Publicado: Mié Ago 06, 2008 6:48 pm
por Bitxo
Mientras Hitler se hallaba en Neudeck, Goebbels convocaba a una serie de personajes de la élite alemana, tal y como era habitual en los miembros del partido en tal de acercarse e intercambiar ideas con aquellas personas decisivas en la nación. Entre ellas estaba Papen, pese a todo lo ocurrido, haciendo gala de su flexibilidad política. Goebbels solicitó la atención de todos para que escucharan al Presidente del Reichbank, Hjalmar Schacht, quien deseaba exponer su programa económico para Alemania. Schacht deseaba establecer una moratoria que provocaría una transferencia de los intereses a los acreedores extranjeros, lo cual les incitaría a adquirir productos alemanes. Gracias a este incremento en las exportaciones, Alemania podría comprar materias primas necesarias para el rearme. Schacht, como no podía ser de otra manera, estaba apoyado por la Reichswehr y los industriales del Ruhr. Estos estaban en contra de Schmitt, partidario de desarrollar el consumo interno. Y a Schmitt le apoyaba Röhm.

El 22 de junio el Gauleiter de Colonia, Josef Grohé, sufrió un desagradable revés cuando pronunció un discurso en la Universidad de Bonn. Grohé comenzó su discurso exculpando a la Hitlerjugend de su violencia hacia las organizaciones de estudiantes. Si la Hitlerjugend ha sido alguna vez torpe en sus métodos, dijo lo explica el propio espíritu de la juventud. Los responsables de la Hitlerjugend tienen por tarea encauzar este espíritu revolucionario de la juventud en los límites necesarios. En ese momento los representantes de las organizaciones de estudiantes se levantaron y abandonaron la sala para plasmar su protesta.

Himmler y Heydrich se reunieron con su Estado Mayor nada más ser advertidos del incidente. Aquello era otra muestra del descontento con el régimen y cabía tomar las primeras decisiones, más allá de las listas. El General SS Karl von Eberstein recibió la orden de poner en estado de alerta a su tropa. Reichneau se comprometió a advertir a sus superiores del Ejército de una acción inmediata y se trató de advertir a Hitler, pero este estaba en el Berchtesgaden. Daba la sensación de que, de esta manera, deseara apartarse de cuanto se tramaba a su alrededor.

Parecía necesario, pues, caldear más los ánimos. Para ello se aprovechó el descubrimiento del atroz asesinato de un administrador de finca de Schwerin llamado Elsholtz, quien también era tesorero general del partido. El crímen se atribuyó a un tal Meissner y por motivos de rivalidad entre campesinos. Pero Meissner estaba relacionado con los círculos católicos, por lo que Heydrich pudo propagar el rumor de que aquello había sido un crímen político, procediendo a arrestar a once personas, nueve de las cuales pertenecían a la organización católica Deutsch Jugenkraft. Al día siguiente el Westdeutscher Beobachter publicaba un artículo escandaloso según el cual los señores católicos conservadores incitan al asesinato de los buenos alemanes. La consecuente protesta no pudo superar la barrera de la censura impuesta por Goebbels y el funeral de Elshotz se celebró con la fastuosidad que correspondía al nuevo mártir de la causa nacionalsocialista.

El día 23, en plena festividad por el solsticio del verano, se multiplicaron los discursos de los líderes nazis. Ley habló en Oberhausen a los obreros del Ruhr, a quienes aseguró que el nacionalsocialismo cuidará de que todos participen en los sacrificios necesarios, y no tolerará que algunas hienas del campo de batalla extraigan beneficios, y que nadie crea que podrá seguir viviendo como antes. Quien espere poder refugiarse en una isla de gente feliz comete un inmenso error.

Goebbels también estaría en el Ruhr, primero en Duisburg y luego en Essen. Allí usaría una receta similar: Será preciso mantener un nivel bajo de salarios porque hemos tenido que dar trabajo a millones de parados, y nuestro movimiento se ha convertido en nuestra segunda patria, puesto que hemos luchado para engrandecerlo. Velaremos por este movimiento como si fuera la pupila de nuestros ojos.

Mientras tanto, Blomberg hacía llegar a la Cancillería un memorándum del especialista del Ejército en temas económicos, el General Georg Thomas, en el que se exigía un dictador económico que garantizase el rearme: Hjalmar Schacht.

Por la noche, el General Friedich Fromm reunía a los oficiales para advertirles que, según sus informaciones, Röhm tenía proyectado un golpe de estado, por lo que debían estar preparados. La alarma saltó tras un incidente entre una asociación de ex combatientes y las SA en Quentzin. Un ex combatiente llamado Kummerow se negó a obedecer la orden de formar en un desfile ante el cual el Teniente SA Moltzhan iba a dar un discurso. En la pelea, Kummerow atacó a Moltzhan con un puñal. A lo largo del día, las SA habían aprovechado el incidente para victimizarse y lanzar críticas contra los moderados que rodeaban al Führer. Al día siguiente, lejos de calmarse los ánimos, Fritsch convocó una nueva reunión, añadiendo que el golpe de estado se daría en breve, antes de que las SA iniciasen su permiso de vacaciones el día 1 de julio. Los oficiales recibieron la orden de concentrar a la tropa con la mayor discrección posible y de mantener el estado de alerta.

En Berlín, en la sede de la GESTAPO, Himmler tenía una reunión similar con sus jefes SS. Cada formación recibió un sobre lacrado con una lista de implicados en el golpe y la indicación de hacer caso omiso al pasado o rango que esas personas ostentaran.

Ajeno a todo esto, Schleicher decidió regresar a Berlín, pese a las advertencias que le hacían sus amigos de que corría grave peligro. La radio y la prensa informaban de que Hitler se hallaba descansando en Berchtesgaden y, pese a que se notaba una mayor vigilancia policial, todo parecía en calma. Schleicher no sería el único que pensó que no podía suceder nada en ausencia del Führer.

El obispo Bares celebraba una misa ante 50.000 personas concentradss en un parque. Durante la misa, Klausener pronunció un discurso moderado, elogiando incluso algunos aspectos del régimen, pero que no dejaba de exigir el derecho de los católicos a celebrar con dignidad su culto religioso.

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