Publicado: Mié Ago 06, 2008 6:52 pm
por Bitxo
Cuando Hitler se levantó la mañana del 29 de junio, pudo comprobar de inmediato que el período de intrigas había terminado y que las diferentes fuerzas se habían, por fin, alineado. Se había mantenido distante durante todo ese tiempo para poder determinar cuál debía ser su mejor jugada. Pero ya no podía esperar mas tiempo sin correr el riesgo de quedarse al margen o en una posición debilitada.
Göring había reforzado su dispositivo policial y había ordenado al General SS Udo von Woyrsch que arrestase a todos los jefes SA de Breslau, ocupando la prefectura y poniéndose a disposición del jefe de policía.
Papen, en la Ópera Kroll, ante los representantes de las cámaras de comercio, había pronunciado un discurso en el cual plasmaba su servidumbre, traicionando la labor de sus colaboradores: Nadie duda en Alemania que el Canciller y Führer Adolf Hitler llevará hasta un objetivo victorioso la obra de renovación material y moral de la nación.
Y pudo leer en el Völkischer Beobachter el comunicado de Blomberg, mediante el cual le daba a enteder que el Ejército le dejaba las manos libres. La acción iba a desarrollarse por fin y él debía adoptar su postura de líder o perder el liderazgo.

Antes de partir de Essen, recibió la visita del General SA Fritz von Krauser, quien reemplazaba a Röhm mientras este se hallaba descansando en Bad Wiesse. Hitler le reconoció que se habían cometido injusticias con las SA, situación que estaba dispuesto a enmendar. Krauser se marchó tranquilizado, sin saber que su nombre aparecía en la agenda de Göring desde hacía tiempo: Krauser del equipo de Röhm. Máxima precaución. Conspira especialmente contra mí.

Desde Essen, Hitler inició una visita de inspección por el Rhin inferior y Westfalia. Primero estuvo en Schloss Buddenberg y luego fue a Ofen, pero allí interrumpiría la inspección con la sorprendente decisión de ir a dar una conferencia en Godesberg. Wilhelm Brückner, su ayudante y guardaespaldas, escogió el hotel Dressen. Allí Hitler pasó revista a varios SA y SS que se presentaron al enterarse de que su Führer estaba en aquel hotel donde a Stresemann le gustaba descansar cuando era Canciller. Tras las formalidades, Hitler por fin quedó sólo, con la única compañía de Brückner y los SS que garantizaban su seguridad. Durante la cena preguntó por Lutze, al cual había pedido que fuera hasta allí. Brückner le tranquilizó contestándole que no tardaría en llegar, pues estaba en Hannover, a unos 300 kms.

Pero el primero en llegar, a las 21h 30, no fue Lutze, si no Goebbels, quien le informó de la situación en Berlín. Goebbels, en cuanto había regresado a Berlín, habría leído el comunicado de Blomberg, o escuchado el discurso de Papen, y habría intuído que Hitler había tomado una decisión. No quiso arriesgarse a perder tiempo y no fue a ver a Göring, si no que se dirigó a toda prisa a Essen, el último paradero conocido de Hitler, y allí averiguó que había cambiado de planes y se hallaba en Godesberg. Goebbels tenía un pasado izquierdista, se había reunido en secreto con Röhm y no tenía ninguna fuerza más allá de su palabrarería. Y esa noche Goebbels habló más que nunca, buscando refugio al lado de Hitler y hablándole sin cesar, recordando todas las afrentas de las SA para con el pueblo alemán y el partido.

Mientras Goebbels hacía gala de su lealtad, un motorista trajo un telegrama de Göring que informaba que Ernst había puesto a sus SA de Berlín en estado de alerta. Goebbels lo confirmó de inmediato, pese a que llevaba allí un buen rato y no había mencionada de eso hasta ese momento. No mucho después, llegó otro motorista con otro telegrama de Göring, el cual informaba de que las SA de Münich también estaban en estado de alerta. Hitler redactó una respuesta para Göring, pero no la comentó con Goebbels. Lo cierto es que Hitler y Göring disponían de un canal de comunicación dispuesto de antemano via aérea, entre el aeródromo de Essen o el de Hangelar, y el Tempelhof en Berlín. Y Göring no era el único en gozar de la absoluta confianza de Hitler en aquellos difíciles momentos, pues el Canciller también recibiría telegramas de Himmler.

A las 22h 30 llegó Sepp Dietrich. Si a Goebbels le quedaba alguna duda, aquella aparición debió resolvérsela. Nada más llegar recibió una orden de Hitler: Tome el avión para Münich. En cuanto esté allí, llámeme por teléfono.

Poco después llegó Lutze, a quien Hitler saludó efusivamente. Lutze le explicó que debería acudir a la llamada de Röhm a Bad Wiesse, quizás para no levantar sospechas. Hitler rechazó el plan y le preguntó si podía contar con él en caso de graves acontecimientos, a lo que Lutze contestó con la fórmula habitual del juramento de fidelidad. Pese a ello, Hitler le interrogó acerca de la convocatoria en Bad Wiesse para comprobar que no se trataba de algo más que una simple reunión de jefes SA, y para asegurarse de que Lutze no estuviese implicado en ese hipotético algo más. Lutze representaba a los sectores moderados de las SA, aquellos que no veían con buenos ojos el escandaloso comportamiento de su Estado Mayor, el cual desprestigiaba su labor. La lealtad de estos sectores, a través de Lutze, resultaba vital para que Hitler pudiera disponer de una grieta en la descomunal masa de las SA.

Luego llegó un nuevo telegrama de Göring: el famoso doctor Sauerbruch, médico de Hindenburg, se encontraba en Neudeck. Aquello no podía significar otra cosa que la inmediatez de la muerte del Presidente.

A las 0h del 30 de junio, Sepp Dietrich llamó desde Münich para recibir nuevas órdenes. Hitler le encargó dirigirse a Kaufering, donde ya debían encontrarse las dos compañías del Leibstandarte SS Adolf Hitler. Con estas debía dirigirse a Bad Wiesse. Ciertamente, a esas horas los hombres de Sepp Dietrich dormían en un cuartel donde el Ejército les había alojado, y lo hacían vestidos para poder marchar de inmediato. El Ejército había hecho algo más por ellos, cediéndoles una unidad ferroviaria para su transporte desde Berlín.

Himmler llamó desde la sede de la GESTAPO y habló con Hitler. Según explicó este, el Estado Mayor de las SA en Berlín había ordenado un estado de alarma general para las 16h. Un hora más tarde, las SA debía ocupar los edificios oficiales. Hitler se puso fuera de sí. ¡Es el golpe! ¡Es el golpe!, gritaba. En calmarse un poco, aseguró que Ernst no se había dirigido a Bad Wiesse y que ello significaba que tenía la orden de pasar a la acción. Goebbels recordó la revuleta de Stennes, tres años antes. Y todos debían saber que Ernst había salido de Berlín la tarde anterior para dirigirse a Bremen, desde donde cogería un barco que le llevaría de luna de miel a Tenerife y a Madeira.

Poco antes de las 1h llamó Adolf Wagner, Gauleiter y Ministro del Interior de Baviera, para informar que las SA se habían echado a la calle y gritaban consignas hostiles a Hitler y al Ejército. ¡Todo está coordinado!, gritaba Hitler, ¡Son unos gusanos! ¡Son unos traidores!.

En realidad, la mayor parte de los SA estaba durmiendo, si bien unos pocos sí protestaron contra el Ejército hasta que uno de sus mandos les hizo callar. Otro SA recomendó a sus compañeros: Volved a vuestras casas y esperad la decisión del Führer. Ocurra lo que ocurra: que Adolf Hitler nos licencie o no, que nos autorice o no a llevar ese uniforme, estaremos siempre con él. Pero Hitler proseguía su teatro justificatorio, mientras el resto se le unía bien por interés, bien por miedo a correr la misma suerte que le aguardaba a las SA.

¡Todo el mundo a Múnich inmediatamente, y desde ahí, adelante hasta Bad Wiesse!, tronó la voz del Führer, y se organizó un revuelo enorme, porque todos corrieron hacia los vehículos que aguardaban en la puerta del hotel Dressen.
Hace meses tuve las primeras dudas sobre la lealtad y fidelidad de ese hombre, dijo Hitler asegurándose que tenía testigos que le oyesen.

Mientras, Sepp Dietrich despertaba a su tropa y les hacía formar para que le escuchasen. Tenía que recordarles que debían obedecer las órdenes sin tener en cuenta el rango o pasado de los SA, cuyo Estado Mayor era un nido de traidores y degenerados. Les correspondía a ellos, los SS, limpiar el honor de Alemania y proteger al Führer.

:arrow: