Publicado: Jue Mar 01, 2012 12:30 pm
por Wyrm
- Frota arriba, frota abajo; frota arriba... -Repite una y otra vez Diederich en voz baja, mientras con un trapo, ya de color grisáceo, va limpiando todos los recovecos del fusil. Lo mismo que Muller, que otra vez vuelve a quedarse medio embobado con el fuego, pero con su fusil y un trapo entre las manos.
El Oberleutnant, que estaba apoyado contra la pared mientras apuraba una colilla, sale de las sombras y se acerca hasta el barril, poniendo sus dos manos apuntando hacia el fuego.
- Si no es molestia, me encantaría escuchar la razón de por que un paracaidista, veterano, acaba en un regimiento disciplinario. Bueno, no sólo su historia, la vuestra también -Dice refiriéndose a Bielki y Bittrich-

Antes de que pudiesen responder, el ruido de unas botas cuadrándose interrumpe la conversación.
- Herr...herr Oberleutnant, se presenta el Unt-Unteroffizier Heinzzz. -Un muchacho de unos 20 años, con el rostro más blanco que el papel de fumar, que se retiembla como el que más- Ni-ni-ni rastro de Iván. El temporal ha-ha amainado, pero tampoco hay rastro del grupo que salió anoche.
- Acérquese al fuego. -Le dice Herr Hlaine al sargento- Caliéntese un poco y descanse. Vosotros dos -Dice esta vez refiriéndose a Muller y Diederich- Salid a que os de el aire un poquito, que lleváis bastante tiempo aqui dentro y ya se os empieza a caer la baba.
- Si.....¡señor! -Responden los dos casi al unísono, con un tono no muy enérgico, para seguido incorporarse y dirigirse al exterior con su fusil preparado.
- Hay que pensar en salir a buscar a los otros. ¿Algún volun...? -Pregunta Krueger
- Ni hablar. -Interrumpe el oficial- Como venga Iván estamos jodidos. No saldrá de aqui nadie más sin una orden explicita de arriba. No podemos perder más hombres, ya somos suficientemente pocos, y da gracias que no encontramos apenas resistencia por el camino.

Krueger no vuelve a preguntar nada porque el Oberleutnant tiene razón, y el Unteroffizier Heinz toma asiento cerca del fuego para calentarse un poco. Dentro del refugio la temperatura es aguantable, pero en el exterior hace un frío que pela, y, o te mueves, o se te empieza a helar el cuerpo rápidamente.
El silencio vuelve a reinar en el interior, y el oficial se queda mirando a los tres "criminales", esperando que ahora si, puedan contarle su historia; si es que quieren.