Publicado: Sab Feb 27, 2010 2:30 am
por ParadiseLost
Hola a todos.
Quisiera ampliar un poco los datos del memorando del general von Seydlitz, con otro de los testigos de la época, concretamente el del coronel Adam.
Me he llevado una gran sorpresa al comenzar a leer las memorias del coronel Adam, Der schwere Entschluß (La difícil decisión), libro del que desconocía su existencia y descubrí por casualidad y en el que el coronel narra la batalla de Stalingrado desde su punto de vista. En él hay un pasaje muy interesante que explica el episodio del memorando de von Seydlitz, que añade datos nuevos a los ya conocidos, aunque me temo que Adam, también comete algunos errores de peso, pues el libro fue escrito en el año 65, y aun no se tenía acceso ni se conocían todos los datos de los que disponen los historiadores actuales.
Wilhelm Adam fue el ayudante personal del general Paulus, y pertenecía al Estado Mayor del VI Ejército. Fue hecho prisionero por el Ejército soviético junto con el general Schmidt y el propio Paulus el 31 de enero de 1943, cuando la bolsa Sur del VI EJército capituló en Stalingrado.

Imagen
El coronel Adam en el momento de su captura, el primero por la izquierda.
Foto: http://en.wikipedia.org/wiki/File:Bunde ... schaft.jpg

He creído oportuno traducir del alemán este pasaje que a continuación os reproduzco:

"No podía avanzar de forma adecuada en mi esfuerzo por obtener un cuadro real de los duros combates de nuestras divisiones y unidades. Por lo tanto, decidí visitar personalmente a algunos oficiales adjuntos del Cuerpo, para hablar con ellos, de cómo podíamos contabilizar los restos de las tropas de manera mínimamente exacta. Empecé con el Estado Mayor del LI Cuerpo de Ejército que se encontraba cerca. El Cuerpo se encontraba en esencia en la ciudad. Desde el inicio de la contraofensiva era el que menos había sufrido, si se prescindía del citado desmantelamiento de la 94.ª I.D. la ciudad se había convertido en el frente de batalla más tranquilo del Kessel.
—¿Qué ambiente se respira en el Estado Mayor? —pregunté al oficial adjunto.
—Nada bueno —respondió.
—El viejo rezonga a voz en cuello. Está furioso porque Paulus contempla de brazos cruzados como el VI Ejército, lentamente, se va a pique. Seydlitz considera una irresponsabilidad la perorata de Göring, de que 22 divisiones se puedan llegar a abastecer por aire. Es algo que tiene que saber de Demjansk. ¿Desea quizás leer su memorando, o ya lo conoce?
—He oído algo en nuestro Estado Mayor sobre el memorando. Me interesa mucho. ¿Tiene el texto aquí?
—Naturalmente coronel.
El oficial adjunto se dirigió al cajón donde guardaba los dossiers, extrajo una carpeta y me la entregó. De forma exacta, objetiva, irrefutable valoraba Seydlitz nuestra situación catastrófica de aprovisionamiento, las futuras ofensivas del adversario, las medidas de auxilio del OKH que tendrían lugar en días y el estado de las fuerzas de la tropa. "O el 6.º Ejército se defiende en la posición erizo hasta haber agotado sus municiones, esto es, hasta quedarse indefenso... O el Ejército rompe con un proceder activo del anillo de cerco", concluía el general. No tenía miedo, en caso de ser necesario, de obrar en contra de la orden de resistir de Hitler, y finalizaba su memorando con las siguientes palabras: "Si el Alto Mando del Ejército de Tierra no deroga en el acto la orden de resistir en la posición erizo, ante la conciencia individual se yergue el deber, in esquivable para con el 6.º Ejército y para con el pueblo alemán, de arrogarse con la libertad de acción impedida por las órdenes existentes hasta ahora y adoptar en lo sucesivo todas las posibilidades a mano de las que hay que hacer uso para evitar la catástrofe, mediante el propio ataque. Está en juego la destrucción completa de 200.000 combatientes y de todos sus pertrechos. No queda otra alternativa."
Eso era valor cívico, valentía y resolución para obrar de modo independiente, sentí por aquel entonces. No me podía imaginar que el objetivo de Seydlitz no fuera otro que el Ejército continuase la guerra en nuevas batallas y salvarlo de su muerte. Incluso pensé un momento: ¿Qué hubiera pasado, si Seydlitz hubiera sido el comandante en Jefe del VI Ejército en vez de Paulus? Yo apreciaba mucho a Paulus. Pero en este caso mi respeto se dirigía a Seydlitz.
Le pregunté al oficial adjunto que había pasado con el memorando.
—Se ha comunicado por parte del Ejército a través del Grupo de Ejércitos al Alto Mando y ahora se va a reír: Seydlitz ha sido nombrado comandante del frente Norte y Este del Kessel.
—¿Cómo ha reaccionado Paulus ante esa pérdida de mando?
—No se lo puedo decir, coronel. Sólo sé, que ha tenido lugar una conversación entre Paulus y Seydlitz.
Después de haberme informado sobre la situación del LI Cuerpo de Ejército, volví a mi Estado Mayor. No me entraba en la cabeza, por qué Hitler había otorgado a Seydlitz el mando de los frentes más importantes del Kessel. ¿Quería con ello volver loco al general de viejo linaje? ¿Porqué sucedió a costa de Paulus?
Quizás pudiera Elchlepp responder a esas preguntas. Justo después de mi llegada me fui a verlo. Me recibió con las siguientes palabras:
—¿Ha leído el memorando de Seydlitz? ¿Qué le parece?
—Admiro la precisión y coherencia de la valoración. Naturalmente me quedé perplejo, cuando leí la propuesta, de actuar contra la orden de Hitler.
—Todos nosotros, Paulus, Schmidt, yo y los demás comandantes no estamos de acuerdo con esas conclusiones. Según mi modo de ver es una anarquía. Reconozco que un líder de un ejército tiene el derecho y el deber de tomar decisiones por su propia cuenta. Pero sólo cuando no tenga ninguna conexión con el mando superior. Este es nuestro caso. El Alto Mando está informado sobre nuestra situación. Es absurdo suponer que el OKH nos quiera sacrificar."


Habría que puntualizar un par de cosas sobre estas líneas, ya que Adam comete un error en la datación de los hechos, al afirmar que después de la emisión del memorando al Alto Mando, Seydlitz fue nombrado comandante del frente Norte y Este del Kessel. Como vimos anteriormente, la orden de Hitler fue anterior al memorando, pues le llegó a Paulus en la mañana del 25 de noviembre y éste se la entregó a Seydlitz poco después. Horas más tarde, Seydlitz y su jefe de Estado Mayor, el coronel Clausius, escribieron el memorando que se entregó al Alto Mando del VI Ejército. El memorando fue entregado al Grupo de Ejércitos Don días más tarde por correo aéreo (26 ó 27 de noviembre) por lo que es imposible que el Alto Mando otorgara a Seydlitz el frente Norte y Este después de que el memorando fuera escrito.
Y aun más porque el citado memorando nunca llegó al OKH, ya que una vez en el Grupo de Ejércitos Don, el mariscal von Manstein, se encargó de que no llegara al OKH, tal como afirma Alexander Stahlberg, el joven primo y ayudante de von Manstein en el libro de Marcel Stein, Field Marshal von Manstein: The Janus Head – A Portrait y que reproduzco de nuevo aquí:
"El memorando de Seydlitz no pasó de mi escritorio. Aparentemente, Manstein lo recibió de su jefe De Estado Mayor, general Schulz. La puerta que comunicaba mi habitación con él estaba siempre abierta y lo oí empezar a gritar. Fui hasta su habitación y le pregunté si podía hacer algo por él. Me miró y me dijo, en un estado muy alterado: 'El general von Seydlitz ha escrito un memorando que desapruebo totalmente. Es sencillamente increíble que Seydlitz se atreva a interferir en asuntos como este.'
Volví a mi habitación para preparar el mapa de situación. Cuando volví con Manstein con mi informe. Vi como el memorando estaba sobre su mesa. Le pregunté si podía leerlo. Manstein estaba aun alterado y me respondió con un seco 'No'. Esta fue la primera vez que el mariscal no me quiso mostrar un documento que se le había entregado. Lo leí después de la guerra."

Es curioso también por ejemplo, que Heinz Schröter en su libro Stalingrado, hasta la última bala, afirma tratándose de nuevo de un error:
"El general Paulus hizo seguir esta declaración al Grupo de Ejércitos. Se ignora dónde fue a parar el documento, pero a las pocas horas el Cuartel General del Führer decretó..."

Curioso que Adam, teniendo el aprecio que sentía por Paulus y que le hizo enfrentarse en alguna ocasión al general Schmidt, jefe de Estado Mayor del VI Ejército (en realidad no se podían ver), tuviera una mayor estima y respeto por von Seydlitz después de haber escrito el memorando, hecho que dice mucho de la actitud de Seydlitz durante el cerco y la posterior destrucción del VI Ejército en Stalingrado.

También cabe mencionar las erróneas conclusiones del coronel Elchlepp, oficial de Estado Mayor de Operaciones del VI Ejército al afirmar:
"–Todos nosotros, Paulus, Schmidt, yo y los demás comandantes no estamos de acuerdo con esas conclusiones. Según mi modo de ver es una anarquía. Reconozco que un líder de un ejército tiene el derecho y el deber de tomar decisiones por su propia cuenta. Pero sólo cuando no tenga ninguna conexión con el mando superior. Este es nuestro caso. El Alto Mando está informado sobre nuestra situación. Es absurdo suponer que el OKH nos quiera sacrificar."
Nada más lejos de la realidad. El VI Ejército fue sacrificado por Hitler de una forma absurda y estéril. El propio Elchlepp pudo comprobar como todo un ejército había sido sacrificado y abandonado a su suerte cuando a finales de enero intentó escapar de la bolsa y murió en plena estepa, al igual que otros oficiales de Estado Mayor, como los coroneles Clausius y Niemeyer.

Fuentes:
- Der schwere Entschluß, de Wilhelm Adam
- Stalingrado, de Antony Beevor
- Stalingrado: hasta la última bala, de Heinz Schröter
- Field Marshal von Manstein: The Janus Head – A Portrait, de Marcel Stein


Saludos