Publicado: Dom Nov 17, 2013 4:29 am
por Fallschirmjäger
Uno de los aspectos más inquietantes de la conducta humana durante la Segunda Guerra Mundial, fue la facilidad con la que las personas fueron capaces de cometer crímenes inhumanos bajo la premisa “patria”. Las distintas naciones de regímenes totalitarios promovieron investigación científica sin importar el precio humano, utilizando a sus considerados enemigos como objetos de prueba. Durante este periodo, la medicina, claramente desprovista de todo sentido humano, fue la rama más estudiada.

En la tierra del sol naciente, la ciencia médica y los preceptos militares estaban altamente ligados. Las fuerzas armadas tenían el control o mínimamente el conocimiento de todo tema de investigación realizado en Japón sobre este campo. Y es así que durante la guerra contra China, la medicina japonesa alcanzó sus límites más oscuros.

Durante su periodo escolar, Ken Yuasa recuerda que los estudiantes a menudo fueron visitados por oficiales del ejército, quienes retrataban al Emperador como un “Dios viviente” y decían que los japoneses, como pueblo superior, tenían la obligación de regir Asia. Siguiendo los pasos de su padre, se convirtió en doctor. Después de egresar de la Escuela Médica de la Universidad Jikei, en marzo de 1941, inicialmente había planeado visitar pueblos rurales que no tenían doctores. Pero en aquel momento estaba en vigencia el alistamiento obligatorio de los graduados, convirtiéndose así en oficial médico del Ejército Imperial japonés y enviado a China.


Ken Yuasa: Yo era un oficial. Un oficial estaba en línea directa con el Emperador. Así que estaba conectado directamente al Emperador, y al igual que otros oficiales yo tenía autoridad especial. Mi sensación era que ganaríamos esta guerra. Deberíamos perseverar un poco más y entonces esta guerra terminaría tarde o temprano. Y cuando entramos en un pueblo, por supuesto, los jóvenes soldados me saludaron, y realmente me puso en una posición donde me sentí muy bien. Yo estaba hasta cierto punto disfrutando de mi juventud. Así que cada vez que escuchaba noticias negativas, no podía, bueno, solo no lo tomaba en serio.


Poco después de su llegada a Luan (actual Changzhi) provincia Shanxi, se le dijo que debía asistir a lo que fue llamado un experimento de vivisección. Se llevaron a cabo operaciones en personas perfectamente saludables con el fin de capacitar a cirujanos japoneses. Las fuerzas armadas pusieron gran importancia a las operaciones realizadas en prisioneros chinos vivos. Fue considerada una forma ideal de aprender cómo tratar las heridas de batalla en soldados japoneses. Los cirujanos fueron alentados de llevar adelante operaciones improvisadas en las más autenticas circunstancias de campo de batalla disponibles, utilizando prisioneros como conejillos de Indias.

Eso realmente me perturbó, me golpeó. Pensé: ‘ahora ha llegado el momento.’ Y me sentí incómodo, pero por supuesto no podía hacer nada. Si hacía algo, las autoridades hubieran dicho que había cometido el delito de desobediencia y entonces mis padres en casa estarían en una situación difícil. Me convertiría en una fuente de vergüenza para ellos. Traté de aparentar confiado y fui a la sala de operaciones y miré a los dos chinos de pié ahí. Uno de ellos era más alto que yo, de rostro grande, bien construido. Rondaba los 30. El otro era de unos 40 o 50 años de edad. Estaba llorando. Parecía un granjero. Junto a ellos había dos mesas de operaciones. En ese momento solíamos llamar a los chinos como maruta (leños). Por supuesto ellos eran realmente seres humanos, pero después de varias operaciones comencé a tratarlos como cosas.


Yuasa tomó parte en su primera vivisección en marzo de 1942, en la sala de disecciones del hospital militar de Luan. Dos mesas de operaciones estaban rodeadas por unas 20 personas, incluyendo médicos, enfermeras, y estudiantes de medicina. El mayor de aquellos dos hombres chinos no podía subirse sobre la mesa de operaciones. Así que el doctor Yuasa lo forzó.

Yo nunca había golpeado a nadie en el ejército, pero debido a la formación militar, la educación militar, estaba completamente adoctrinado. Así que apoyé mis pies firmemente en el suelo y empujé a este granjero, y entonces se subió. Me sentí muy orgulloso. Eso es realmente aterrador. Una situación mental aterradora.


El doctor Yuasa luego observó cuidadosamente cuando el procedimiento médico comenzó.

La primera operación fue la remoción de un apéndice porque había muchos casos de apendicitis entre los soldados japoneses. No teníamos ningún antibiótico y hubo bastantes casos de soldados que murieron como resultado de esa cirugía. El oficial médico haciendo esta operación no era muy experimentado y un apéndice sano es bastante resbaladizo, creo que tuvo que hacer la incisión tres veces. Después de que el intestino fue removido, los brazos del hombre chino fueron amputados y luego el médico le practicó una inyección en el corazón. Este hombre aún respiraba hasta el final. Eventualmente otro oficial y yo mismo intentamos sostener su cuello, mientras un médico con más experiencia le inyectaba y finalmente fallecía, su respiración se detuvo. No pensé mucho al respecto en el momento porque quería terminar el trabajo. Sentí que esta era mi tarea. Me dijeron que debía hacer esto. Sentí que estaba trabajando para el hospital, así que no tenía ninguna emoción, ningún sentimiento. No tenía nada de sentido de lástima por ellos tampoco.


Luego de esta primera experiencia solo le tomó seis semanas para convertirse en un viviseccionista a sangre fría.

Estaba asustado durante mi primera vivisección, pero para la segunda vez era mucho más fácil. Para la tercera vez estaba deseando hacerlo.

Creímos que las órdenes desde las altas instancias eran absolutas. Realizamos las vivisecciones como se ordenó. Eliminamos cualquier sentido de culpabilidad al hacer eso, incluso a sabiendas de que lo que hacíamos era horrendo.


Tiempo después se le dijo al doctor Yuasa que debía viajar a otro centro médico cercano, con el fin de aprender a tratar heridas de batalla. Pero primero, por supuesto, antes de que el entrenamiento pudiera comenzar, los soldados japoneses tuvieron que infligir lesiones de tipo bélico a dos hombres chinos sanos.

Los soldados en realidad tomaron pistolas y dispararon dos balas a cada uno de ellos, delante de mí, como a dos metros de distancia. Les dispararon a los dos hombres, dispararon al abdomen. Todavía no lo recuerdo muy bien, yo era como un demonio. Y frente a otros no quería ser criticado como un cobarde, así que traté de ser muy valiente y gallardo. Y así, los hombres chinos estaban llorando y fueron puestos sobre la mesa de operaciones y empezamos la cirugía. Esta operación fue para practicar la extracción de balas. Así que hasta que se sacaron las balas, tratamos de mantenerlos vivos. Pero no había ningún tipo de anestesia, por lo que en realidad estaban sufriendo, así que creo que murieron en un gran dolor durante la operación. Tengo la sensación de que esas personas debieron haber sufrido mucho. Todavía recuerdo sus gritos, pero no le presté mucha atención porque en realidad los tratamos como cosas. No tenía ningún sentimiento de culpa porque la orden absoluta era ganar la guerra. Perdí todo sentido de culpa. Tuve un sentimiento de culpa cuando me informaron que Japón había perdido la guerra.


Después que la guerra terminó, fue el turno de Yuasa en convertirse en prisionero. El Ejército de Liberación Popular de China lo mantuvo en un campo por varios años, durante los cuales un oficial chino le dio papel y lápiz para describir las atrocidades realizadas en el hospital de Luan.

Al principio no sentí remordimiento. Estaba convencido de que comparado con lo que las tropas debieron haber hecho en el frente, lo que hice en el hospital de Luan era de pequeña significada. Pero mirando el papel y lápiz en mi mano, me percaté de la magnitud de lo que había cometido.


Pero para él, el golpe decisivo llegó cuando recibió una carta de la madre de una víctima de vivisección, quien demandó que el ejército chino lo castigara severamente por asesinar brutalmente a su hijo y causarle intolerable dolor.

No podía parar de llorar cuando leí la carta, porque me sentí tan apenado de las horribles cosas que hice. Estaba listo y dispuesto a recibir el castigo más duro después de eso. [Rompe en llanto]


Después de ser liberado de la prisión china en 1956, regresó a Japón y se embarcó en un viaje de redención al denunciar públicamente las atrocidades de las fuerzas armadas. Sus conferencias fueron a veces confrontadas con abucheos por parte de nacionalistas de derecha. Una vez fueron arrojados petardos para perturbar su discurso.

Después de una aparición en TV en 1981, recibí una carta sin dirección del remitente. Era una amenaza escrita por un activista de derecha.


El escritor le dijo sentir vergüenza por hacer tales revelaciones y le advirtió que debía “ser precavido al escoger qué decir.”

Incluso un antiguo colega en el hospital de Luan contactó a Yuasa y lo instó a "moderarse" en sus revelaciones. Pero Yuasa, quien practicó la médica hasta sus 84 años, estuvo activo hasta el día de su muerte en exponer algunos de los secretos más oscuros del Ejército Imperial.

Es doloroso hablar de mis pecados, y los pecados cometidos por mi país. Pero encubrir las atrocidades sólo causará más problemas.


En última instancia llegó a la conclusión de que se cometió un terrible error al no retirar del trono al Emperador Hirohito.

Él fue manipulado, pero debió ser considerado como el criminal de guerra número uno, porque muchas personas creyeron en él. Muchas personas cometieron malas acciones en nombre del Emperador. No podían oponerse al Emperador. La conciencia a veces todavía está ahí en Japón, de que esta guerra fue una guerra justa, y que fue una guerra por el Emperador. En Alemania, la gente realmente se siente responsable por la guerra, pero en Japón el Emperador no fue acusado de ser un criminal de guerra. Cuando recordamos algo sobre la guerra, esa es la asociación que se tiene. La mayoría de los japoneses no sienten que fueron culpables.


En los tres años que realizó este tipo de acciones en China, Ken Yuasa dijo haber participado en 14 vivisecciones de prisioneros.


FUENTE:
http://www.japantimes.co.jp/news/2007/1 ... reckoning/
http://ww2history.com/testimony/Pacific/japanese_doctor