Publicado: Dom Nov 29, 2009 4:24 am
por ParadiseLost
Supervivientes recuerdan la batalla de Stalingrado (XIII).

Hola a todos.
Os hago llegar una traducción de las memorias de un soldado perteneciente a un batallón de zapadores. Esta historia encierra una de esas casualidades, que al final, son decisivas en la vida de una persona.

Johannes Petzold
No mi nombre, sino el suyo.


En el gélido invierno de 1941/1942 nos encontrábamos en la cuenca del Donets. Mi batallón de zapadores pertenecía a una División de Infantería de caballos de tiro. Nuestros caballos acabaron muy debilitados en nuestros cuarteles de invierno. No soportaron el frío en los establos provisionales y debieron ser sacrificados. Después de que en mayo acabase la batalla de Jarkov, rompimos el frente a principios de julio de 1942 hacia el este a lo largo del Donets, atravesamos el poderoso Don hacia el sur y giramos entonces hacia el nordeste en dirección Stalingrado. Aquí empezó la marcha a través de la desoladora estepa de los calmucos, sin árboles, sin arbustos, sin agua. El agua potable fue transportada con tanques de agua y bidones.

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Johannes Petzold, en marzo de 1943.

Los rusos, al principio, sólo ofrecían escasa resistencia. Al final de agosto alcanzamos las primeras construcciones defensivas al sur de Stalingrado. Columnas de tanques interminables nos adelantaron. A finales de septiembre de 1942 nos mudamos a un barranco, en el que nos alojamos. Debía ser probablemente nuestro cuartel de invierno. Recibimos ropa de invierno caliente y mantas. Después de la relajación de por la prohibición de permisos, a finales de octubre se asignaron nuevas plazas para el permiso. Como suboficial, fui ascendido a Hauptfeldwebel en la estepa de los calmucos. A mi jefe, el teniente Schönitz, le hubiera tocado permiso a finales de octubre. Yo mismo, precisamente, podría estar en casa quizás en Navidades. Pero el comandante del batallón no permitió que nuestro teniente viajara.

A principios de noviembre se autorizó el permiso del teniente Schönitz. Eso significaba, que entonces debía haber vuelto antes de Navidades. El prefería estar con su familia en Nochebuena, con su mujer y su hija pequeña, que hubiera visto entonces por primera vez. Por esa razón me preguntó, si podía cambiar su permiso por el mío, porque no podíamos dejar a la tropa los dos a la vez. Como estaba soltero lo aprobé y pocos días después viajé hacia casa. Después de siete días de viaje llegué por sorpresa a casa, porque no había podido avisar de mi permiso. Pero no podía presentir que me había salvado de una muerte segura, porque poco después los rusos irrumpieron y cercaron Stalingrado. En esas fechas el teniente Schönitz se encontraba junto a sus tropas.

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Septiembre de 1942. En la estepa calmuca hacia Stalingrado.

En la patria, al principio no supimos nada de ello. Después del fin del permiso, llegué cargado con mis paquetes de Navidad para los camaradas en la cuenca del Donets, en Schachty. Allí nos enteramos que nuestra División había sido cercada. Solo el Estado Mayor de la División fue evacuado por aire para la creación de las líneas de defensa. A los que teníamos permiso, se nos agrupó en nuevas compañías y fuimos transportados para entrar en acción en la curva del Don. Allí viví las Navidades más triste durante mi época de soldado: sin correo, todos eran camaradas desconocidos, nada que recordase a la Navidad excepto un montón de nieve.

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Noviembre de 1942 en Stalingrado. Un día después de la toma de la foto, Johannes viajó a su Patria de permiso. (2º por la izq.) Propuesto por el teniente Schönitz (en el medio) cambiaron sus permisos.
Erwald Bernhard Schönitz, nacido 3l 7 de noviembre de 1899 en Nieska, fue hecho prisionero y no volvió nunca.


La paz navideña no duró mucho, porque el 28 de diciembre – no olvidaré ese día – los rusos irrumpieron en nuestro sector con cerca de treinta tanques y nos rodearon. No teníamos armamento de defensa, sólo MG’s. Hoy me parece un milagro, que pudiera salir del cerco. Mi compañía fue aniquilada. Tras una reunión de tropas dispersas y un hospital militar llegué finalmente a una fuerza de reemplazo, y de esta a Francia para la nueva formación del VI Ejército. Algunos camaradas, heridos convalecientes, enfermos y soldados con permiso fuimos llegando. Formamos el tronco. A mediados de agosto el batallón ya estaba preparado para entrar en acción y fuimos trasladados a Italia, afortunadamente no a Rusia. En abril de 1945 fui a parara al campo de prisioneros americano en Po y fui liberado finalmente en mayo de 1947 en Dresde, en la zona soviética ocupada.

No volví a oír nada sobre mis camaradas en el Kessel. ¿Cayeron, se congelaron, murieron d e hambre o perecieron en el cautiverio? Lo mismo me hubiera sucedido a mí. A lo largo de toda mi vida me ha pesado psicológicamente la tragedia de Stalingrado y el destino incierto de mis camaradas. Después de mi vuelta al hogar, no fui capaz de visitar a los familiares del teniente Schönitz. El destino quiso que sobreviviera. De lo contrario mi nombre figuraría en uno de los bloques de granito en Rossoschka: Johannes Petzold, nacido en 1918.

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Johannes Petzold en la Frauenkirche de Dresden en el año 2006.


Fuente del texto e imágenes: Namen für Rossoschka, Volksbund Deutsche Kriegsgräberfürsorge e. V.
Traducción: Paradise Lost

Saludos