Publicado: Mar Dic 12, 2006 5:18 pm
por Capitan Miller
Por mi parte prefiero no opinar al respecto. Ese tipo de cuestiones sobre "qué habría o qué no habría hecho" sólo se pueden responder a base de la experiencia real, que suele estar a cientos de millas naúticas de lo que pensamos desde fuera del suceso.

Pero algo si tengo claro.

Tengo muy claro que en una escabechina, donde se trata de escabechar o que te escabechen podría ser tan sacamantecas como el que más, aunque sólo sea porque no vaya a ser que el de enfrente no entienda que voy de buen rollito y no me gusta ir pegando tiros a diestro y siniestro. Que Jesucristo dijo hermanos pero no primos.

Pero también tengo claro que el asesinato masivo con premeditación y alevosía de civiles por motivos politico-raciales, o prisioneros de guerra, llámese Holocausto y crímenes de guerra con todas las letras, no va conmigo. Creo que hay que tener la cabeza y/o las tripas hechas de un material determinado para no sólo parir semejante barbarie sino además ejecutarla y ponerla en marcha con deleite y serenidad de espíritu.

Creo que el ejemplo más claro podría ser la diferencia entre el tipo que se apunta a las SS y el soldado de a pie de toda la vida. Si el primero resulta seleccionado para formar parte de los Einsatzgruppen o para encargarse de la logística de Auschwitz por algo será, algo tiene el agua cuando la bendicen. Si el segundo se ve en la situación de formar parte de un pelotón de fusilamiento la situación es una m-i-e-r-d-a, pero ahí no hay vuelta de hoja; te tragas el sapo, blasfemas un par de veces y listo. Otra cosa es si después se duerme bien por las noches o si se decide alumbrarse los sesos para olvidar el cuadro. No creo que ninguna conciencia ni ninguna memoria salga con bien de ninguna guerra, ni siquiera cuando se ha luchado en el bando "justo" y ganador.

El caso de Speer es, desde mi punto de vista y como creo que ya os dije, uno más de oportunismo político mezclado con gusto por el poder y bañado con esa iluminación mesiánica hitleriana. No tenemos más que mirar alrededor par ver, con las distancias evidentes, hasta donde puede llegar un tipo así metido en política en nuestros días. Sin embargo estoy convencido de que Speer no era amigo de soluciones finales, no por humanidad, sino por privar al estado de mano de obra barata y útil en el esfuerzo de guerra. Eso no le sitúa muchos escalones por debajo de asesinos despreciables como Himmler, Bormann, Heydrich, Goebbles y el propio Hitler. Si acaso le equipara ya que en su caso no es aplicable ni siquiera el atenuante de locura transitoria, sabía muy bien lo que hacia, cual era el fin y de que instrumentos se servía para ello. Es más, ¿no serían sus últimas decisiones contrarias a la destrucción total el inicio de un plan personal de lavado de cara con vistas a lo que se veía venir?

En fin, una personalidad compleja la de Speer y creo que con más dobleces que una Torre Eiffel de papiroflexia y más trampas que una película de chinos. O tal vez uno más de tantos millones de nazificados que nunca quisieron mirar o preguntarse de donde venía el humo. O cuando lo hicieron ya era tarde para todos, ellos incluidos.

Echo de menos en estas cuestiones la opinión de Mika, mucho más afinada que la mia cuando se trata de preguntas que tienen que ver con las "cabecitas humanas". A ver si un siglo de estos el trabajo la deja participar un poco más.

Saludos.