Publicado: Jue Nov 30, 2006 3:27 am
por Falls
La historia de Taeko Teramae.

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Cuando cayo la bomba tenía 15 años, estaba en tercer año de la escuela secundaria, trabajando como una estudiante movilizada en la Oficina de la Central Telefónica de Hiroshima a 500 m del hipocentro. El hipocentro es un punto en la tierra que queda directamente debajo del centro de una explosión nuclear. Los estudiantes que trabajaban en la Oficina estaban divididos en tres grupos, comenzaban a las 7, 8 y 9 de la mañana. Yo estaba en el grupo A que comenzaba a las 7. Debido a que la bomba se dejó caer a las 8:15 a.m. del 6 de agosto, apenas debería haber sobrevivido, sin embargo sólo sufrí algunas lesiones serias.
Los estudiantes del grupo B que comenzaban a trabajar a las 8 estaban reunidos afuera y la mayoría de ellos murió quemado.
Los estudiantes del grupo C cuyo trabajo comenzaba a las 9 estaban camino a la Oficina y debido a que ésta estaba cerca del hipocentro, muchos de ellos desaparecieron y el resto fue quemado severamente. Ahora permítanme contar en detalle sobre el grupo A. Éste se subdividió en tres equipos, Cuando la bomba estalló el equipo 1 estaba tomando un descanso en un cuarto. Yo oí que muchos de ellos están ahora en buenas condiciones. El equipo 2 ya estaba trabajando como operadores, usando los auriculares conectados, cuando la bomba estalló todos ellos recibieron un shock eléctrico que los quemó hasta la muerte. Yo estaba en el equipo 3, parados en el corredor, esperando tomar nuestro turno.

Palabras de estímulo en la tragedia.
Era un día bonito en la mañana del 6 de agosto de 1945. Miraba al cielo a través de las ventanas cuando vi algo brillante cayendo. Creció más y más grande y cada vez más brillante. Y simplemente cuando estaba pensando sobre lo que era, estalló con una llamarada. La llamarada fue tan fuerte que pensé que mi cuerpo se fundiría. Poco después la luz disminuyó y se volvió completamente blanca alrededor del lugar. Miré alrededor y oí un sonido rugiente de la tierra temblando. Entonces se puso oscuro de repente y quedé atrapada por las ruinas de los edificios derrumbados. Me desmayé.
Cuando volví en mí oí sonidos de destrucción y voces que venían de muchos lugares. "¡Mamá, ayúdame! ¡Mamá!" "¡Estoy herido, mamá!" Después de un silencio oí la voz de mi maestra, la Srta. Wakita. Ella dijo, "¡Todos, resistan! ¡Todos ustedes son jóvenes, así que resistan!" Animados así por la Srta. Wakita nadie más pidió por la madre o por ayuda. No podíamos hacer nada mientras escuchábamos el sonido de la destrucción.
Pronto descubrí que había algo arenoso y viscoso en mi boca y mi ropa estaba mojada sobre mi piel. No supe lo que estaba pasando debido a la oscuridad, pero después me di cuenta de que estaba muy profundamente cortada en la cara y en la boca y que mi ropa estaba mojada con sangre.
Intenté salir de las ruinas muchas veces, finalmente pude liberarme. En la oscuridad me arrastré hacia la escalera de escape pero había mucha tragedia. La escalera estaba cubierta con centenares de cuerpos de estudiantes muertos, muchachas de los grupos voluntarios y obreros. Pensé que no podría bajar. ¿¡Qué yo debo hacer!? Entonces miré hacia afuera y me espanté con la escena. Había pensado que la oficina de teléfonos era el único edificio dañado, pero realmente había muchos otros edificios destruidos por la bomba. Se puso más oscuro afuera y edificios mayores como el Banco de Japón, la Compañía Eléctrica y el Ayuntamiento, todos ellos estaban envueltos por el fuego. Debido a las llamas estaba misteriosamente luminoso. Incluso los árboles grandes estaban completamente carbonizados, sin ninguna hoja ni ramas. Los postes eléctricos se habían caído y los alambres esparcidos por todas partes. La ciudad entera estaba en un mar de llamas.
No había tiempo que perder, estaba desesperada por escapar, salté desde el segundo piso. Sin embargo, las llamas estaban en todas direcciones y no sabía adónde ir. Finalmente descubrí que las Montañas de Hijiyama en el este no estaban en llamas, intenté darme prisa hacia las montañas mientras tropezaba por encima de los postes eléctricos caídos, alambres y madera ardiente.
A pesar del mar de llamas, corrí hacia las montañas, corrí por mi vida. En el camino al banco de un río, me sentí aliviada y miré atrás, vi que el fuego se extendía por todas partes y estaba a punto de alcanzarme. Me aterroricé y comencé a correr nuevamente sin volver a mirar hacia atrás.

Finalmente llegamos a la orilla.
A lo largo de la orilla del río vi miles de personas heridas pidiendo ayuda. Su pelo se había caído y la piel quemada colgaba en tiras de sus cuerpos. Ellos estaban gritando en la otra orilla, sosteniendo sus manos arriba, no entendí lo que estaban diciendo. Entonces me asusté al ver que el puente que estaba intentando cruzar ya estaba ardiendo y además el río crecía. Me di cuenta de que los heridos pedían ayuda a las personas del otro lado. En ese momento comencé a preocuparme por mi cuerpo, mi cara estaba hinchada y estaba perdiendo la vista.
Entonces, uno de los obreros de la oficina se me acercó y dijo, "Estas terriblemente herida". El hombre sacó sus cigarrillos y puso algunos de ellos en las heridas diciendo serían eficaces para detener la hemorragia. Cuando él me estaba atendiendo, mi maestra, la Srta. Wakita se acercó y me dijo, "El puente se está quemando y tenemos que cruzar el río, puedes nadar?" Yo contesté, "Sí". Era afortunada de haber jugado siempre en el río. La Srta. Wakita me dijo, "Bien, cruzaremos el río, yo sostendré tu brazo". Así que empezamos a cruzar, sin embargo en el medio del río, yo no podía ver nada y estaba a punto de desmayarme. La Srta. Wakita dijo, "¡Resiste! Estamos cerca de la orilla. Resiste!" Ella me animó mucho y finalmente llegamos a la orilla. Si la Srta. Wakita no me hubiera ayudado yo habría muerto, como centenares de otras personas. Pienso que debe ser muy duro cruzar un río sosteniendo a una persona herida. Yo no puedo ayudar pero quiero expresar mi más profundo agradecimiento a la Srta. Wakita quien salvó mi vida.
Llegamos a la orilla y nos dirigimos hacia la estación de primeros auxilios en las Montañas de Hijiyama. Durante nuestro camino muchas personas heridas tironeaban de mis pantalones diciendo, "¡Por favor ayúdame!" , "Por favor llévame con mi madre", y "Dame un poco de agua". Como perdí la vista, no sabía lo que estaba pasando, le pregunté a la Srta. Wakita. Ella me dijo que los estudiantes que habían sido quemados en el bombardeo estaban gimiendo por el dolor, rogando por ayuda en el ardiente camino.
Finalmente llegamos a la estación de primeros auxilios, había innumerables heridos, sin embargo estaban parados en línea para recibir tratamiento. La Srta. Wakita me puso en la línea y dijo, "ayudaré a otros heridos. Por favor espérame aquí". Entonces regresó a la ciudad en llamas. Antes de que ella volviera, fui tratada y llevada a la Isla de Kanawa donde el ejército tenía una base para los pacientes terminalmente heridos. Esa fue la última vez que vi a la Srta. Wakita. Ella nunca regresó.

Devastada, con mi cara completamente desfigurada.
En el hospital de la Isla Kanawa quedé en una cama con mi cuerpo completamente vendado, exceptuando la nariz y la boca. Desde que llegué al hospital, no podía darme cuenta de cuándo era de día y cuándo de noche.
Como no podía ver nada debido a las vendas, no podía entender lo que estaba pasando a mí alrededor. Varios pacientes, estudiantes movilizados, murieron uno después del otro llamando a sus padres.
Recuerdo a un padre que había traído a su hijo para examinar y cómo entristeció al ver que su niño simplemente fallecía, llamándolo hasta el último momento. Sentía tanta compasión por ellos, y al mismo tiempo pensaba que sería la siguiente en irme.
Las personas hospitalizadas morían uno después de otro, yo estaba muy angustiada y oré en mi corazón para que mis padres vinieran a llevarme a casa. Finalmente mi padre vino al hospital y volví a casa. Eso fue 5 días después de la bomba.
Supe por mi padre que Hiroshima había sido completamente devastada por una sola bomba y miles de personas, incluyendo a mi hermana, se quemaron severamente. Sus caras estaban tan hinchadas que no podían identificarse. Fue muy duro para mi padre encontrar a mi hermana, él gritaba fuertemente, "estoy buscando a Emiko Nakamae" Y una voz débil se oyó a sus pies y dijo, "Papá, estoy aquí". Mi hermana simplemente estaba a los pies de mi padre. Su cuerpo entero estaba quemado y sus ojos no se abrían. Sólo pudo identificarla por su distintiva voz. Finalmente pudo encontrarla, pero pronto falleció. Siempre pienso sobre cuánto mi hermana habría querido ver la cara de papá, siento mucha compasión por ella. Debido al bombardeo atómico, todas las estudiantes de la Primera Escuela Secundaria de Señoritas murieron, incluyendo a mi hermana. 7 días después del bombardeo, finalmente regresaba casa.
Durante la semana estuve en el hospital de la Isla Kanawa, siempre me había animado diciendo, "no voy a morirme porque volveré casa". Sin embargo en cuanto volví a casa padecí de fiebre alta. Mi salud empezó a deteriorarse. Las encías empezaron a sangrar y tenía muchas manchas purpúreas por mi cuerpo. También mi pelo se cayó gradualmente, vomité muchas veces, y debido a la fiebre alta, las cicatrices de mi cara comenzaron a ulcerarse y los gusanos se arrastraban por ella. Mis padres estaban tan angustiados que aunque volví a casa pensaban que no viviría mucho tiempo. Ellos siempre me cuidaron mucho
Yo estaba seriamente angustiada por las heridas de mi cara. No importa cuántas veces les pregunté a mis padres por mi cara, ellos sólo decían, "no te preocupes. Para ti, la prioridad es mejorarte, no tienes que preocuparte por nada". Ellos no me dijeron nada sobre mi cara.
Dos meses después me recuperé substancialmente. Un día mis padres salieron, dejándome sola en casa, desde que había sido herida nunca me habían permitido verme en el espejo. Sin embargo, ese día saqué el espejo y me miré. Quedé horrorizada, no podía creerlo.

"Tú eres afortunada de estar muerta... "
Nunca pensé que tendría la cara como la de un fantasma. Estaba profundamente cortada desde la mejilla izquierda hasta la mandíbula y mi ojo izquierdo había desaparecido. Debido a que los párpados estaban tan delicados y no estaban cerrados por el tratamiento médico, mi ojo izquierdo quedaba abierto como un agujero grande como un puño. También del ojo derecho a la nariz estaba profundamente cortada. Había sido completamente desfigurada, no podía creer esto, seguía llorando por mi infortunio. Había estado animada y mejorando, pero quedé tan horrorizada al ver mi cara en el espejo así que no quería creer que tendría que vivir con una cara tan desfigurada. Hablaba a gritos con la fotografía de mi hermana, "Tú eres afortunada de estar muerta. Es duro para mí vivir".
Pude sobrevivir milagrosamente a la bomba atómica, sin embargo, después de quedar completamente desfigurada, no sé cuántas veces deseé haber muerto y cuántas veces deseé que la Srta. Wakita no hubiera salvado mi vida.
Pero ahora, realmente tengo una profunda gratitud a la Srta. Wakita por estar viva hoy. Ella murió el 30 de agosto de 1945. Me siento profundamente afligida de que no pudiera vivir ni un mes después del bombardeo y que muriera tan joven, tenía alrededor de 20 años. Siento que no podría decirle cuánto le agradezco por salvar mi vida. Al haber estado expuesta cerca del hipocentro de la bomba atómica estaba convencida de que padecería cáncer en el futuro. Y efectivamente, sufrí dos cánceres en el útero y el pecho. Pero yo me animé diciendo que tendría que vivir por la vida de la Srta. Wakita así como por la mía. Para pagar mi deuda empecé contando mi experiencia a los estudiantes que visitan Hiroshima en sus excursiones escolares. Yo continuaré contando mi historia para transmitir la tragedia del bombardeo atómico, así como para comprender la necesidad de la abolición nuclear y por un mundo pacífico.


Fuente: http://redmarcial.com.ar/hiroshima (Original http://www.hiroshima-spirit.jp/en/voice/watanabe_e.html )