el agua, extrapolando el viejo principio de la vulnerabilidad de las tropas mientras cruzan un río, e impidiendo la toma de contacto entre las tropas de desembarco y los elementos aerotransportados.

Como ya había hecho en Africa, Rommel confía mucho en el establecimiento de campos de minas y obstáculos, tanto orientados hacia el mar como hacia el cielo, que impidan o al menos ralenticen el avance del enemigo, haciéndolo vulnerable a las propias armas e impidiendo que su aplastante superioridad en recursos prevalezca sobre los planteamientos defensivos.

Además de la “defensa pasiva” en forma de obstáculos, minas y fortificaciones, Rommel plantea también algunos parámetros fundamentales para sostener su planteamiento, como son el incremento (en número y calidad) de tropas de guarnición, la dotación técnica (medios autopropulsados: ametralladoras, antitanques, antiaéreos) y algo fundamental que parecía haberse olvidado por parte de los estrategas de la Wehrmacht: una importante presencia del arma aérea para cobertura de las fuerzas propias, el ataque a las ajenas y la contención de la aviación enemiga.

La presencia de las divisiones blindadas en la cercanía de la costa constituía un eslabón más, cierto es que uno de los fundamentales, en la cadena de medidas que Rommel había planteado ante la invasión. Cierto es que si finalmente Hitler se hubiese decantado por sus planteamientos, y no se hubiese contado con el resto de medidas que proponía, lo más probable es que el afianzamiento de los aliados en las costas normandas hubiese sido mucho más costoso en hombres y recursos, pero que, a la larga, el resultado hubiese acabado siendo más o menos el mismo.