Publicado: Vie May 08, 2009 3:02 pm
por Domper
Además de lo ya dicho por varios contertulios, tampoco estará de más que revisemos sucintamente el caso de la Polonia “mártir”.

Polonia era un caso atípico porque fue un estado creado por Alemania durante la Gran Guerra. Aunque era independiente de palabra, estaba bajo el control del Gobierno General alemán. Tras el armisticio se cedió el poder al general Josef Pilsudski, que ejerció con poderes dictatoriales. Pilsudski pretendía crear una federación que incluyese los territorios “polonizables”. Esto incluía los territorios de mayoría polaca, los que contenían población polaca, e incluso aquellos territorios que formaron parte del imperio polaco medieval (que abarcaba Lituania y la Rusia Blanca, y llegaba casi a Novgorod. Como otras naciones tenían ideas diferentes, la creación de la “Gran Polonia” no podría ser pacífica.

Y no lo fue. Se inició con la gran rebelión polaca de finales Noviembre de 1918, aprovechando el caos alemán. Miembros de la antigua Organización Militar Polaca (un engendro creado por Prusia en los territorios tomados a Rusia a partir de 1914) se rebelaron en las provincias de Posen, que consiguieron controlar, y de Silesia, donde combatieron con los restos del ejército alemán, aprovechando las crisis entre Alemania y los vencedores durante la negociación del tratado de Versalles. Además, ahora los polacos ya no eran un pelele alemán, sino uno de los “vencedores” consiguiendo en Versalles condiciones muy favorables.

Los intentos de construir una federación que repitiese el gran reino polaco acabaron en choques fronterizos con Lituania, Checoslovaquia y finalmente Ucrania. La invasión polaca resultó clave en el hundimiento de la efímera república ucraniana. La crisis final fue con la URSS, los choques fronterizos acabaron en una guerra a gran escala. Polonia lanzó una invasión de Ucrania y Bielorrusia, con ayuda letona, llegando a ocupar Minsk y Kiev. Pero el contraataque soviético derrotó a los polacos. La contraofensiva soviética llegó a cercar Lvov, y sólo fue frenada en la batalla de Varsovia gracias a los errores soviéticos (entre ellos los de un tal Stalin) y a la ayuda exterior, especialmente francesa. Polonia se lanzó de nuevo a conquistar terreno soviético, aprovechando la guerra civil, hasta que el agotamiento y la presión anglofrancesa les contuvo. Aún se intentó una ofensiva más en Ucrania, que fue derrotada con facilidad. Es interesante señalar que las invasiones polacas se habían acompañado de atrocidades contra la población hebrea de los territorios ocupados.

Ni siquiera esto acabó con el expansionismo. Un nuevo intento se produjo en Silesia. Un plebiscito impuesto en el Tratado de Versalles fue favorable para Alemania, pero fuerzas polacas lanzaron dos insurrecciones, consiguiendo finalmente la partición de Silesia en condiciones favorables, y recibiendo la zona más pequeña pero más industrializada y rica en minerales.

Todos estos éxitos se consiguieron, en buena parte, con la amenaza anglofrancesa. No ejercida por estos, sino por los polacos. Pero ingleses y franceses acabaron bastante hartos de una nación pendenciera que no respetaba los acuerdos y que cuando le iba mal (en Silesia o contra la URSS) venía a llorarles la ayuda. Los vecinos estaban también hasta el gorro, no sólo los sueños de federaciones de hundieron, sino que rompieron relaciones con la nueva nación.

Y Polonia tampoco era un modelo en su política interior. Una democracia errática fue derrocada en 1926 por Pilsudski, creando un régimen autoritario que trató de “polonizar” a las minorías no polacas, especialmente la germana (a pesar de los acuerdos firmados). El antisemitismo floreció, y la población hebrea en Polonia no sólo sufría ocasionales “progroms”, sino que fue empobrecida mediante boicots. Eso sí, la población polaca disfrutó de un renacer económico y cultural.

En los treinta Polonia ya apreciaba el riesgo que significaban sus grandes vecinos, y estaba más tranquila, pero en 1938 volvió a las andadas. Las reclamaciones polacas de terrenos lituanos llevaron a plantear un ultimátum a Lituania, para una “negociación”. Lituania no podía resistir, pero Ni Alemania, ni la URSS, ni Francia, querían una guerra que podría generalizarse, y obligaron a Polonia a contentarse con la reanudación de las relaciones diplomáticas. Eso les ganó la “amistad” lituana, que en 1939 mantuvo una escrupulosa neutralidad.

Si no era Lituania, sería otro. La crisis de Munich fue otra oportunidad para unirse al festín: presentó un ultimátum a Checoslovaquia forzándole a ceder un territorio en disputa. Eslovaquia se lo pagaría a su vez atacando a Polonia en 1939.

Pero les llegó el turno. El principal problema con Alemania era el estatuto de Danzing y el corredor polaco, territorio que en 1910 tenía poblaciones equilibradas (de alemanes, polacos y kashubianos), pero que Polonia modificó a su favor, “colonizando” a las otras minorías, presionando a la alemana y fomentando la inmigración de polacos étnicos. Cualquier solución sería una cesión, algo imposible para la orgullosa nación (pero los vecinos no podían tener ese orgullo, recordemos). Rechazó plebiscitos, intercambios territoriales o de minopías o vías extraterritoriales. Tampoco aceptó aliarse a Alemania con el pacto anti Komintern.

Todos sabemos como negociaba Alemania. Pero sin disculparla, recordemos que hacía lo mismo que Polonia llevaba haciendo durante veinte años con sus vecinos. Entonces Polonia fue de nuevo a buscar ayuda a los mayores, es decir, a Inglaterra y Francia. Países que se encontraron en un dilema. El estado polaco era otra dictadura centroeuropea más, y tenía tradición en usar la amenaza de los vencedores del 18 para salirse con la suya. A cambio, estaba claro que la cesión de Munich no había traído la paz sino la potenciación de Alemania. Por ello los anglofranceses decidieron poner un límite, pero por sus propios motivos, no para salvaguardar a Polonia.

Por eso hablar de traición a Polonia me parece farisaico. Francia e Inglaterra fueron a la guerra para detener a Hitler, no para proteger a Polonia. Aliarse con Polonia contra la URSS era arriesgarse a perder una guerra recién iniciada, por unas disputas territoriales en las que Polonia no tenía demasiada razón. Será cinismo, peor como dice el refrán, “cría cuervos…”.

Para acabar, al decir “Polonia” hablo, como siempre, de los políticos e ideólogos polacos, no de los polaquitos de a pie que sufrieron la guerra. Pero tampoco los alemanes que perecieron en Dresde eran culpables.

Saludos