Publicado: Lun Nov 09, 2009 1:29 am
por ParadiseLost
Hola a todos.
Sobre la defensa del silo de grano, siempre se ha hablado del valor que demostraron sus defensores hasta que cayó en manos alemanas. Pero el comportamiento de las dos brigadas que defendían las posiciones vecinas, no fue tan ejemplar como puede parecer a simple vista. Se utilizó el heroico episodio de la defensa del silo para tapar otras actuaciones en el mismo escenario, no tan ejemplares. Os traduzco algunos pasajes del libro de Michael K. Jones sobre Stalingrado, para reforzar mejor el artículo.

El teniente Anatoli Mereshko que por aquel entonces contaba con 20 años, nos aporta su testimonio, en el que se ponde de manifiesto el por qué de la importancia del coloso de hormigón en la zona sur de la ciudad:
"Los alemanes estaban buscando puntos elevados desde los que controlar las rutas que cruzaban el río. Desde la azotea del silo de grano se podia controlar el cruce principal del transbordador. El enemigo queía colocar en lo alto del silo ametralladoras y artillería ligera. Y había otras razones por las que ese edificio era tan importante. Estaba en medio del corredor que los alemanes querían abrir entre el 62.º y 64.º Ejércitos. Buscaban crear una zona muerta y empujar al 64.º Ejército hacia el Sur, e incrementar el aislaminto de sus defensores."

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Fotografía: Angriff, de Jason Mark. Credit: Mark
18 de septiembre. Pz. Art. Rgt. 89 con Flak 88 en las inmediaciones del silo.

Para los alemanes, era muy importante capturar intacto el silo de grano, ya que podía ser usado como fortaleza y disfrutar de sus reservas de grano. El 15 de septiembre, parecía que los rusos habían sido tomados por sorpresa, ya que los tanques alemanes presionaron hacía el silo antes de que fuera debidamente guarnecido. Pero la infantería no aseguró inmedatamente el edificio y ello dio a Chikov una oportunidad. Mereshko relata lo acontecido:
"El avance alemán en ese sector nos dejó preplejos. Veíamos lo que se proponían hacer, aislarnos del resto del frente e interrumpir los suministros que se enviaba a nuestro ejército a través del río. Sus tanques habían irrumpido tan rápido, que casi perdimos el silo de grano. Afortunadamente había una serie de túneles que unían el Volga con el silo, y Chuikov los usó, llevando a nuestros soldados tras las líneas enemigas hasta la guarnición del edificio. Era una misión suicida. Sabíamos que la munición y el agua se acabarían a corto plazo, así que enviamos un grupo especial de tropas escogidas —algunos de nuestros mejores guardas y marinos— en los que podíamos confiar para ofrecer resistencia."

Después de la conquista del silo de grano por parte de las tropas alemanas, anteriormente ya descrita, Chuikov apeló al orgullo de la tenacidad mostrada por sus defensores. Pero Mereshko apuntó:
"Solo descubrimos lo que sucedió en el silo de grano después de la batalla de Stalingrado. En aquel momento oímos los sonidos de la batalla, pero no teníamos ni idea de lo que había sucedido. La fuerzas defensoras habían sido completamente aisladas del resto. Oímos rumores de que nuestros soldados habían sufrido terriblemente, y que solo unos pocos supervivientes se habían retirado a la Isla de Golodny, en el Volga."

Otro testimonio importante, es el de Mikhail Serebryakov, que tomó parte en los combates cuando el Ejército Rojo, volvió a tomar el silo de grano.
"Obviamente era un buen lugar para oponer resistencia. Era una fortificación magnífica y siempre difícil de tomar. A mediados de septiembre, nuestros hombres lucharon con valentía durante unos días, pero su desesperada resistencia empezó a formar parte de nuestro mito propagandístico, de que desde el principio éramos superiores al enemigo en espíritu combativo. Esto no era así, pues aunque resistimos poderosamente, en los primeros días las cosas no iban bien. Nunca se ha mencionado lo duro que fue para nosotros recapturar el edificio en enero de 1943 —los alemanes lo defendieron con ferocidad, incluso llevando un tren blindado e incorporándolo dentro de su posición—."

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Fotografía: Angriff, de Jason Mark. Credit: Mark
19 de septiembre. Pz. Art. Rgt. en las inmediaciones del silo.

Serebryakov, tiene razón al afirmar que la defensa del silo de grano, pasó a ser un mito de la propaganda soviética. Las tropas rusas, no siempre resistieron heroicamente, particularmente en los primeros días de la batalla.
Beevor, afirma en su libro, Stalingrado: "No es un insulto a su valor —en cualquier caso, lo confirma— recordar a la minoría que no soportaría, o no podría soportar, la espantosa tensión de la batalla."
Algunos actuaron cobardamente, otros no pudieron soportar el combate en la ciudad. Chuikov decidió ocupar el silo de grano con una guarnición, porque la resistencia rusa se estaba desintegrando al sur de Tsaritsa.
El diario de Guerra de la 42.ª Brigada refleja la deteriorada situación en los alrededores del silo de grano entre los días 15 y 18 de septiembre. Los destacamentos del Ejército Rojo que se encontraban en los alrededores, se retiraron sin permiso, dejando expuestos los flancos de la Brigada. Existía el peligro de quedar rodeados por los alemanes y algunas de sus unidades ya se se habían rendido. Todas las comunicaciones con el Cuartel General del 62.º Ejército estaban cortadas.
El imperioso problema en ese sector de la batalla era la pobre moral y la falta de un líder efectivo. Algunos hombres de la 42.ª Brigada se abrieron paso a través del cerco en la noche del 17 de septiembre, pero con numerosas bajas. El comisario de la Brigada, Schapin, murió a orillas del Volga y el pánico hizo acto de presencia. Empezó a correr el rumor de que otras tropas del sector estaban abandonando la ciudad, creando una situación muy peligrosa. El colapso comenzó por arriba. El comandante de la 42.ª Brigada abandonó la línea de defensa, dando como excusa que había sido requerido por el Alto Mando. Nunca regresó. Poco después, el comandante de la vecina 92.ª Brigada hizo lo mismo. Los soldados, ansiosos, siguieron a sus líderes y desertaron, y huyeron de la orilla del Volga y comenzaron la a preparar balsas para huir de la ciudad.
Chuiov no fue capaz de hacer prevalecer su autoridad en esa parte de la ciudad, y reconoció su error: "Dos brigadas de infantería, separadas de su ejército, estaban luchando al sur del río Tsaritsa. Oficiales del Cuartel General del Ejército fueron enviados hasta esas brigadas, pero no volvieron, por lo que presumiblemente fueron muertos". Chuikok, posteriormente descubrió que "el comandante y el Cuartel General de las Brigadas, abandonaron sus unidades, dejaron la ciudad y fueron transportados con el ferry hasta la Isla Golodny".

Beevor, en su libro Stalingrado, da más detalles al respecto:
"El 26 de septiembre, el comandante y el comisario, seguidos por su plana mayor, abandonaron a sus hombres, también 'fingiendo que iban a hablar de la situación con el alto mando', pero en realidad se pusieron a salvo en la gran isla de Golodni en medio del Volga. A la mañana siguiente, cuando los soldados supieron que sus comandantes habían desertado, la mayoría corrió a la orilla del Volga y comenzaron a preparar balsas para ellos mismos. Algunos trataron de impulsar con remos troncos y tablas halladas en la playa hasta la isla de Golodni, otros simplemente nadaron. El enemigo, al descubrir sus desesperados intentos de escapar, abrieron fuego con morteros y la artillería, y mataron a muchos en el agua.
Cuando el mayor Yakovlev, el comandante del batallón de ametralladores, para entonces el oficial de más alto rango de la brigada que quedó en el margen occidental, supo que el comandante de la brigada había desertado y sembrado el pánico entre las tropas, asumió el mando de la defensa. Pronto descubrió que se había quedado sin
comunicaciones, pues los encargados de las señales estaban entre los que habían huido a la isla. Ayudado por el teniente Solutsev, Yakovlev reunió a las tropas que quedaban, y estableció una línea de defensa que, pese a la escasez de hombres y municiones, resistió siete ataques en las siguientes veinticuatro horas. Todo este tiempo, el comandante de la brigada permaneció en la isla. Ni siquiera trató de enviar más municiones a los defensores dejados atrás. En un intento de encubrir lo que estaba pasando, envió informes ficticios sobre el combate al cuartel general del 62º ejército. Esto le resultó poco beneficioso. El estado mayor de Chuikov comenzó a sospechar. Fue arrestado y acusado de 'desobediencia criminal de la orden nº 227'. Aunque no se dan detalles en el informe a Moscú de la sentencia pronunciada por el tribunal de la NKVD, es difícil creer que hubiera clemencia."


Mientras, Chuikov fue forzado a mover su propio Cuartel General. El bunker en Tsaritsa era simplemente demasiado peligroso y la noche del 16 de septiembre, el comandante en Jefe del 62.º Ejército y su Estado Mayor, bajaron por el Volga, cruzaron el río, y volvieron a Stalingrado por la zona norte, estableciendo su nuevo Cuartel General detrás de la factoría Octubre Rojo, cerca de unos para almacenar petróleo. Debían estar vacíos, pero en realidad estaban medio llenos, y cuando los alemanes los bombardearon en octubre, casi acabaron con la vida de Chuikov y su Estado Mayor, obligados a retirarse a través de las llamas.

El silo de grano fue defendido con valor, pero la resistencia del Ejército Rojo en la ciudad se mantenía de forma precaria. Chuikov estaba preocuapdo por el estado del ejército, y en la noche del 16 de septiembre temió que al pasar unas pocas horas en la otra orilla, sus tropas fueran presa del pánico por su desaparición.

Fuentes:
Stalingrad: How the Red Army triumphed, de Michael K. Jones
Stalingrado, de Antony Beevor


Saludos