Publicado: Jue Abr 22, 2010 3:10 am
por Capitan Miller
Lograr lo que has logrado es un triunfo homérico (ya que estamos con Historia).

Siempre he pensado que no es tan importante lo que se cuenta, que también, sino el como se cuenta. Y aplicado a muy diversas situaciones da sus frutos, pero es que aplicado a la Historia es fundamental. ¿Cómo se puede conseguir que, salvo muy honrosas excepciones ya de salida, unas cabecitas jóvenes se interesen por algo que ni les va ni les viene porque ni ha pasado ayer, ni hoy, ni va a pasar mañana? Y es más, cosas que creen que no tienen nada que ver con nuestra vida cotidiana. Tal vez se asombrarían un poco si, por poner un ejemplo, alguien les contará como prólogo a las Guerras Púnicas que en España hablamos como hablamos, vestimos como vestimos, hacemos la música que hacemos y, en general, somos como somos, porque un joven romano llamado Escipión consiguió salir con vida de una escabechina llamada Cannas.

Hace tiempo leía en una de las columnas de Arturo P. Reverte, que en cierta ocasión, paseando por el Barrio de las Letras, en Madrid, se encontró con una clase de jóvenes estudiantes acompañados de su profesora (tal vez de Literatura o Historia), la cual, con más mala que buena fortuna, intentaba mantener su atención explicándoles cosas como que allí estuvo una vez la casa de Lope de Vega, o que en aquel otro edificio se encontraba la imprenta de donde salió El Quijote. Al reconocer al escritor, le pidió que, por favor, les contara algo a la panda de mozalbetes, a ver si había suerte y un "famoso", al que presentó como el autor de Alatriste y a alguno que otro le picó la curiosidad, conseguía el éxito dónde ella había sido derrotada.

Pues bien, lo que el Tío Reverte decidió fue empezar su disertación con un: "Se odiaban a muerte...". E inmediatamente todos los estudiantes se fueron agrupando a su alrededor para oirle contar los chismes y cotilleos de las vidas de los maestros del Siglo de Oro de la literatura española. Y también para recordarles que aquellas calles que ellos pisaban habían contenido el mayor índice por metro cuadrado de genialidad de la historia de nuestro país. Que lo recordaran, que supieran bien por donde andaban aquella mañana.

Lothar, tú has demostrado que no hace falta ser un buen escritor, ni mucho menos académico de la Real, para conseguir lo mismo que Pérez Reverte. Sólo hace falta amor a tu profesión, tener algo que contar, y el ingenio para saber cómo hacerlo.

Mi más sincera enhorabuena, Maestro. Misión cumplida. :D