Publicado: Mié Ago 04, 2010 10:02 pm
por grognard
Puestos a hablar de la "visión estratégica" del "alto mando" alemán, aquí traigo parte de una alocución de Hitler a los altos jefes de las tres armas el 20 de marzo de 1944, extraído de las "Memorias" de Rommel:

«...es evidente que habrá de producirse un desembarco angloamericano en el Oeste. Ahora bien, no sabemos dónde ni cuándo. Tampoco es posible establecer conjeturas razonadas. Las concentraciones de buques que se observen no deben ser tomadas como síntoma de que la elección haya recaído sobre un Sector determinado del Atlántico, desde Noruega al Golfo de Vizcaya, o del Mediterráneo, en el Sur de Francia, las costas italianas o los Balcanes. Tales concentraciones pueden ser desplazadas en cualquier momento, a cubierto de la mala visibilidad, o efectuarse tan sólo con el fin de engañarnos. En ningún lugar de nuestro largo frente es imposible un desembarco, exceptuando los sectores inaccesibles de la costa. Las zonas más favorables, y por consiguiente las más amenazadas, son las dos penínsulas occidentales de Cherburgo y Brest, que ofrecen tentadoras posibilidades para establecer una cabeza de puente, capaz de ser aumentada progresivamente por la utilización en masa de fuerzas aéreas y de armas pesadas de todas clases.
»...Lo más importante para el enemigo consiste en conquistar un puerto que le permita desembarcos en la mayor escala. Solamente esto confiere ya una importancia capital a las costas occidentales y a sus puertos. Se han cursado órdenes para que se las considere «fortalezas», cuyo jefe quede responsable de la buena marcha de los tres servicios y haga la fortaleza inexpugnable. Se le responsabilizará asimismo de que la plaza resista hasta el último cartucho y la última ración de campaña, es decir, hasta que no quede posibilidad alguna de proseguir la lucha.
»...La operación de desembarco no podrá prolongarse, bajo ningún concepto, más allá de unas horas, o, todo lo más, días, como demuestra el ejemplo de Dieppe. Una vez rechazado, el enemigo no repetirá su tentativa. Dejando aparte el número de bajas sufridas, necesitará varios meses para un segundo intento. Con todo, no es éste el único factor que lo impida, Sino también el rudo golpe sufrido en la moral de sus tropas y mandos. De momento impedirá la reelección de Roosevelt, el cual podrá considerarse afortunado si termina en una cárcel. También en Inglaterra el cansancio existente se acentuará aún más. Churchill, ya viejo, enfermo y con menos influencia, será incapaz de organizar un nuevo desembarco. Muy pronto podremos oponernos, con fuerzas equivalentes, a las 50 o 60 divisiones adversarias. La destrucción de las unidades atacantes significa mucho más que una decisión puramente local en Occidente. Es el factor decisivo en la contienda, que marcará el resultado de la misma.
»Las 45 divisiones que ahora tenemos en Europa son necesarias en el frente oriental, y serán transferidas al mismo en cuanto consigamos una decisión en el Oeste. Ello ocasionará un cambio perceptible. Como es en el Oeste donde está localizado el frente fundamental de esta guerra, en el comportamiento de los soldados que lo guarnecen descansa el final de la misma y el futuro del Reich. El absoluto convencimiento de que el esfuerzo individual es la base sobre la que se asienta todo nuestro futuro deberá presidir los pensamientos de oficiales y soldados.»


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