Publicado: Sab Dic 02, 2006 10:38 pm
por ParadiseLost
ESTÁBAMOS MUERTOS DE MIEDO (II parte).
Diario de Stalingrado.

Dónde se encontraba Víctor y que le había sucedido, no lo sabíamos, porque el seguía afuera y nosotros estábamos sentados en el refugio. Entonces vimos, mejor dicho, oímos la voz de Patschik. Miraba sorprendido a nuestro padre y sólo hacía que preguntar: "¿Ha matado alguien al tío Mischa?". Se arrastró como un gato hasta nuestro refugio repitiendo una y otra vez: "Ponedle una vena apretada.". Entonces se calló y un brazo asomó en el refugio. De un dedo goteaba sangre. También podíamos ver los pies, que calzaban los mismos zapatos que nuestro Víktor. Estaba claro que Víctor yacía muerto sobre la tapa del refugio. Nuestra desgracia era doble y diría que perdimos la razón.

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Anna, con su madre, en 1927.

Así estuvimos sentados con nuestro padre muerto, comiendo y durmiendo durante dos días. Ese día perdieron la vida muchas personas y nuestro padre fue el primero. Nuestros vecinos Vera y Jewdokija Pawlowna Sosnin fueron asesinados, y en las inmediaciones del refugio yacían muchos soldados rusos. No antes del segundo día por la tarde, llegó llorando silenciosamente nuestra tía Marussja y entonces escuchamos la voz de Viktor. No podíamos creerlo. Estaba vivo. Su mejor amigo, Patschik, era quien había muerto. Vino hacia nosotros, para llorar a nuestro padre. La tía Marussja lloraba tan silenciosamente que nadie podía oírla. Patschik era su único hijo.

Entonces sacamos el cadáver de nuestro padre del agujero. Al día siguiente, cuando ya había oscurecido, envolvimos en una sábana los cadáveres de Patschik y nuestro padre y los enterramos en el sótano de los Podleskows. Cada uno tomó una taza de harina, que aún teníamos en el refugio, y nos dirigimos al Volga. Cuando pasamos ante el agujero, pude ver los cadáveres de Vera y su madre, que aún nadie había podido enterrar. Me marche la última y empecé a marearme. Ya no tenía apenas fuerzas. Rodé como una piedra hacia el agujero porque ya no podía caminar, porque tenía las piernas muy débiles y me dolían. Cuando llegamos al Volga, bajamos hasta el agua porque teníamos la lengua seca y una sed insoportable. Bebimos ávidamente. En el agua, yacían incontables soldados...

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El padre de Anna con su hermano Viktor, 1927.

Hasta que llegamos al transbordador, soportamos fuego de artillería y un incesante bombardeo. Corrimos toda la noche. Teníamos que lanzarnos al suelo constantemente. Los incesantes disparos de los alemanes iluminaban la zona. Estaba claro como el día. Nos tirábamos al suelo y tan pronto como la luz desaparecía, corríamos de nuevo. Lidja, nuestra hermanita, lloraba todo el camino.

Enseguida llegaron los aviones alemanes. No sé cuantos eran, pero cayeron muchas bombas. Un bombardeo horrible. Las bombas caían delante, detrás, a un lado... y nuestra embarcación se tambaleaba como si en un segundo fuera a volcarse. Como si de un milagro se tratase, el experto capitán nos llevo heroicamente hasta la orilla. Alguien gritó la orden: "¡Dispersaos!", y corrimos hacia el bosque. [...] Los valientes camilleros arrastraban a los heridos. Los aviones volaban muy bajo y podían vernos, pero aún así lanzaban sus bombas. [...] En el bosue, por fin pudimos estirarnos en el suelo. En el refugio era imposible hacerlo.

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La hermana de Anna, Lidja, en la actualidad.

20 de febrero de 1943.
Hurra! Hurra! Hurra! El tres de febrero Stalingrado ha sido liberado. Los alemanes han sido vencidos, y en la calle hay largas columnas de prisioneros. Era repugnante verlos: medio congelados, medio desnudos, sucios... Malditos monstruos, ¿qué habíais venido a hacer aquí? Les hubiera golpeado a todos. Quería vengar a mi padre, a mi tierra herida, a mi juventud perdida...

23 de marzo de 1943.
Es muy difícil vivir, una carga insoportable, porque perdimos nuestra casa. Lo perdimos todo, incluso a nuestro padre. [...] He conocido a un piloto y me ha llevado al baile. Pero aún no tengo pelo después de haber pasado el tifus, y me he puesto un invento en la cabeza, para disimular [...]

Anna Arazkaja sobrevivió a la guerra. Murió en 1996, a la edad de 75 años. Su diario se gurda hoy en día en el museo de Volvogrado, antes Stalingrado. En enero de 2003, se reprodujo un extracto de su diario por primera vez en nuestra web. Lidja Arazkaja, la hermana de Anna, nos concedió una entrevista para la trilogía del documental "Stalingrad".

EL diario ha sido traducido del ruso por Inna Levandovitch.
Textos de Steffi Schöbel.


Para más información os recomiendo la trilogía del documental "Stalingrad (Der Angriff, der Kessel, der Untergang)" de Guido Knopp, donde aparece la entrevista de la hermana de Anna, Lidja, y muchas más testigos de la época.

Saludos