Publicado: Lun Mar 16, 2009 4:05 am
por ParadiseLost
Supervivientes recuerdan la batalla de Stalingrado (XI).

Entrevista: Moritz Schwarz
Traducción: ParadiseLost

Hola a todos.
Os hago llegar una tradución de una entrevista efectuada a uno de los tres excombatientes del artículo anterior, concretamente a Horst Zank, en una web alemana y de paso he encontrado algunas imágenes más.

Luchamos de buena fe.
Horst Zank, veterano y presidente del Bundes ehemaliger Satlingradkämpfer, sobre el hundimiento del VI Ejército.


Señor Zank, el 31 de enero se celebra el aniversario de la capitulación del VI Ejército, bajo las órdenes del general Friedrich Paulus en el Kessel de Stalingrado. Usted es uno de los pocos supervivientes – de los 250.000 soldados del VI Ejército sólo volvieron a su tierra natal 6.000. Como capitán, tenía bajo sus órdenes a un batallón de infantería en el sur del Kessel. ¿Cómo vivieron la capitulación?
Zank: Como una gran catástrofe, porque no se consiguió salvar de la destrucción a un Ejército compuesto de 24 divisiones y porque entonces tampoco sería posible ganar la guerra. Con esa derrota, ya no tuve más fe en una victoria alemana. Especialmente grave fue la pérdida de fe en nuestra dirección militar, que no llegó a comprender, como evitar una tan catastrófica situación. El 30 de enero escuchamos el discurso de Hermann Göring en conmemoración del décimo aniversario de la toma del poder, que nos irritó tanto, cuando empezó a cantar las alabanzas a los "Héroes de Stalingrado", que rompimos la radio.

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Horst Zank en la actualidad.
Foto: http://einestages.spiegel.de

¿Que significó para usted, personalmente, ese final?
Zank: Mis camaradas y yo, teníamos la duda, de buscar la muerte en el frente, ir al cautiverio o suicidarnos, lo que algunos por aquel entonces hicieron, entre ellos tres generales. No obstante decidí intentar, escapar yo solo.

En verano, la Wehrmacht casi había conseguido conquistar Stalingrado. Al principio se encontraba al Norte del VI Ejército, asegurando su flanco en el Don. ¿Qué sensaciones tenía cuando aun avanzaban victoriosos hacia la ciudad?
Zank: Estábamos convencidos, de que conseguiríamos conquistar la ciudad y mantenernos. Sin embargo, a partir de octubre, divisamos movimientos de tropas del bando soviético.

El 23 de noviembre, como consecuencia de un fuerte ataque del Ejército Rojo, el VI Ejército fue rodeado.
Zank: Sí, aunque nuestras posiciones resistieron la ofensiva soviética, los rusos abrieron brecha a través de nuestras tropas vecinas, el III Ejército rumano. Por lo cual, debimos retirarnos para cooperar en la defensa del Kessel.

Después de ser cercados, ¿se era consciente de la gravedad de la situación?
Zank: Claro, nos dimos cuenta que estábamos en una situación crítica, pero partimos de la base, de que se podría superar esa crisis. Teníamos plena confianza en nuestra guerra y en nuestra superioridad militar.

¿Con que convicciones personales fue a la guerra?
Zank: Luchar por nuestra Madre Patria, éramos concientes de nuestra obligación y soldados de buena fe.

¿Según usted cual era la razón de la Patria para llevar a cabo esa guerra?
Zank: La guerra se desarrolló de tal manera, que vivimos el júbilo de los alemanes, que en 1938 liberaron los sudetes, y en 1939 nos pusieron ante los ojos los crímenes de los alemanes en Polonia. En la campaña de Francia se trató de la liquidación de la injusticia de 1919. Así que teníamos el sentimiento, de estar haciendo algo bueno.

En la campaña de Rusia, no se trataba de una revisión del Tratado de Versalles; igualmente en la ocupación de Polonia y del resto de Chequia. La operación Barabarossa representó una guerra de ataque.
Zank: Es verdad, aquí surtió efecto la propaganda; se nos explicó, que era legítimo, atacar al bolchevismo. Naturalmente en ello, jugó un papel importante mi impresión personal de la revolución de octubre, la cual me había ganado a través de libros y periódicos, y creo que la rabia al comunismo con terror, hambrunas y limpiezas.

¿Diferenciaba lo que era soviético y ruso?
Zank: Claro, de joven fui explorador y de ahí tenía, y también de la lectura, por ejemplo de Michail Scholochows o Edwin Eric Dwingers, no poca simpatía por las personas rusas. Partía de la base de que los rusos bajo el bolchevismo tenían grandes sufrimientos. No acepté nunca as enseñanzas nacionalsocialistas de que los rusos eran eslavos subhumanos.

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Horst Zank el primero por la izquierda.
Foto: http://einestages.spiegel.de

¿Estaba aislado de sus camaradas por tener ese punto de vista?
Zank: Del todo y nada en absoluto.

Durante la guerra en Rusia, se cometieron en ambos bandos crímenes de guerra. ¿llegó a presenciar algún crimen?
Zank: No, y esto lo manifiesto categóricamente, nunca fui testigo de ningún tipo de crimen, y no llegaron a mis oídos informes sobre ello. Tampoco recibí nunca órdenes relacionadas con ello. Tampoco supe nada, por ejemplo, de la Orden de los comisarios. Mis soldados y yo siempre nos entendimos bien con la población civil rusa. Una vez dormimos en una casa rusa y la mayoría de veces éramos acogidos amigablemente y por ello pusimos a nuestro médico a disposición de los civiles rusos enfermos.

A pesar de todo, numerosos rusos perdieron la vida durante la conquista de Stalingrado, y 40.000 civiles fueron víctimas de los bombardeos de la Luftwaffe. ¿Sabía que Stalin había prohibido evacuar la ciudad y con ello había convertido a los habitantes en rehenes?
Zank: No, no lo sabía. Al principio estabas demasiado lejos para poder contemplar los sucesos durante la conquista de la ciudad.

¿Cuándo tuvo claro, que la crisis en la que se encontraba el VI Ejército, ya no tenía remedio?
Zank: Poco antes de Navidades, se supo que el intento de ayuda del Grupo blindado Hoth se había quedado a 50 km de Stalingrado. Hasta entonces, teníamos la certeza de que íbamos a ser salvados. Después aun teníamos esperanzas incluso en enero, porque nadie quería darse por vencido. Los rumores se sucedían. Fue realmente terrible, cuando el 10 de enero, los rusos lanzaron su gran ofensiva, que dividió el Kessel. Se impuso la creencia, de que estábamos condenados a nuestra destrucción. Mientras tanto la alimentación de la tropa era una catástrofe y además casi todo mi regimiento había sido aniquilado. Todo ello pesaba como una losa sobre mí.

¿No perdió el valor?
Zank: No. Por qué no lo sé. Siempre tuve la esperanza de encontrar una salida. La sensación de camaradería y la dependencia de unos en otros conducía a que también en esa terrible situación, no hubiera falta de disciplina. Eso es algo que no pueden entender las personas hoy en día.

La caótica situación, que pasó a convertirse en el símbolo del final en Stalingrado, ¿se produjo antes de los últimos días?
Zank: Durante un viaje al aeropuerto de Pitomnik a principios de enero, no presencié semejantes escenas. No obstante era horroroso, que no sólo no pudiéramos enterrar a nuestros muertos, sino que finalmente incluso debíamos abandonar a nuestros heridos. Fue horrible.

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Horst Zank el primero por la derecha.
Foto: http://einestages.spiegel.de

¿Le llevó su desgracia a reflexionar sobre el sufrimiento de los soldados rusos?
Zank: Podíamos ver, que los rusos tenían más perdidas que nosotros, porque el soldado soviético era empujado sin piedad a la batalla. Incluso hicimos prisioneros, que nos pedían, que les disparásemos, porque Stalin había declarado, que cada prisionero era un desertor, y con ello, estaba sentenciado a muerte.

La tarde del día 30 de enero, consiguieron finalmente realizar su intento de huida.
Zank: Sólo unas pocas horas antes de la capitulación del general Paulus. Se apuntaron sólo tres voluntarios más, porque la cosa pintaba mal, si los rusos en el interior del país nos apresaban. Comunicamos nuestro intento de huida arriba y recibimos la autorización. La Luftwaffe incluso fue avisada de semejante empresa, por si podía cooperar. Pero dos días después los rusos nos pillaron y fuimos hechos prisioneros.

Ya en los primeros campos de acogida murieron 30.000 de sus camaradas al estar tan débiles.. ¿En qué medida fueron los rusos culpables?
Zank: Es difícil estimarlo, pero en cualquier caso los rusos no estaban preparados para proveer a tantos prisioneros. Quisiera ponerle un ejemplo, de que contradictorio podía ser el trato. Se nos dijo que todos los oficiales heridos serían curados. Me presenté, ya que mis pies se habían congelado. A continuación fui encerrado con 30 camaradas más en un oscuro sótano. En cuatro semanas no pudimos respirar aire fresco, no recibimos ninguna asistencia médica y apenas comida y vivíamos miserablemente bajo catastróficas condiciones sanitarias. Cuando finalmente nos sacaron de allí, sólo quedábamos con vida dos de mis camaradas y yo. Más tarde subimos a un barco y seguimos durante dos días el curso del Volga. Camas con sábanas blancas, buena alimentación, paseos por cubierta. Era como un viaje turístico. Pero ya no volví a vivir algo parecido. En el campo de Wolsk la supervivencia era dura, pero posible. La mayoría de mis compañeros murieron debido a las horrorosas condiciones al principio del cautiverio.

Intentaron reclutarle para el Nationalkomitee Freies Deutschland (NKFD).
Zank: Sí, pero rechacé cooperar con el comunismo y me decepcionó, que algunos altos oficiales, que antes enviaban a sus hombre a la muerte en nombre de Hitler, ahora cooperaran con Stalin. Aconsejé a la tropa en contra de firmar, ya que lo político, de todas maneras no jugaba ningún papel, sino que la situación para ellos podía empeorar.

Ya que no se le podían imputar crímenes de guerra, debió ser liberado en los años posteriores al fin de la guerra.
Zank: Sí, pero ya que fui encasillado como un activo enemigo del NKFD, tal y como mi expediente en Moscú delata, se aplazó mi liberación hasta finales de 1949.¿Mostraron interés en la patria por su suerte?Zank: Sí, fui recibido con gran amabilidad, y se esforzaron en facilitarme un nuevo comienzo. Sin embargo, la guerra y el cautiverio eran para mí un tema tabú, y no quería hablar de ello.

¿Por qué?
Zank: Para mi lo mas importante era la nueva fundación de mi existencia. Tenía que hacer algo con mi vida.

No antes de los años setenta, ingresó en el Bund ehemaliger Stalingradkämpfer, y en los ochenta, escribió sus memorias de guerra.
Zank: Cuando me jubilé, cedí finalmente a la insistencia de amigos y parientes, y en el 2000 asumí la presidencia de la Liga. Hoy sin embargo, se encuentra ante sus últimos días, ya que sólo aproximadamente 150 miembros de la Liga están vivos, y ninguna de ellos tiene menos de ochenta años.

¿Por qué los combatientes de Stalingrado están organizados en una Liga alemana y en otra austriaca, ya que sirvieron juntos y lucharon por le Reich en una misma tropa?
Zank: Esto se dio por la división de Alemania en Austria y la Republica federal alemana por parte de los que ocuparon el país. Los veteranos de la República democrática alemana no pudieron organizarse antes de la reunificación y así unirse a la Liga.

El monumento central de la Liga es una lapida de tres por un metro y medio que se encuentra en el cementerio militar en Limburg. ¿No les gustaría tener un monumento conmemorativo nacional en la capital, en Berlín?
Zank: No sé que debemos hacer para conseguirlo.

¿La construcción de un lugar conmemorativo a nivel nacional, no sería una tarea de la República federal alemana, como sucesor del Reich?
Zank: Claro, pero no veo en ello ya ninguna oportunidad. Mire la situación de hoy en día, piense solo en la increíble posición a la defensiva del señor Reemtsma. ¿Qué podemos lograr contra esto, como podemos esperar aun, a la vista del ruido de la propaganda, ser escuchados? Para mí no es determinante el lugar, sino que en Alemania no hay monumento conmemorativo a Stalingrado. Y por supuesto, el interés de los medios en Stalingrado es para nosotros una gran satisfacción.

Los veteranos de otros países no se pueden imaginar esos problemas.
Zank: Por desgracia es verdad, y lo comprobamos cada vez más, cuando nos encontramos con camaradas de otros ejércitos. Sólo se puede desear, que la próxima generación se identifique de otra manea con sus abuelos, que una gran parte de la generación actual. Un inicio sería, si en los medios de información se hubiera esclarecido, que la mayoría de los nuestros por aquel entonces actuaron de buena fe.

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Horst Zank en la actualidad.
Foto: http://einestages.spiegel.de

Fuente: http://www.jf-archiv.de/archiv03/063yy09.htm

Saludos