Publicado: Vie May 08, 2009 6:17 pm
por Bitxo
En mi opinión -y me voy a repetir y pido disculpas por ello-, no es cuestión de respetar un acuerdo o no. La cuestión es si respetar ese acuerdo resultaba conveniente al objetivo de la guerra o no. Trataré de explicarme... La SGM no se libró por Polonia. Dicho de otra manera, no se libró por los polacos. La SGM se inició para que Alemania no se convirtiera en un Imperio capaz de amenazar vitales intereses de los imperios francés e inglés. De la misma manera, supongo, todos sabemos por qué se creó Polonia y porqué Francia la apoyó frente a la incursión soviética. Yo supongo que los anglofranceses, de haber supuesto que Stalin iba a pactar con Hitler, cosa que era impensable y que se conoció demasiado tarde, no hubiesen firmado ese texto de acuerdo, pues les colocaba en la papeleta de traicionarlo sí o sí. Cabe recordar que para aquel entonces se pretendía un acercamiento tardío -y por tanto cínico, no voy a dudarlo- a Stalin y que este ya estaba jugando a dos bandas, a ver quién le daba mayor seguridad y posibilidades de ampliar sus dominios. El error diplomático fue ese, a fin de cuentas, como otras veces he defendido y el propio Churchill reconoce.

Si el objetivo era derrotar a Alemania, la pregunta que realicé es correcta: ¿para qué embarcarse en una guerra contra la URSS para la que no se está preparado en ningún aspecto, y por una nación que ya, virtualmente, ha dejado de existir? Cierto es que, sobre el papel, los anglofranceses incumpliero su acuerdo con Polonia. Pero no es menos cierto que lo hicieron en base a un pragmatismo necesario. La diplomacia sirve a los intereses de la nación que la lleva a cabo, y no puede reconvertirse en un grave inconveniente que suponga perder una guerra que se consideraba ganada en aquel entonces.

Sin embargo, dada la actitud que tuvieron las potencias democráticas (incluyendo muy especialmente a los EUA, y luego a Francia) con la URSS debido a la agresión a Finlandia, no se puede decir con derecho que estas fuesen sumisas, indiferentes o, ni mucho menos, favorables a la URSS. En el caso polaco no se podía hacer nada que conjugara el interés en derrotar a Alemania y limitar las aspiraciones soviéticas; en el caso finlandés, y gracias a su inicial resistencia, sí se pudo aspirar a ello y se estuvo muy a punto de hacerlo. Lo cual, por cierto, y como el tiempo no tardaría en demostrar, hubiera sido un gravísimo error.

Lo curioso, lo que más me hace gracia, es que los autores que suelen criticar la violación del Acuerdo británico con los polacos, no resaltan la violación de todo tipo de acuerdos que firmó Hitler. Porque si alguien batió récords a la hora de romper acuerdos, ese fue el dictador alemán. Tampoco dicen nada sobre el hecho de que Hitler mantuviese una actitud inequívocamente sumisa ante el caso finlandés. Para colmo, alegan que las potencias democráticas no hicieron nada por Finlandia, cuando cada una de ellas por separado hizo mucho más que el Eje en conjunto.

A mí me parece que al Reino Unido se le pueden achacar muchos males, especialmente su política de Apaciguamiento. Pero criticarle por obviar un acuerdo por una circunstancia que le pilló por sorpresa y sin medios efectivos para poder hacer nada, y por una nación ya derrotada, resulta exagerado. Más aún si se ve el hecho de que cuando se sintió que sí se podía hacer algo -Finlandia-, sí se planeó una serie de acciones en forma de ayuda de todo tipo y hasta de operaciones bélicas que implicaban la guerra con otra potencia. Y más desconcertante resulta que se critique de cinismo, o de conveniencia, a estas potencias democráticas desde el sector anticomunista más recalcitrante cuando en esas críticas se olvida el hecho de que el supuesto campeón del anticomunismo, Hitler, mirase descaradamente hacia otro lado (Finlandia) o participase activamente (Polonia) velando por sus intereses propios. ¿En qué quedamos, pues? Porque, a mi modo de ver, si hay alguien a quien se ha de criticar por permitir que el comunismo soviético ocupara territorios de manera agresiva es a Hitler, a la persona que no sólo provocó una situación dada, sino que además pactó con Stalin y mantuvo ese pacto mientras le convino, condenando por ello a parte de Finlandia, de Polonia y de Rumanía, así como a la totalidad de los Estados Bálticos, al yugo stalinista. Pues a mi entender, las potencias democráticas se vieron en la tesitura de tragarse el refrito dispuesto en la mesa, sin poder hacer mucho más de lo que hicieron.

También me resulta cuanto menos chocante que quienes critican a las potencias democráticas velar por sus intereses, se olviden de que al igual que el Reino Unido y Francia pretendían mantener sus imperios, o al igual que los EUA o la URSS pretendían montar los suyos; Alemania, Italia y Japón buscasen lo mismo. Y es que cuando leo artículos como los de Villanueva o los de Metapedia, uno se pregunta qué interés hay tras el requerimiento de la defensa de una ideología -o al menos de una lucha contra la otra, el comunismo- a unas naciones, y se haga la vista gorda hacia otras, las cuales se les pavoneaban de baluarte y fueron los primeros en pactar y mirar hacia otro lado según sus propios intereses y objetivos. Porque si lo que se busca es traidores a una actitud dada y esperada, considero que lo justo sería comenzar por los principales responsables y por aquellos que más descaradamente hicieron pedazos la imagen o postura de la que presumían. Porque no fueron los británicos, los franceses o los estadounidenses los que pactaron con Stalin un reparto de influencias en el 39. Tampoco fueron estos los que acordaron en período de paz un reparto de Polonia y de Rumanía, o miraron hacia otro lado cuando se agredió a Finlandia. El posterior "reparto" estuvo determinado, a partir del 44, por la evidencia de un RKKA en centroeuropa, y no por un interés mutuo, una convinencia más allá de la ideología o la defensa de las libertades de terceros. De hecho surgió la Guerra Fría.