Publicado: Mié Abr 22, 2009 12:46 am
por Bitxo
Para aclarar un poco más cuanto he dicho en este hilo, y para que no se me acuse de que no conozco los últimos datos sobre el tema, he decidido contrastar dos artículos que tengo hace eones y que fueron traducidos por F. Medina (http://es.groups.yahoo.com/group/frentedeleste/). En uno de ellos se defiende la tesis de Manstein y en el otro se afirma que no era posible o que, en su caso, hubiese resultado contraproducente para los alemanes. Es decir, uno defiende la tesis de Capitán Miller y el otro la mía. Con esta adición, por supuesto, pretendo continuar defendiendo mi visión del tema, solo que ahora trataré de hacerlo de una manera más concisa y ordenada.

George M. Nipe Jr. defiende en su artículo “Kursk revisado: Nuevas evidencias sugieren que los alemanes estuvieron más cerca de la victoria de lo que anteriormente se decía”, la aseveración de Manstein de que era capaz de destruir a los ejércitos de carros soviéticos (el 1º de Katukov y el 5º de Rotmistrov). Según Manstein, disponía del XXIV Cuerpo Panzer como reserva, el cual podía ser empleado rápidamente para ensanchar la cabeza de puente en el Psel, para cruzarlo más allá de Prokhorovca o incluso para atacar de flanco a Katukov. Según Manstein, y Nipe, todos los blindados soviéticos estaban empeñados y no podían ser retirados para atender otras necesidades del sector, por lo que era posible la destrucción de estos dos ejércitos de carros que suponían, según él, la reserva operativa y estratégica soviética, es decir, lo que le quedaban a los soviéticos.

Más allá de las cifras, de los mitos y de la propaganda (soviética o no), yo he defendido en todo este debate que esto no era posible o, de serlo, resultaba una locura. Como yo no soy un brillante historiador y bla bla bla, apoyaré ahora mis argumentos con el artículo de Michael J. Licari, “La Batalla de Kursk: mitos y realidad”.

Nipe asegura que Manstein no pudo lograr una victoria porque Hitler dispersó al 2º Cuerpo Panzer SS en tal de anticiparse a los ataques de diversión soviéticos entre Belgorod y Kharkov, siendo retirado de la batalla de Prokhorovka la noche del 17 al 18 de julio. De este modo finalizó la batalla de Prokhorovka, afirma Nipe, no debido a las pérdidas de tanques alemanas (Hausser tenía unos 200 tanques operativos el 17 de julio), sino a la falta de voluntad de Hitler de continuar la ofensiva. Las divisiones panzer SS aún estaban a pleno rendimiento; de hecho, dos de ellas continuaron luchando exitosamente en el sur de Rusia durante el resto del verano. A la Leibstandarte se le ordenó marchar a Italia, mientras que la Das Reich y la Totenkopf permanecieron en el este. Estas dos divisiones y la 3ª División Panzer, que reemplazó a la Leibstandarte, fueron transferidas a la zona del 6º Ejército, donde realizaron un contraataque del 31 de julio al 2 de agosto que eliminó una sólida cabeza de puente soviética en el río Mius. Sin tregua, las tres divisiones fueron después transferidas al sector de Bogodukhov a comienzos de agosto de 1943. Bajo el mando del III Cuerpo Panzer, se les unió otra unidad, la 5ª División de Panzergranaderos SS Wiking. Durante tres semanas de constantes combates, las 4 divisiones jugaron un gran papel en frenar la principal contraofensiva soviética tras Kursk, la Operación Rumyantsev. Combatieron contra el 5º Ejército de Tanques de la Guardia, reconstruído con 503 tanques, y contra grandes porciones del 1º Ejército de Tanques, ahora con 542 tanques. Para finales del mes, Rotmistrov tenía menos de 100 tanques operativos. Katukov tenía sólo 120 tanques operativos en la última semana de agosto. Mientras que las divisiones alemanas nunca tuvieron a la vez más de 55 tanques operativos, éstas derrotaron repetidamente los avances de los dos ejércitos de tanques soviéticos, que fueron también reforzados con varios cuerpos de infantería. La Totenkopf cortó y derrotó repetidamente todos los avances del 1º Ejército de Tanques hacia la línea ferroviaria Kharkov-Poltava. La Das Reich hizo retroceder a dos cuerpos de tanques soviéticos al sur de Bogofukhov y frenó el último gran ataque de Rotmistrov al oeste de Kharkov, y el III Cuerpo Panzer paralizó la Operación Rumyantsev. Tras la caída de Kharkov, sin embargo, el frente alemán se colapsó gradualmente. Los soviéticos se agruparon, emplearon reservas adicionales y reanudaron el ataque hacia el estratégicamente importante río Dnieper. Nipe, tras este recordatorio de las, sin duda, asombrosas hazañas de estas divisiones, acaba reconociendo que a pesar de los destacables esfuerzos del Ejército Alemán y de las divisiones panzer Waffen SS durante julio y agosto, los alemanes eran muy débiles para mantener el sector Kharkov-Belgorod-Poltava tras sus pérdidas del verano. Es aparente por sus operaciones durante finales del verano que las divisiones panzer SS no fueron destruídas en Prokhorovka.

Luego Nipe se dedica a dilucidar qué hubiera pasado si Manstein se hubiese salido con la suya. Hay que reconocerle cierto realismo cuando dice que aunque estaba fuera de las capacidades del ejército alemán forzar un fin militar de la guerra en el verano de 1943, una victoria limitada en el sur podría haber provocado un retraso de las operaciones estratégicas soviéticas durante meses o quizás más. Es dudoso, sin embargo, que esta pausa pudiera haber sido lo bastante larga para que los alemanes transfirieran fuerzas suficientes al oeste para derrotar la invasión el 6 de junio de 1944.

Todo esto está muy bien. Ese vigoroso recuerdo de las hazañas bélicas de las divisiones SS, de las cuales no me caben la menor duda, forjan en el lector una imagen de invencibilidad alemana –Nipe incluso se molesta en recordar que Wittman andaba por allí- que refuerza la idea de que Manstein tenía razón al asegurar que podía vencer en Kursk. Ahora mismo no voy a entrar en una disputa sobre las reservas soviéticas. Me voy a limitar las contradicciones del texto de Nipe.

En primer lugar me llama la atención que las divisiones SS tuvieron que ser empleadas, y a fondo, en numerosos lugares para frenar las contraofensivas soviéticas. Esto es precisamente lo que he estado defendiendo todo este tiempo: si esas divisiones fueron precisas en otros sectores que estaban siendo seriamente amenazados, de no haber sido retiradas de la batalla de Prokhorovka el frente alemán en esos sectores se hubiera hundido ante el peso del ataque soviético. Por tanto, salta a la vista, Nipe, y Manstein, se equivoca cuando afirma que la falta de voluntad de Hitler reconvirtió una victoria al alcance de la mano en una derrota. Hay muchos mitos acerca de Ciudadela, y el de las victorias frustadas no es más que uno de tantos. Yo me pregunto cómo puede ser que Nipe, y Manstein, no sean capaces de ver que los alemanes no disponian de suficientes divisiones acorazadas para hacer frente a las necesidades del frente, unas necesidades impuestas por las contraofensivas que los soviéticos sí estaban en condiciones de efectuar, obligando a los alemanes a paralizar su ataque para ir corriendo como locos a tapar agujeros del frente de un lado a otro.

Dentro de este apartado, y antes de pasar al siguiente, esta clase de autores como Nipe suelen excusarse en que las operaciones Kutuzov y Rumyantsev no forman parte del escenario de Ciudadela, y por tanto deben ser obviadas a la hora de analizar si Manstein tenía razón o no. Esto es una barbaridad harto interesada. El 8 de abril, Zhukov enviaba ya un plan de actuación en el que decía, entre otras cosas, que es mejor esperar el ataque enemigo, desgastarlo con nuestras defensas, destrozar sus carros y luego mediante fuerzas de las reservas, lanzarse a una ofensiva general para batir al enemigo de una vez para siempre. El 21 de abril, Vatutin, Khuschev y Korzhenevich, es decir, el EM del Frente Voronezh, sugirieron a la STAVKA montar grandes operaciones aéreas y preparar una contraofensiva tras permitir que los alemanes se hubieranroto los dientes en las defensas del saliente de Kursk. El fin de la contraofensiva sería derrotar al enemigo en Ucrania, expulsándolo del margen izquierdo de Ucrania y establecer una gran cabeza de puente en la orilla derecha del Dnieper, alcanzar la línea Kremenchug-Krivoy Rog-Jerson y, si la situación lo permite, la línea Cherkassy-Nicolayev, esto privará al enemigo de una fuente de aprovisionamiento riquísima y grandes zonas de producción y regiones tales como Donbass, Krivoy Rog, Kharkov y Dineperoptrovsk. Esto pondrá fuera de acción a la parte más activa del Ejército alemán y nos acercará a los aliados balcánicos de Alemania (…). Hubo unos cuantos debates sobre si se debía lanzar un ataque preventivo o no, pero al final Stalin decidió, en mayo, que se mantendría a la defensiva hasta que los alemanes fuesen frenados en la disposición defensiva, debiendo entonces lanzar contraofensivas desde los Frentes Voronezh, Central, Estepa, Bryansk, el sector izquierdo del Oeste y el derecho del Suroeste. Los objetivos planteados por el STAVKA eran avanzar hasta el Dniepper y lanzar un segundo golpe hacia el oeste en tal de liberar el este de Belorusia y vencer al Grupo de Ejércitos Centro. La misión de los Frentes Voronezh y Central era defender y frenar allí a los alemanes, tras lo cual pasarían a la contraofensiva, contando para ello con el apoyo del Frente Estepa. El Frente Sudoeste participaría en la contraofensiva con su flanco izquierdo. Además los partisanos debían ser muy activos en tal de ralentizar los refuerzos y suministros alemanes, misiones que compartirían con la Aviación.

En definitiva, los soviéticos disponían de todo un plan estratégico previo al lanzamiento de Ciudadela. No fueron, pues, las contraofensivas acciones pensadas en el momento de la acción como reacción a la embestida alemana. Al contrario, formaban parte de un vasto plan con ambiciones similares al conjunto de operaciones desarrolladas en relación al embolsamiento del 6º Ejército en Stalingrado. A mí me rechina este planteamiento de los defensores de Manstein, quienes pretenden separar el dispositivo ofensivo soviético del defensivo, porque los alemanes conocían, al menos hasta cierto punto, las intenciones soviéticas. Tanto preparativo y acumulación de fuerzas no pasaba desapercibido y los alemanes sospechaban de la preparación de ofensivas. El 25 de abril, el Grupo de Ejércitos Sur informaba de que había de esperarse por parte del enemigo fuertes preparativos para la defensa y poderosos contraataques, especificando que probablemente no se llevarían a cabo antes de iniciarse Ciudadela. El 18 de junio, desde el mismo Grupo de Ejércitos, se informaba de que los soviéticos se potenciaban tanto que sugería una ofensiva hacia Kharkov. Curiosamente, al día siguiente, recomendaba lanzar Ciudadela precisamente como medio de evitar esta ofensiva, de manera similar a cómo algunos mariscales soviéticos, primero Rokossovsky y luego el propio Vatutin y hasta Zhukov, habían recomendado un ataque preventivo.

Así pues, es mi humilde opinión, que los brillanes historiadores que han revisado la Operación Ciudadela parcelan muy convenientemente el plan soviético. Es un error de bulto. Todos sabemos, o se debería saber, que el objetivo de Ciudadela era puramente operacional. Incluso se puede deducir que los efectivos dispuestos por los alemanes era insuficientes, especialmente en infantería, para cumplir ese objetivo operacional. En cambio el plan soviético era mucho más vasto, a nivel estratégico. ¿Por qué juzgar el plan soviético a la escala alemana? Ellos sabrán. Pero queda claro que hasta los alemanes del momento sabían de las intenciones soviéticas en cuanto a contraofensivas se refiere. Si se sabía entonces, ¿por qué se obvia ahora?

Me parece que hasta ahora he dejado bien claro que el Plan Manstein era una utopía, pues las fuerzas que pensaba emplear para desarrollarlo tuvieron que ser utilizadas sí o sí en otros sectores del frente, amenazados por contraofensivas planeadas mucho antes del inicio de Ciudadela y que, por tanto, formaban parte del mismo plan estratégico del lado soviético. También me parece que he demostrado que el acotamiento de los planes estratégicos soviéticos a la óptica operacional alemana de Ciudadela es un error conveniente, y que estos planes se conocían, al menos en parte, ya en su momento, en 1943, por los propios alemanes. Ahora quizás sea el momento en profundizar más en el Plan Manstein, el cual, según Niper y otros, era posible. Para ello, por supuesto, hay que obviar las contraofensivas soviéticas y que las fuerzas disponibles para el logro aspirado por Manstein pudiesen realmente estar ahí, en lugar de tapar los diferentes parches que crearon los soviéticos en el frente alemán.

Licari se permite el gusto de dejar para el final este punto, tras, al igual que Niper, desarticular todos los mitos acerca de Kursk y/o Prokhorovka. Este autor defiende igualmente que los alemanes no fueron derrotados decisivamente en Ciudadela, pues Model pudo retirarse escalonadamente y en el sur se había logrado una victoria táctica. Pero, claro, una cosa es una victoria táctica, otra operacional y otra estratégica. Licari recuerda que es dudoso que los alemanes pudieran haber continuado para derrotar a estas reservas, dado el contexto de los problemas con el resto de la operación. Incluso si se ganaban unas cuantas batallas tácticas, ¿para qué fin? Ciudadela, como operación, había fracasado antes de la batalla de Prokhorovka; no había forma de que el lado norte y el lado sur pudieran encontrarse para rodear a las fuerzas soviéticas. Continuar atacando habría desaprovechado los recursos. Recursos que, como tan apasionadamente narra el propio Nipe, resultaban tan necesarios en otro lugares. Pero Licari continúa desmantelando la ilusión del Plan Manstein: El saliente sobre el que las unidades blindadas presionaban no podía ser adecuadamente protegido debido a la falta de divisiones de infantería. Así, la ofensiva alemana fue contenida y estancada. El haber movido hacia delante a las tres divisiones de panzergranaderos SS después de la batalla de Prokhorovka habría empeorado las cosas, no mejorarlas, para los alemanes. Para postre, argumenta Licari, la posibilidad de emplear al XXIV Cuerpo Panzer, el cual, según Manstein, todavía estaba por jugar el considerable triunfo del XXIV Cuerpo Panzer con las 17ª División y la Wiking de las SS, es tan sólo técnicamente cierto. Según Licari, El XXIV Cuerpo Panzer, formado por las 17ª, 23ª y Viking SS Divisiones Panzer, estaba teóricamente disponible como reserva, para ser utilizado una vez que una penetración hubiera sido lograda. Debido a la profundidad y flexibilidad de las defensas soviéticas, el ataque alemán nunca logró nada cercano a la maniobra operacional, a pesar del hecho de que avanzó firmemente en el flanco sur. Simplemente no había espacio para emplear al XXIV Cuerpo Panzer. Y, como no podía ser de otra manera, Licari recuerda que los ataque soviéticos al sur del saliente de Kursk, a lo largo del río Mius, requirieron el empleo de esta reserva. Como parte del plan operacional global soviético para el verano de 1943, el Ejército Rojo absorvería el (obvio) ataque alemán mientras simultáneamente lanzaba sus propios ataques contra el 2º Ejército(a la izquierda y detrás del 9º Ejército en el lado norte) y al sur de Kharkov (para flanquear al 4º Ejército Panzer y al Cuerpo de Ejército Kempf. Dado que las líneas alemanas habían sido despojadas para proporcionar refuerzos para Ciudadela, el XXIV Cuerpo Panzer fue empleado para entorpecer estos ataques sureños. Como las unidades blindadas fueron retiradas de Ciudadela, fueron también empleadas en un papel defensivo a lo largo del río Mius. Si Ciudadela hubiese continuado con el empleo del XXIV Cuerpo Panzer, las líneas alemanas a lo largo del Mius habrían sido casi seguramente decisivamente penetradas, llevando a un desastre operacional a los alemanes. Como fuera, los ataque soviéticos todavía forzaron a los alemanes a salir de Ucrania, incluso con la utilización de fuerzas panzer a la defensiva

Como vemos, el Plan Manstein no era posible: la cuña pepretada en las defensas soviéticas del saliente de Kursk no era lo suficientemente grande como albergar mayores operaciones; las operaciones allí existentes estaban más bien estancadas y eran vulnerables ante la escasez de infantería; y, en cualquier caso, las fuerzas de reserva con las que contaba Manstein debían ser empleadas, sí o sí, no en una batalla ofensiva en pro de aniquilar las reservas soviéticas, sino en una defensiva en pro de evitar un desastre en el frente al sur de la cuña creada. Ahora, pues, ha llegado el momento de que vuelva a preguntar a los brillantes historiadores qué importaba Prokhorovka y qué reservas alemanas, cuando el propio Niper relata, no sin engañoso apasionamiento, la necesidad de esas reservas para las diferentes batallas defensivas que tuvieron que lograr los alemanes para estabilizar el frente. Supongo que para mí también ha llegado el momento de lanzar una expresión del tipo Sin comentarios…

Queda todavía un punto por analizar. Un punto en el que, lo reconozco, ando algo más perdido. Con todo, como he analizado hasta ahora, no deja de ser el punto menos importante: el estado de las reservas soviéticas ante la cuña sur de Ciudadela. Según Manstein si el 9º Ejército –argüía yo- pudiese ir sujetando por de pronto a las fuerzas enemigas que tenía enfrente y acaso llegar a reanudar el ataque más tarde, nosotros nos encargaríamos de tratar de acabar ante todo con los grupos enemigos, ya muy diezmados, con los que nos hallábamos en lucha.. A mí, primero que nada, me llama la atención que Manstein considere diezmados esos grupos en liza cuando estos participaron en la contraofensiva desencadenada el 3 de agosto. Ciertamente hizo falta una pausa no sólo de reaprovisionamiento, sino también de reforzamiento dadas las bajas sufridas –muy importantes, no voy a negarlo-; pero, a fin de cuentas, desde el mismo sector y con las mismas unidades, se lanzó una potente ofensiva. Es decir, o bien los esos grupos no estaban tan diezmandos, o bien pudieron ser reforzados desde la reserva. Y ello, considerando el segundo caso, hasta el punto de no ya ser capaces de librar una batalla defensiva, sino de poder desarrollar una contundente contraofensiva. Por otro lado mencioné que los Ejércitos 4º de Guardias y 3º y 4º de carros pertenecían originalmente al Frente Estepa y que fueron transferidos al Frente Bryansk para potenciar su contraofensiva destinada a embolsar al 9º Ejército alemán. Por la red he visto varios órdenes de batallas y ellos aparecen como pertenecientes al Frente de Bryansk. Pero, según Jukes, estos ejércitos fueron desplegados tras el Frente de Bryansk y fueron transferidos más tarde, como dije. No voy a pelearme ahora por esto, pues tras todo lo analizado no es necesario. Tan sólo diré que si Jukes tiene razón, podría suponer que los soviéticos hicieron caso omiso de la penetración en Prokhorovka y se centraron en tratar de embolsar al 9º Ejército alemán. Ello, a su vez, podría indicar que, si bien es cierto que la situación táctica en ese secto llegó a ser comprometedora para los soviéticos, estos supieron reconocer la primacía de la situación operacional sobre la táctica. Algo que en el bando alemán reconocerían tanto Kluge como Hitler, pero no Manstein. No obstante, repito con mucha sinceridad, esto no está suficientemente claro.

Y por fin tan sólo queda otro punto que aclarar: el papel del desembarco en Sicilia en la Operación Ciudadela. Según Licari, este componente del mito global de Kursk es indudablemente debido a que los autores occidentales intentan aumentar las por otro lado insignificantes contribuciones de los aliados occidentales en 1943. De hecho, las unidades alemanas en el lado sur del saliente de Kursk recibieron nuevas órdenes para reanudar sus ataques varios días después del desembarco de Sicilia. Hitler canceló Ciudadela no porque un par de divisiones norteamericanas y británicas estaban atacando una isla estratégicamente insignificante en el Mediterráneo, sino porque los soviéticos había (1) desenfilado y atascado a la ofensiva alemana Ciudadela, y (2) lanzado sus propias masivas ofensivas sobre los flancos del ataque alemán. Estos ataques absorvieron las reservas que los alemanes habían planeador utilizar para completar la destrucción del saliente de Kursk. Sin ellas, los alemanes eran demasiado débiles para continuar Ciudadela y comenzaron a retirar sus unidades. Yo no voy a ser tan duro como Licari acerca de la importancia de la invasión de Sicilia, si bien ya hace mucho que otorgué a esta un papel más político que estratégico (véase http://www.zweiterweltkrieg.org/phpBB2/viewtopic.php?f=25&t=643. Pero, de hecho, antes de partir para Italia, esas unidades allí destinadas tuvieron que participar en el esfuerzo de estabiliación del frente en el Mius. Vuelvo a reiterar aquí mi idea defendida desde hace años de que ayudaron más los soviéticos a los angloamericancos en Husky, que estos a los soviéticos en Ciudadela. En cualquier caso resulta patente, es mi parecer, que la ayuda de Husky no fue representativa.