Publicado: Jue Nov 30, 2006 3:16 am
por Falls
A las 5 h. 55 de la tarde, el empleado del puesto 1, desde lo alto de su cabina de cristal, vio desfilar a sus pies el primer tren del convoy, listo y empenechado, y cogió el teléfono:

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-¡Oiga! ¿El P.M.? Puesto 1. Tren S 1504, a las 5 h 55.
-Esta vez, su convoy sale a la hora - confío amablemente Camargue, que habia cogido la comunicación, al "banof" que acudió a su lado.
El rostro del alemán se iluminó. El convoy "Apfelkern" le había causado ya bastantes preocupaciones, imponiéndole un trabajo de mil demonios. Pero al fin había salido, y había salido en punto. Ninguna locomotora estalló en el último instante, ningún vagón de municiones fue volado. Qué sana e intensa satisfacción la de saber que su tarea se había cumplido sin dificultades. Sin duda, habría que contar con que la línea principal estaría infestada de terroristas; pero el convoy iba bien armado. Quizá tuvieran miedo. Quizá no sucedería nada. Y se sumió en un beatífico ensueño.

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-Aquí la estación de Lorme - anunció el altavoz -. La vía acaba de volar un kilómetro más abajo.
El rostro laxo de Weissmüller se puso rígido. Sin embargo, estaba acostumbrado a los altavoces en su país. La voz potente y bonachona, dominando el rumor, resonaba bajo la bóveda de las estaciones llena de solicitud hacia los viajeros, pero firme, paternal y grave como la justicia. Clasificaba, seleccionaba, estacionaba y dirigía a la muchedumbre dócil. Siempre lo había juzgado como el símbolo del orden alemán. Pero la voz entrecortada de los altavoces franceses le parecía tener un eco socarrón y maléfico. No parecía ser ésa la opinión de Camargue, quien apenas quedó el altavoz en silencio se abalanzó a su teléfono:

-¡Oiga! ¿Puesto 3? Haga entrar en vía muerta al S 1504.

El alemán, volviendo a la realidad, gritó:

-¡No! ¡Nada de vía muerta! ¡Desvíen! ¡Desvien!
- ¡Vaya!- pensó Camargue-. Parece que no ha perdido el tiempo antes mirando el mapa. Vuelta a empezar ahora. En fin, por lo menos, estas tres horitas de retraso ya no hay quien se las quite.-
-¡Desvien!- repitió el alemán.
-Sí, hombre, sí. Eso es: devíen por Saint-André- zanjó por último Athos con indiferencia.

Weissmüller salió dando un portazo. Cuando el ruido de sus pasos se extinguió por el pasillo, Athos se inclinó hacia Camargue:

-Has comprendido, ¿no?- dijo a media voz.
-¿Voy?- preguntó Camargue con esperanza.
-Ahora mismo.
-¿Salgo ahora?
-Ahora mismo, te digo. No hay un minuto que perder.

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Al día siguiente, por la mañana, el altavoz anunciaba con voz jadeante:

-¡Oiga! Aquí la estación de Saint-André. Pongo en su conocimiento que han venido "esos" y han cortado la vía por dos sitios. Volaron una locomotora y ocho vagones.
Así, pues, ya no había paso para el 1504: el puente de Corbin desplomado en la vía secundaria; la línea principal estaba obstruida. El "banof" daba patadas contra el suelo.

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-Hay que reparar y despejar inmediatamente la vía - ordenó fuera de sí.
-Necesito que lleven inmediatamente a Saint-André una grua de treinta toneladas - vociferó Weissmüller-. Lo exijo. ¡Orden de la "Transportkommandatur" y del Führer!

Unas horas más tarde, el tren grúa llegaba a Saint-André.

-¿Cuanto tiempo se necesita para quitar de en medio todo eso? - preguntó el "banof".
"Todo eso" eran la pequeña locomotora y los ocho vagones de la víspera, que estaban desparramados por todas partes como las piezas de un juego de arquitectura. Nada del otro mundo en resumidas cuentas.
-Tres horas- dijo el capataz levantando tres dedos.
-Bueno, bueno- dijo un joven "banof" llegado en el tren grúa. (Era evidente que había temido que durase más).

Continuará...

Fuente texto: René Clément y Colette Audry. Traducido del francés y condensado del libro "Bataille du rail", publicado por el Comptoir Français de Diffusión, París. (Gran crónica de la IIª Guerra Mundial de Reader´s Digest, Tomo 3 página 119)
Fuente imágenes: Capturas de la película "La bataille du rail" de René Clément