Publicado: Jue Abr 24, 2008 3:13 am
por ParadiseLost
Hola a todos.
Más que un frase podría hacerse extensivo a una breve conversación, pero la respuesta de Martin Bormann a Wilhwelm Burgdorf y que a continuación transcribo, hace gala del cinismo que destilaban algunos de los jerarcas nazis, y merece a mi parecer, ser expuesta en este subforo.

Uno de los más radicales generales del partido, Wilhelm Burgdorf, que hacía alarede de su "inmenso idealismo" para con "el Führer t el pueblo", se enzarzó en una discusión, en uno de lo súltimos días del búnker, con el secretario de Hitler, Martin Bormann. En el curso de la exaltada disputa, Burgdorf le dijo a voz en grito al todopoderoso hombre de la antecámara de Hitler que su entrega incondicional a la causa común le había valido el desprecio de los demás oficiales y que tuvo que aguantar que le llamaran "traidor"; pero ahora comprendía que sus enemigos habían tenido razón, que su "idealismo" había sido falso, y él "un ingenuo y necio". Cuando el general Krebs, militar adicto al Führer y testigo de auella explosión, quiso mediar entre ambos, Burgdorf lo rechazó: "¡Déjame, Hans, una vez había que decir todo esto!". Los oficiales jóvenes, continuó Burgdorf, "han ido a la muerte por centenas de millares", pero él se preguntaba por qué causa. La respuesta era: ni por la patria ni por el futuro. Sólo ahora, continuó, lo había visto claramente: "Han muerto por vosotros... Millones de personas inocentes han sido sacrificadas, mientras que vosotros, los líderes del partido, os enriquecíais con el patrimonio del pueblo. Vosotros habéis celebrado banquetes, acaparado inmensas riquezas, expoliado señoríos, construido palacios, habéis nadado en la abundancia y engañado y oprimido al pueblo. Habéis mancillado nuestros ideales, nuestra moral, nuestra fe, nuestra alma. El hombre no ha sido para vosotros sino el instrumento de vuestra insaciable ansia de poder. Habéis destruido nuestra civilización secular, al pueblo alemán. Ésta es vuestra terrible responsabilidad".

Y a lo que íbamos:

Tras esas palabras, sigue diciendo el informe, se hizo un completo silencio en el búnker. Después, Bormann habló, "frío, superior y untuoso": "¡Pero querido, no tienes que personalizar! Si todos los demás también se han enriquecido, yo quedo libre de culpa... ¡A tu salud, amigo!".

En el libro de Traudl Junge, Hasta el último momento, la que fuera secretaria de Hitler, explica la curiosa relación que mantenían los hermanos Albert y Martin Bormann. El odio entre ambos era tal, que evitaban a toda costa hablarse directamente, y aun hallánose en la misma habitación, se servían de ayudantes, para hacerse llegar la información del uno al otro.

Fuente: El hundimiento, de Joachim Fest

Saludos